Los datos sobre la situación social de nuestra población que comunicara al país el Presidente Macri terminan con todo tipo de especulaciones: nueve millones de argentinos viven en la pobreza, en su mayoría jóvenes.
La información es demoledora para el relato de quienes perdieron las elecciones, pero es también un colosal llamado de atención para los políticos comprometidos con la forja de una sociedad democrática y de un destino de progreso para nuestro país.
La eliminación de la pobreza y la impunidad frente al crimen cometido desde el Estado son los dos desafíos éticos mas importantes que debe enfrentar la política, pero tambien el periodismo y los actores sociales, que han sido parte necesaria del desastre económico y social en el que estamos inmersos.
Las sociedades ricas, o por lo menos con una desigualdad aceptable, se pueden dar el lujo de tener líderes que restrinjan el alcance de la palabra política a las elecciones, que propongan al gobierno acciones irresponsables, que hagan del escándalo su práctica política preferida, que no asuman que intervenir en la discusión pública supone conocimiento para interpretar el problema y para proponer soluciones y que no estén dispuestos a compromenterse en las soluciones. Ya no es nuestro caso.
La confirmación gubernamental de lo que se intuía o conocía a medias marca un antes y un despúes. Hizo bien el Presidente en llamar a conferencia de prensa. Era necesario darle solemnidad al dato para que no se evada la situación.
Enfrentar este desafíio nuevo supone nuevos comportamientos políticos. Ya no es posible eludir la necesidad de la concertación, del acuerdo o como se le quiera llamar. Se terminó el tiempo de la especulacion y del egoísmo. Nueve millones de pobres desafían a gobierno y oposición parlamentaria a encarar la reconstrucción de nuestra sociedad.
El gobierno de Cambiemos es el resultado de una coalición de partidos políticos que supieron entender a la sociedad argentina en su necesidad de salida del autoritarismo indecente en el que estábamos inmersos. La pobreza, igual que la impunidad, requieren de una concertación político partidaria mas amplia. Es necesario convocar, sin pretensión paternalista, sin visos tecnocráticos y con vocación participativa, a la pluralidad de actores involucrados, especialmente, a los jóvenes, a elaborar la estrategia de salida de esta grave encrucijada en la que nos encontramos. El tratamiento del presupuesto nacional podría ser una buena oportunidad para intentar encarar estos deberes que la situación impone.
La autora es Presidenta de la Honorable Convención Nacional de la UCR.