La teoría sociopolítica del principal-agente es una forma ingeniosa de tratar de entender la siempre complicada lógica de la relación entre representados (principales) y representantes (agentes), entre electores y electos. Para los interesados en ampliar el tema me permito recomendar la lectura de algunas páginas de Adam Przeworski al respecto.
Lo anterior viene a cuento porque a varios funcionarios del gobierno, a demasiados en realidad, el hecho que estemos en tiempos de elecciones fundamentales y que no se puede estar hablando y opinando de cualquier cosa no les entra en la cabeza ni con fórceps inversos, champagne, fernet o vino patero.
Cualquier conocedor de la situación latinoamericana por ejemplo, sabe que la concentración urbana –en general producto de las migraciones internas– cuando pasa de ciertos límites genera casi automáticamente problemas en la prestación y calidad de los servicios públicos. La desastrosa situación del Gran Buenos Aires es nuestro mejor ejemplo de cómo no hay que hacer las cosas, esas a las que Don Ortega y Gasset propuso que nos dedicáramos. Pero con seriedad.
Hace pocos días la Vicepresidenta –la segunda Agente del país– señaló que el problema de la población urbana era que se concentraba en las ciudades. Nadie está exento de formular una tautología de vez en cuando, pero cuando se ocupa un cargo de tanta importancia hay que estar siempre atento. Y por otra parte ¿qué estaban haciendo sus asesores mientras tanto? Si no son capaces de diseñarle un breve esquema que le permita comunicar a la población su opinión sobre estas y otras cuestiones, mejor que los cambie y rápido. Si los tiene y no los usa, malhecho.
Antes que nada y para evitarme internas familiares aclaro que en lo que sigue no me refiero a mi hijo Luquitas sino al del estimado Profesor y exministro Juan Llach.
Es que sorpresivamente hace unos días atrás Lucas Llach apareció en varios medios de comunicación señalando que además de las Malvinas habría que dejarles Tierra del Fuego a los ingleses y sacarse así de encima los enormes gastos que ocasiona a la población de la Argentina en su conjunto. No sé si lo decía de verdad o era una ironía, además no importa ahora que esas declaraciones sean del 2012 porque el daño ya está hecho: los veteranos de Malvinas por ejemplo pidieron su renuncia como Vicepresidente del Banco Central y de paso señalaron que el presidente Macri nunca fue muy claro en la polémica sobre la soberanía.
Además, la idea de “soltar el lastre”, en términos sociopolíticos y económicos es tan simple como tentadora y cruel. Oscar Cetrángolo, Javier Curcio y Julián Folgar acaban de presenta hace unos pocos días su meticuloso e inteligente trabajo de investigación sobre “Situación fiscal de las Provincias, perspectivas y desafíos”. Los resultados son abrumadores y si alguien quisiera desprenderse de los casos más acuciantes se quedaría con un mini-país entre las manos.
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Desde otra perspectiva, se podría argumentar sobre la mala leche de usar declaraciones antiguas hechas en otro contexto para enturbiar la campaña actual pero si la situación fuera al revés y el declarante un político de la oposición no me sorprendería que mi exalumno Durán Barba nos tratara de convencer que sólo sería un caso más de “ESTUDIEN” –estratégica utilización de información encanutada–.
Confieso además que sensibilizado como Principal por lo que creo son errores recurrentes por parte de varios Agentes creí que las declaraciones de Lucas eran recientes y pensé que una vez más se le había escapado el guanaco. Estuve tentado de aconsejarle una reunión con Guillermo Lousteau Heguy –el padre de Martín el candidato que insólitamente en lugar de discutir con lo que queda del kirchnerismo en CABA, espera, espera, espera hacerlo, nadie entiende bien porqué, con Elisa Carrió–.
La reunión con Guillermo era para que este le contara a Lucas cómo a principios de la década de los setenta del siglo pasado, si mi memoria no me falla demasiado, siendo colaborador de la Fundación Bariloche al igual que José Azulay, comentaban cómo el viejo poblador, sociólogo y amigo Edmundo Sustaita le metía bala y bala a cuanto chulengo se le cruzaba en el camino en la línea sur de Rio Negro. Otra que correrlos descalzos.
Los candidatos a ser Agentes tienen que hablar primero de lo que saben o circunstancialmente de lo que les interesa pero después de haber sido informados debidamente por asesores y/ o funcionarios especializados.
El resto sería bueno que aprendieran a decir sin sentirse menoscabados en sus facultades intelectuales “me excuso, pero sobre ese tema no tengo nada que comentar”. Todos ganaríamos en seriedad lo cual en la Argentina actual no es poca cosa.