En una de mis anteriores intervenciones en estas páginas señalé que entre los indicadores del conservadurismo que predomina en el pensamiento de la ex presidenta Cristina Fernández de K se encontraba su tendencia a manejar las relaciones políticas, con propios y ajenos, de una manera cuasi feudal, asumiendo una perspectiva no moderna y tradicional del poder. En lo que sigue pretendo continuar con el desarrollo de esta pista tratando una vez más de comprender al peronismo ahora en su versión K.
Si bien me refiero aquí directamente al Profesor Filmus, de ese Daniel se trata, me parece que este sayo le queda igual de bien o mejor, entre otros, al ex canciller Jorge Taiana.
Evoco rápidamente: estaba terminando el primer mandato del presidente Carlos Saúl Menem, era un enero caluroso y, como todos los que podían, habíamos alquilado una casa para veranear. Más exactamente en El Remanso, Exaltación de la Cruz no lejos de Capilla del Señor (que ahora parece ser el nuevo lugar en el mundo de Lilita Carrió).
En los primeros días la fila del súper me proporcionó un feliz encuentro con el sociólogo Santos Colabella (a) el Tano, mi ayudante de Sociología Sistemática, luego amigo y siempre peronista de la Boca.
El asado estaba cantado y en el mismo estaban Daniel Filmus y su encantadora mujer amigos de Colabella. No nos conocíamos personalmente pero como el ambiente de las Ciencias Sociales es relativamente pequeño ambos sabíamos con cierta exactitud en qué lugar estábamos parados.
Conversamos y discutimos un poco sobre educación, tema que nos ha interesado durante largo tiempo y Filmus demostró lo que ya me había adelantado el Tano Colabella: tranquilo para argumentar, con muy buena y adecuada información de las distintas situaciones nacionales e internacionales y sin perder de vista nunca la factibilidad o no de sus propuestas.
En resumen, un intelectual-político bien formado en su especialidad, inteligente, racional pero al mismo tiempo enfático en sus creencias. No nos volvimos a ver personalmente. Pasaron el tiempo, los cargos y varios gobiernos algunos de los mismos totalmente olvidables.
Y hace pocos días atrás la gran sorpresa: el candidato Daniel Filmus declarando públicamente que no veía diferencias significativas entre la represión contra los manifestantes en Venezuela (más de cien muertos) y la escaramuza debida al desalojo de las instalaciones de Pepsico en Argentina (algunos policías y tomadores heridos)
Con respecto a la históricamente compleja situación en Venezuela fuimos muchos los que apoyamos al principio el desarrollo de una nueva experiencia nacional y popular. En mi caso señalé posteriormente que a la experiencia –malograda– del chavismo había que analizarla lo más objetivamente posible y luego ponerla en la columna de las posibilidades de reformas profundas frustradas en el contexto latinoamericano.
Seguir sosteniendo que el chávez-madurismo actual es un caso de progresismo cercado por las fuerzas reaccionarias es peor que faltar a la verdad.
Ahora va una pregunta para los compañeros peronistas que yo no logro responder ¿cómo es posible que muchos dirigentes justicialista bien formados, inteligentes, se vean ninguneados en público, des-echados en condiciones miserables, insultados cuasi soezmente y sin embargo vuelvan mansamente al ruedo, como si no hubiera pasado gran cosa, al ser convocados como meros acompañantes por la “nueva” Cristina Fernández.
Porque convengamos que una cosa es la lealtad y otra muy distinta el autoritarismo verticalista. Me permito una recomendación para los amigos: recuerden de vez en cuando a Perón y aquella sentencia sobre que la única verdad es la realidad.
La desconsideración hacia el otro propio pero de menor nivel no es parte de una estrategia, es una forma de conducta aprendida y ejercida “naturalmente” por los que forman parte de la elite del poder en el contexto tradicional de la sociedad de Santa Cruz.
Los otros son así meros “objetos” utilizables para alcanzar cualquier fin.