El ex juez Ricardo Gil Lavedra expuso ante las comisiones de Asuntos Constitucionales y Justicia y Asuntos Penales del Senado de la Nación, por el tema de los proyectos de reforma de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
Transcribimos su exposición:
“Yo también en primer lugar quiero agradecer sinceramente la invitación de esta reunión plenaria de comisiones que me permiten dar mi opinión sobre una serie de proyectos de ley tendientes a efectuar modificaciones en la composición de la Corte y en las calidades de sus integrantes.
Por cierto, son ocho proyectos distintos, cuatro de ellos -la mitad- proponen mantener el número actual de miembros de la Corte, pero agregándole la perspectiva del género y la cuestión federal. La perspectiva del género está en seis de los ocho proyectos, y la cuestión federal, en cuatro. En cambio, hay otros proyectos que lo que sugieren es aumentar el número de miembros a siete, a nueve o hasta quince miembros.
Por supuesto, sé cómo funcionan estas reuniones informativas que hay que tratar de ser lo más concreto posible, y voy a tratar de ajustarme también al tiempo, pero quiero adelantar mi opinión: Yo veo sumamente inconveniente en estos momentos modificar el número de miembros de la Corte Suprema y a la vez, estoy plenamente de acuerdo con todo lo que se ha dicho respecto al género y a la perspectiva federal.
¿Por qué creo que en este momento esto no sería conveniente? Porque la Argentina, como todos sabemos, padece de una muy baja institucionalidad. Y respecto de la justicia, esto tiene otro factor importantísimo, que es la crisis de confianza que hay en la población respecto a la justicia. Todas las mediciones internacionales que miden la confianza en las instituciones, por ejemplo, en la regional Latinobarómetro, la confianza de los argentinos en la justicia es menor que en los otros países de la región. Todos los relevamientos que se han hecho, por citar los últimos, los del año pasado, de la Universidad Di Tella, junto con FORES, el 80 por ciento de los encuestados no tiene confianza en la justicia. La tercera encuesta de cultura constitucional que hace la Asociación Argentina de Derecho Constitucional con Poliarquía. El 75 por ciento piensa que los jueces no son independientes.
Esto, sin duda, es gravísimo, porque la legitimación de los jueces se parte de su credibilidad, no deslegitima el voto popular, sino de que la gente crea que resuelven sus casos de manera objetiva e imparcial, Y, la verdad, en la Argentina, en este aspecto, las idas y vueltas han sido muchísimas, tengan en cuenta que de 1862 hasta 1960 teníamos los cinco jueces. Después, en 1960, ha aumentado a siete. Vuelta a cinco, en 1966. Hasta 1990 que se aumentó a nueve, y después, vuelta cinco en 2006, y los cambios, fruto de nuestra historia, de esa terrible promiscuidad que tuvimos en el siglo pasado entre las dictaduras militares y los gobiernos civiles.
Cambios totales en la Corte, se arrancó en el juicio político del 47, pero después, cambio total en 1955, ampliación de la Corte en 1960, renovación total en 1966 con Onganía, vuelta nuevamente otra renovación total en 1973, renovación total en la dictadura sangrienta del 76, recuperación democrática con renovación total hasta 1990 que ampliamos nuevamente a la Corte, y en el 2006, una ley que pretendió, y así se dijo en el debate parlamentario, que ponía un fin de ciclo recuperando el número histórico de integrantes de la Corte, volvió a cinco. Se darán cuenta que es muy difícil dar estabilidad institucional de esta manera.
Yo sospecho que si en la discusión se abre la suspicacia de que la modificación de los miembros de la Corte responde a intereses políticos, esto va a deteriorar más la confianza de la gente. Esto es evidente, lo que primero tenemos que hacer es tratar de estabilizar la institución.
Por supuesto, ninguno de los proyectos trae la cuestión de la división en salas de la Corte. Y este es un punto estratégico que, sin duda, está controvertido, ¿no? Porque hay algunos doctrinarios, buena parte de la doctrina, que piensa que se podría dividir en salas, y en consecuencia podríamos aumentar el número, y esto posibilita mejor complacer otras cuestiones. Debo decirles que me enrolo decididamente en quienes piensan que la Corte no se puede dividir. Un único tribunal establecido por la Constitución, por la única función, esta función no es divisible. El texto explícito de la Constitución dice en el artículo 108, cuando es ‘una’ Corte Suprema que ejerce el Poder Judicial de la Nación; o el 113, la Corte dicta su reglamento, es decir esto no se puede dividir en pequeñas cortes, en subdividirlos, etcétera. No me quiero detener en esto porque no es objeto de los proyectos. Pero sí arrojo una conclusión, si la Corte no se puede dividir, cada ampliación de miembros repercute en la ineficacia porque tiene que pasar el proyecto en más miembros. Bueno, como decía la famosa acordada 44 del año 89. En consecuencia, el número de miembros de la Corte tiene que ser escaso. Es decir, no debe ser muy numeroso.
Por supuesto que también se cita generalmente como argumento en pos de la de la ampliación, la cuestión de la eficiencia, la enorme cantidad de casos que resuelve la Corte, etcétera. Y por cierto, este es un debate más intenso.
Tenía razón recién Andrés (Gil Domínguez) cuando decía que ‘es bueno que se debata más abiertamente el funcionamiento de la Corte’. Yo soy un partidario de que es imprescindible que la Corte tenga un certiorari. No sé si el negativo del 280 o uno positivo, como la Corte de Estados Unidos, que la Corte diga voy a resolver estos casos por año. Pero, ahora que están apareciendo los números de la Corte, uno se da cuenta que sí, a la Corte ingresan miles y miles y miles de expedientes por año. Más del 50 por ciento son previsionales, porque el Estado no quiere cumplir la sentencia, entonces va a la Corte para agotarlas. Por eso, los previsionales terminan en decisiones colectivas, en el cual la Corte duplica o triplica la cantidad de fallos que dicta porque son aplicables a muchos expedientes.
Y por cierto, la Corte, en los últimos diez años, ha resuelto alrededor de siete u ocho mil expedientes por año que se aplican a 20 o a 24 mil casos, ¿no? Por la aplicación colectiva.
Pero en los últimos años, curiosamente, en 2023 y 2024, ha dictado diez mil y doce mil, récord histórico en la Corte. Impresionante, dictar 10.000 fallos por año, pero el 80 por ciento, 85 por ciento, son rechazos, son quejas por recursos extraordinarios denegados en que la cual la Corte los rechaza, y los rechaza con la fórmula del 280 o por incumplimiento de la acordada 4 que le exige determinados requisitos formales.
Y habrá que ver, por supuesto que hay que discutir el funcionamiento de la Corte, hay que ver qué pasa también porque el 25 por ciento proviene de la justicia nacional. ¿Qué pasa ahora con la nueva doctrina que el Tribunal Superior de la Justicia de la Ciudad es el tribunal intermedio si esto supone una disminución de la carga de trabajo? Pero bueno, estoy de acuerdo que tiene que ser otra discusión, como decía Andrés.
Dos palabras, no me voy a extender, está muy bien fundado lo de la perspectiva de género. Desde el Colegio Público de la Abogacía, hemos hecho enfáticamente el reclamo. Es inadmisible que tengamos un tribunal superior compuesto exclusivamente por hombres. Es inadmisible con lo que requiere la Constitución, con lo que ocurre en todos los países del mundo occidental, no existen tribunales superiores compuestos exclusivamente por hombres. Por eso, me parecen muy bien todos los proyectos que contienen esto, como así también, que la Corte tiene una cuestión de la representación federal, eso está muy bien.
Para ir terminando, sé que no es fácil conseguir dos tercios de votos, como ahora exige la reforma constitucional de 1994. Es difícil. Ahora, los invito a reflexionar que generalmente se piensa el consenso como un consenso de reparto, de loteos. Es decir, llego a acuerdos porque vos tenés tanto, vos tenés tanto, sino la próxima… Esto es común en la política. Por ese camino, si la Corte tuviera veinte o veinticinco miembros, sería facilísimo. Queda todo el mundo contento porque tendría sus jueces…
Yo creo que lo que hay que tratar de bregar es por un consenso por la no objeción, que cuánto más intachables, incuestionables puedan ser las candidatas o los candidatos, más fácil es conseguir los acuerdos, ¿no? Y también sé la tentación que tiene la política, esto es muy humano, con el juez que pueda ser afín, el juez con llegada, es lógico todo esto. Pero creo sinceramente, incluso con mi experiencia de muchos años en esto, que lo más beneficioso para todos, para el país, para -por supuesto- para los ciudadanos, para los abogados, abogadas, y también para la política es que podamos tener una Corte Suprema independiente, imparcial, alejada de toda posibilidad de presiones. Es la mejor garantía para todos.
Por eso, les agradezco nuevamente, quedo a disposición de Ustedes, y que puedan sacar los mejores productos legislativos.
Muchas gracias.-
Un saludo, y a disposición para cualquier ampliatoria”.