La política exterior de los EE.UU. de posguerra ha sido clave para mantener su liderazgo mundial. Básicamente, esa diplomacia permitió acumular el poder de la potencia occidental basado en el dinero y las armas. En el primer caso, el dinero fluyó como inversiones en Europa, América Latina, Japón y Asia y, secundariamente pero no menos importante, en forma de ayuda técnica y humanitaria, lo que se conoce como soft power o poder blando en contraposición del poder duro que emana del plomo.
La agencia USAID que depende del Departamento de Estado (la cancillería estadounidense) ha sido la principal encargada de esta tarea desde 1961, fecha en que varias agencias de gobierno que proporcionaban esta ayuda se fusionaron para darle mayor peso. USAID provee vacunas, medicamentos, alimentos, asistencia técnica y profesional a decenas de países, como así también financian OMG’s y medios de comunicación que “difunden” los valores estadounidenses. Una mínima porción del PIB de ese país – menos del 1% – es una gran ayuda para países pobres.
Dentro de la batería de medidas “disruptivas” de Donald Trump, figura la eliminación de USAID señalando que la nueva política exterior se hará “cara a cara” con los líderes del mundo; basta de burócratas e intermediarios que han gestado – según Trump – una maraña de 10.000 empleados públicos dispersos por el mundo que sólo persiguen la lógica de sostener sus intereses corporativos en el manejo de los 40 mil millones de dólares en asignaciones anuales otorgadas por el Congreso.
Trump presenta el cierre de USAID como una de las primeras medidas de DOGE – la agencia de desregulación dirigida por Elon Musk – como un jemplo de aplicar la cimitarra al gasto público. Sólo 600 empleados han sido ratificados de los 10.000 que ya han sido cesanteados. Por supuesto que esta, como otras medidas intempestivas, tendrán su judicialización.
El senador demócrata por Connecticut Chris Murphy, en el programa “This Week” calificó la demolición de USAID como un “momento de alerta roja” al hablar sobre cómo creía que Musk y el presidente Trump están robando el poder a la gente en Washington. A la par debería recordar que Trump está haciendo lo que dijo que haría en campaña: “destruir el Estado profundo” y el entramado de funcionarios que no le dejaron gobernar como él quería.
En ese mismo programa Murphy, dijo: “Esta es la crisis constitucional más grave que ha afrontado el país, sin duda, desde Watergate. El presidente está intentando hacerse con el control del poder y con fines corruptos. El presidente quiere poder decidir cómo y dónde se gasta el dinero para poder recompensar a sus amigos y castigar a sus enemigos políticos… …Las democracias no duran para siempre. Y lo que quieren quienes intentan destruir las democracias es que todos se callen, que todos crean que el momento no es urgente”, una frase que bien podría aplicarse a la Argentina actual.
Murphy dijo que el ataque a USAID amenaza los intereses estadounidenses en todo el mundo: “Los militares nos dicen que, si eliminas la ayuda extranjera, tendrás que duplicar el número de balas que compras mientras que ponen a China, el competidor más poderoso de Estados Unidos por el poder global, en posición de sacar ventaja.” No olvidar que el equivalente a USAID es la iniciativa de la Franja y de la Ruta que tanto irrita a Trump por su influencia en todo el mundo en desarrollo – incluyendo Panamá…
El ataque de Musk-Trump a la Constitución para servir a la clase multimillonaria “es absolutamente vertiginoso”, aseguro Murphy. “Por eso, hay que llevar adelante una oposición a gran escala. No se puede confiar únicamente en los tribunales. En última instancia, hay que lograr que el público estadounidense participe en esta conversación porque necesitamos que nuestros colegas republicanos en la Cámara y en el Senado pongan fin a esto”.
Pero las medidas antidemocráticas no terminan ahí. Trump también ordenó retirar los fondos a diferentes agencias de Naciones Unidas, como la Organización Mundial de la Salud (OMS), y se ha suspendido la participación en el Consejo de Derechos Humanos de la ONU. Los fondos para la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA) están congelados, al igual que 1.200 millones de UNICEF. El cierre de un programa de salud materno-infantil de UNFPA en Afganistán produjo el despido inmediato de 1.700 mujeres profesionales afganas.
Es probable que USAID necesitara una reforma para su mejor funcionamiento, pero su eliminación – del mismo modo que se quiere destruir el Estado en la Argentina – es una de las formas más primitivas de concebir el poder como la fuerza bruta que es capaz de ejercer un líder mesiánico – un Leviatán – sobre sus pares. Al respecto, recordemos que Trump amenazó en convertir Gaza en un infierno, este sábado 15, si Hamas no continúa entregando rehenes israelíes, tal como lo venía haciendo. Este fin de semana veremos si la voz de la oligarquía mundial habla en serio.
Publicado en Relato mata dato el 13 de febrero de 2025.
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