jueves 15 de mayo de 2025
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Habemus Papa y no habemus Ficha Limpia

I. Los católicos en el mundo suelen sentirse invadidos por una sana alegría cuando desde la chimenea del Vaticano ven cómo el humo blanco se disuelve en el aire. Habemus Papa, dicen que es la frase del ceremonial y la que todos los fieles pronuncian en un acto inspirado por la fe y el júbilo. Los cardenales se han puesto de acuerdo y han elegido al sucesor de Francisco para que ocupe el trono de Pedro. Jamás vamos a saber el tono y el color de las disputas internas y de los acuerdos y concesiones que se han debido hacer. A los efectos prácticos me consta que esa curiosidad a nadie, o a muy pocos, le importa. Lo seguro es que un nuevo Papa dirigirá a la Iglesia Católica una dirección que incluye a más de mil millones de fieles. En mi caso, a las novedades mencionadas agrego en un plano estrictamente personal que por primera vez en mi vida un Papa tiene menos años que yo, por lo que deduzco que debo de estar muy viejo para ser mayor que un Papa.

II. León XIV ha decidido llamarse de aquí en más el obispo Roberto Prevost, de 69 años, nacido en Chicago, EEUU y que ha decidido, o tomado la precaución, de nacionalizarse como ciudadano peruano para dicha y felicidad de los habitantes de ese país. Decidir llamarse León XIV es toda una declaración de principios, un manifiesto pastoral, porque el nombre evoca al Papa que hace casi un siglo y medio publicó la encíclica Rerum Novarum en la que oficialmente la iglesia católica reconoce la presencia de la clase obrera y la dignidad de su condición. En el contexto histórico de la segunda revolución industrial, la iglesia habla de salarios dignos, de sindicatos, de sensibilidad social y de conciliar el capital con el trabajo. León XIII empieza a alentar un cambio que permita instalar a la iglesia en los desafíos e incertidumbres del siglo XX, esforzándose por superar los tiempos de una iglesia ultramontana que sólo le asignaba a los pobres palabras de compasión, resignación y sumisión al orden con la promesa de que la verdadera felicidad no está en este mundo y que es más fácil que un camello pase por el ojo de una aguja a que un rico entre en el reino de los cielos.

III. Sabemos que el flamante Papa nació en Chicago en 1955, que es hijo de padre de ascendencia francesa y madre española. Su relación con el idioma español la estableció desde su infancia y, claro está, la profundizó en Perú, país en el que llegó a vivir como pastor más de veinte años. Digamos que la elección del Colegio Cardenalicio ha sido sabia y prudente. En Prevost, en su persona, se conjugan el linaje norteamericano, pero también peruano y, de alguna manera, español y francés. Más amplitud, imposible. Su currículum académico es impecable, asombran la variedad y excelencia de sus estudios y el dominio de tantos idiomas.

IV. Presumo que Prevost no era para los conocedores de este cónclave “un papabile”, pero los familiarizados con las intrigas del Vaticano aseguran que era más que evidente que el preferido por Bergoglio era Prevost, y no faltan los que aseguran que cuando Francisco lo designó obispo y luego lo convocó a Roma, es porque le estaba abriendo las puertas para que en un futuro no muy lejano ocupe el sillón de San Pedro. En todos los casos, lo seguro es que en sus trazos más gruesos este Papa continuará en la línea de su antecesor en tres temas centrales que han distinguido a la Iglesia Católica en las últimas décadas: paz, pobreza y ecumenismo. Habrá que ver cómo se traducen estos valores en su gestión. Estimo que la iglesia continuará por este sendero respetando sus tiempos. Mi criterio es que el esfuerzo de la Santa Sede por adaptarse a los rigores del siglo XXI no tiene previsto por el momento cambios espectaculares al estilo, por ejemplo, del fin del celibato o la ordenación de las mujeres. La Iglesia para todos estos menesteres se toma su tiempo, fiel a su inevitable y eficaz espíritu conservador que sólo acepta los cambios cuando son inevitables porque en todas las circunstancias un obispo, incluso el más progresista, sabe que ciertas tradiciones a la iglesia la honran y hay que mantenerlas sin dejarse seducir por los cantos de sirena del progreso, los avances científicos y las modas intelectuales.

V. Los peronistas aseguran que la ley de Ficha Limpia se sanciona exclusivamente para condenar a Cristina. Los compañeros se suponen el centro del universo y están convencidos de que todo lo que se hace o se deja de hacer es por su regia presencia en la historia. Lo siento por ellos, pero la propuesta de Ficha Limpia hace rato que se viene elaborando y se supone que los destinatarios de sus sanciones son los políticos corruptos de toda marca y pelaje. Admito, en nombre de los rigores del realismo, que el copyright de la corrupción lo ostenta el peronismo por méritos propios, méritos muy bien ganados y que solo la ceguera o la necedad podrían desconocer, pero a la hora de legislar, la frustrada ley de Ficha Limpia no es culpable de que Néstor y Cristina hayan liderado una cleptocracia y que ella en particular esté condenada en dos instancias.

VI. Lo cierto es que los peronistas protestaron y se quejaron como marranos porque un puñado de legisladores pretendió aprobar una ley que simplemente proponía que los ladrones, asesinos y corruptos no pueden ser candidatos a cargos electorales. Obviamente, queda claro que si no mato ni robo a nadie, esa ley no tendría por qué molestarme, pero a juzgar por los comportamientos en el Congreso, a los peronistas la ley los pone furiosos y parpadean como Drácula ante un crucifijo. Como dijera tía Cata: “Por algo será”. Lo novedoso en esta emergencia es que pareciera que por motivos inconfesables no solo los peronistas estaban afligidos por la sanción de una ley contra los ladrones. Como es de público conocimiento, en las recientes sesiones parlamentarias, Ficha Limpia no se aprobó por un voto. Mejor dicho, por dos, una encantadora parejita de Misiones que hasta el momento por lo único que se distinguían era por votar todo lo que les pidiera Milei y Karina, en la ocasión, oh casualidad, se rebelaron y votaron junto con los que están muy pero muy afligidos que se impida que los delincuentes accedan a cargos públicos. Carlos Arce se llama él senador que es muy probable que por “razones de peso” haya cambiado el voto; Sonia Rojas se llama la virtuosa senadora. Arce y Rojas se han ganado un merecido lugar en las cloacas de la historia. Nunca se destacaron por nada; como legisladores son una absoluta nulidad, pero por uno o dos días y gracias a su hazaña legislativa, adquirirán un cierto renombre para después retornar al más oscuro anonimato. Detrás de ellos es muy probable que esté el crápula misionero Carlos Rovira, siempre decidido a oler un tarro de excrementos y hacernos creer que estuvo aspirando perfume Paco Rabanne. Lo cierto es que no habrá Ficha Limpia. Los peronistas festejaron alborotados y yo los entiendo, porque los humanos celebramos todo aquello que nos hace felices o nos aleja de un peligro inmediato porque un voto de diferencia continuará permitiendo que un candidato con el prontuario de Robledo Puch o el gordo Valor pueda aspirar honradamente a ocupar una banca ¿Y qué pasó a todo esto con los misioneros? ¿Súbito peronismo visceral de Rojas y Arce o una de las flamantes picardías cometidas por los hermanitos Milei como sugiere la dirigente del PRO, Silvia Losppenato? Inescrutables misterios de las fuerzas del cielo. Lo cierto es que esta pareja de cabrones, Arce y Rojas, hicieron lo mismo que los Sapag cuando dinamitaron la posibilidad de una reforma sindical que ponga límites a la mafia de burócratas peronistas. Como para que se cumpla el principio de que todo tiene que ver con todo, una de las senadores que lucha brazo partido para que ninguna ley, ficha limpia o ficha sucia, fastidia a políticos ladrones, fue la señora Silvia Sapag. Delicias del federalismo populista. Rivadavia, perdónanos.

Publicado en El Litoral el 9 de mayo de 2025.

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