En una entrevista con Clarín, el ex ministro de Salud, el radical Adolfo Rubinstein puso en duda que se puede materializar la decisión anunciado por el Presidente, Javier Milei, en cuanto a que retirará a la Argentina de la Organización Mundial de la Salud (OMS), al considerar que habrá que ver si un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU), la herramienta por la cual la administración libertaria quiere llevar adelante esa medida, puede revocar la ley que estableció en su momento que el país fuese parte de esa organización por lo que juzgó que la cuestión debe pasar por el Congreso y remarcó que se trata de una decisión que no extraña ningún beneficio desde el punto de vista sanitario pero tampoco de carácter político.
“Vos no te podés ir de un día para el otro de la OMS. Se verá si con un DNU podés revocar una ley, porque fue una ley ser parte. Eso tiene que pasar por el Congreso. Luego, tiene que haber una anticipación de un año para irte, haber cumplido tus obligaciones financieras. Es bastante improbable que esta salida vaya a ocurrir”, juzgó Rubinstein, quien planteó: “¿Cuál es el beneficio de salir de la OMS? La verdad, desde el punto de vista sanitario, ninguno. Ni político, ni técnico. Ningún beneficio. Salir de la OMS implica perder una cosa más abstracta, pero no menos importante, que es la conversación sanitaria global”, apuntó.
“Te quedás afuera de la mesa de decisiones globales. No estás más en los comités específicos donde se decide qué es lo que se va a hacer ante futuras pandemias, el problema con la inteligencia artificial en salud, la incorporación de nuevas tecnologías. Si te vas ya no sos parte de esa conversación”, añadió el ex ministro radical.
Cuando se le preguntó si era ‘pura épica’ salir de la OMS con el argumento de que ello implicará recuperar la soberanía sanitaria, Rubinstein dijo que “como hizo (Donald) Tump, el Gobierno despotrica contra la gestión de la OMS en pandemia. Más allá de los errores que cometió, al igual que los cometieron todos los países, porque se enfrentaron a un fenómeno inédito, la OMS no fue la culpable de la cuarentena eterna que tuvimos acá, y de la que siempre fui un opositor muy importante. Eso fue obra y gracia de Alberto Fernández”.
Recordó que la OMS “sólo hizo recomendaciones globales y cada país las implementó de acuerdo a su propia decisión política. O sea, no existe ninguna injerencia ni ninguna violación de soberanía porque la OMS no se mete en las políticas sanitarias de cada país”, dijo el ex ministro de Salud que luego, a instancias de otra consulta acerca de si existiría algún beneficio financiero al retirar de la OMS, dijo: “El beneficio financiero es que no vamos a pagarle a la OMS la cuota anual. El Gobierno dice que es de 10 millones de dólares, y estuve averiguando y en realidad son 4 millones de dólares” y apuntó: “la Argentina no está al día con la cuota, o por lo menos siempre tuvo deudas” y entonces dejo planteado una suerte de interrogante al referir: “evitarse pagar eso contra el riesgo de perder participación en las discusiones sanitarias globales, perder el apoyo técnico que te puede dar una organización global ante futuras pandemias o crisis, y perder fondos como los de la Fundación de Bill & Melinda Gates, que son intermediadas por la OMS”.
Rubinstein abordó otro aspecto vinculado con la argumentación del gobierno para salir de la OMS. “Nosotros recibimos enormes beneficios de la OPS, que tiene un fondo que consigue precios muchísimo más reducidos en vacunas y en algunos medicamentos de altísimo costo. ¿Vos te podés ir de la OMS y seguir en OPS sin ningún tipo de consecuencia legal, financiera, técnica, sanitaria? Bueno, la verdad que a mí me suena improbable. No hay ningún otro caso de un país que se haya ido de la OMS, pero quiera quedarse en la OPS”, advirtió.
“Según fuentes confiables de OPS, me dicen que el 40% del presupuesto viene de OMS y sólo 10% viene de la Organización de Estados Americanos (OEA) a través de la contribución de los países. Hay que ver si OMS va a permitir que OPS siga realizando contratos para comprar insumos si Argentina sale de OMS”, alertó el ex ministro que juzgó que en la anunciada decisión de Milei de retirar a la Argentina de la OMS “hay obviamente una política de seguir los pasos de Estados Unidos, en esa visión a veces conspiranoica, sobre todo cuando fue la gestión de la pandemia”.
“Pero EE.UU. aporta entre un 15 y un 20% del presupuesto de la OMS, es el principal aportante, así que Trump lo que está haciendo, como hace con Canadá y México, es negociar. Probablemente diga ‘Me quedo, pero quiero tal y tal cosa’. Nosotros, que somos una pulga en el aporte a la OMS, lo único que podemos tener son perjuicios con esta decisión. El Ministerio de Salud tiene que justificar, digamos, ese discurso libertario al decidir salirse”, tras lo cual opinó que “no cre que ningún sanitarista serio pueda estar de acuerdo”.
Rubinstein dijo estar de acuerdo con una reforma sanitaria. “Es una deuda pendiente, porque se han hecho reformas parciales que han emparchado una cosa, luego otra. No ha habido ninguna reforma sistémica en la Argentina”, dijo y consideró: “Tenemos un sistema segmentado: el sector público, la seguridad social, el sector privado. Totalmente fragmentado, poco interconectado, poco integrado, donde la Argentina gasta más o menos un 10% de su PBI en salud, entre gasto público y gasto privado. Uno de cada 10 pesos se van en productos y servicios de salud, y el retorno de esa inversión en salud está muy por debajo de lo que se habría de esperar por la magnitud de ese presupuesto”.
“El sector privado tiene que integrarse, estoy totalmente de acuerdo y (el ministro de Salud, Mario Lugones) quiere eso. Estoy de acuerdo con todas las medidas que se han tomado en la reorganización del esquema de la seguridad social, los agentes del seguro, la entrada de las prepagas. Por supuesto, hay que mirarlas con un lente de aumento”, dijo Rubinstein, quien apuntó: “Lo que hay que evitar es lo que se llama el “descreme”.
“Por ejemplo, en este esquema que existe hoy en la seguridad social, de las obras sociales nacionales donde entran las prepagas, el descreme es que los salarios más altos de las obras sociales se vayan a las prepagas, porque esos sueldos alcanzan para pagar una cuota o pagar una pequeña diferencia, y que en las obras sociales originales se queden solo los salarios más bajos, que en general responden a las familias más numerosas, a las personas más enfermas. Hay que tener mucho cuidado con la redistribución, pero estoy de acuerdo en que el sector privado entre a competir”, refirió.
Ante una consulta, puso en duda que con los cambios que se están haciendo en el sistema de las prepagas se frenarán los aumentos de las cuotas que cobran esas entidades. “Tengo razonables dudas de que eso ocurra. Es algo que va a haber que explorar. La medida es correcta porque esa intermediación era lo que yo llamaría una intermediación parasitaria. La mayoría de estos sellos de goma no ofrecían servicios o prestaciones y se quedaban con una parte de la contribución”.
“Está bien que las prepagas entren directamente como agente de seguro y reciban todo el aporte del empleado y del empleador. Si uno va en búsqueda de mejor calidad en salud, creo que va a haber una competencia para ofrecerla. Va a tornar más eficiente todo el esquema. Pero, insisto, el Plan Superador, esa diferencia que hay que pagar porque el sueldo no alcanza para cubrir toda la cuota, lo van a poder pagar las familias que tengan mejor salario. Hay que anticiparse para que eso no suceda”, opinó Rubinstein
Cuando se le planteó si existía un plan alternativo a los recortes que hizo el gobierno a nivel de la atención de la salud mental, el ex ministro apuntó: “El Gobierno va a recortar más de 700 millones de pesos del presupuesto para el Hospital Bonaparte. Yo entiendo que por ahí se podía discutir si estaba o no estaba sobredimensionado, porque tenía demasiado personal para tan pocas prestaciones, pero es el único centro del sector público que ofrece servicio a la salud mental en el área metropolitana de Buenos Aires. Provee un servicio que no provee ningún otro hospital público. En el Gobierno no hay una política, por lo menos hasta ahora, de salud mental. El objetivo es ordenar la macroeconomía. Pero es muy preocupante la salud mental, sobre todo después de la pandemia, con el impacto brutal que tuvo en los más jóvenes”, alertó.