miércoles 5 de febrero de 2025
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Benjamín Tripier: Qué puede pasar en Venezuela

Venezuela podría tener dos presidentes a partir del 10 de enero, como ya sucedió en 2019 con el gobierno paralelo de Juan Guaidó. O podría quedar a cargo de Diosdado Cabello, en una dictadura a la vieja usanza, sin preocupación por fingir respeto a las formas democráticas. Si el chavismo no se retira, el pueblo podría salir a las calles porque perdió el miedo y siente que no tiene nada más para perder, y el país podría entrar en un proceso de guerra civil. En ese contexto, volverían la hiperinflación y la recesión. El gendarme argentino preso no sería liberado pronto, porque es una ficha de canje. Y los cinco venezolanos refugiados en la embajada argentina en Caracas podrían ser sacados por la fuerza y llevados a una cárcel o a un centro clandestino de detención. Todos estos escenarios, o cualquiera de ellos, son perfectamente posibles según Benjamín Tripier.

Tripier es un economista argentino, con un posgrado en la Northwestern University de Estados Unidos, que vive hace más de 40 años en Venezuela. Dirige la firma NTN Consultores, desde la cual asesora a empresas públicas y privadas; preside la Cámara de Comercio Venezolano Argentina (Cavenarg), y publica regularmente columnas de análisis político en el diario caraqueño El Nacional.

A continuación, la conversación que mantuvo con NUEVOS PAPELES:

 

¿Cómo interpreta todo lo que está sucediendo en Venezuela desde las elecciones del 28 de julio?

Lo primero que hay que entender es que históricamente el chavismo, en sus declaraciones y en sus acciones, siempre privilegió a su público interno, por más que la oposición y los venezolanos en el exterior leyeran esos mensajes como si fueran dirigidos a ellos. Esa estrategia, con un determinado perfil de mensaje, funcionaba cuando el chavismo tenía la mayoría a su favor. Ahora que no la tiene, el perfil del mensaje cambia, pero sigue siendo dirigido a esas personas. Antes se trataba de cohesionarlos frente a un enemigo común y ahora es amedrentarlos para que no estorben. Porque el chavismo, como la fue preparando para hacerla combativa, es consciente del tamaño que tiene esa masa que ahora está en contra. Esto significa que no solamente los mensajes son muchos más violentos y amenazantes, sino que, como ese público sabía que en el pasado había mucho de declaración y poco de acción, ahora hay que mostrar que son capaces de asustar en serio y cumplir. Por eso vemos todo este ataque masivo y prácticamente sin ningún reparo en cuanto a la profundidad del daño. Lo importante es generar terror. Inclusive, cuando cada tanto sueltan a algunos presos, liberan a aquellos que pueden contar el terror al que fueron sometidos, de manera de desalentar a cualquiera que quiera repetir esa experiencia. Pero como también es escuchado por los opositores y por los que viven en el exterior, ese mensaje tiene el subproducto de que empeora la capacidad del chavismo para negociar una salida. Es como si hubieran ido rompiendo puentes, que entiendo que Nicolás Maduro los tenía arreglados para el 28 de julio. A estas alturas, esos puentes están dinamitados, porque la política del terror fue minando las posibilidades de una salida airosa para la cúpula del chavismo.

¿Qué opina sobre la ola de críticas a Edmundo González Urrutia desde sectores de oposición, que hubo en un momento, sobre todo inmediatamente después de que él saliera de Venezuela?

Tradicionalmente, el enfoque del chavismo frente al resultado de elecciones era “decimos que ganamos y nadie puede decirnos lo contrario, y como tenemos a favor nuestro al pueblo, que nos cree todo lo que le decimos, nos sentimos apoyados y seguimos adelante”. Así fue en las presidenciales de 2013 y 2018, y en las parlamentarias de 2020. Entonces, el único problema del chavismo, que tenía aglutinada a su gente, era que la oposición no fuera una molestia, y para eso la dividía. Y la dividía fácilmente. Primero, porque no había un liderazgo indiscutible en la oposición. Y segundo, sirviéndose de un grupo de dirigentes, identificado como los alacranes, que son progobierno pese a autollamarse opositores, y con los que contó a cambio de algún tipo de retribución. Pero esa estrategia de dividirlos no funcionó ahora, porque por primera vez apareció un liderazgo sólido, el de María Corina Machado. Ese liderazgo logró ponerse por encima de todas las diferencias internas. Que no es para siempre. Pero por el momento la base entera está con María Corina y se volvieron irrelevantes los jefes de los partidos políticos. Entonces, ya no hay posibilidad de que el gobierno divida a la oposición a través de los alacranes. Las críticas de oposición a González Urrutia hay que verlas como parte de la estrategia del chavismo para tratar de dividir, que esta vez no funcionó.

¿Qué cree que sucederá el 10 de enero, día en que termina el mandato actual de Maduro y debe asumir el presidente electo el 28 de julio? ¿Y qué cree que puede suceder a partir de esa fecha si Maduro no entrega el gobierno a González Urrutia?

El 10 de enero es una fecha clave porque es una fecha constitucional. El escenario más probable es que ambos, Maduro y González Urrutia, se juramenten, seguramente en paralelo. Porque si jura Maduro y no jura González Urrutia, encontraríamos un tema de continuidad. Si jura González y no jura Maduro, entenderíamos que es porque Maduro se fue, poco probable en este momento por cómo están dadas las circunstancias. Y si no jura ninguno de los dos, será posiblemente porque Diosdado Cabello haya formalizado el golpe que le dio a Maduro el 28 de julio y haya decidido que ya no hay juramentaciones ni nada, sino que vamos con un enfoque totalmente dictatorial, sin cuidado por las formas. Si juran Maduro y González Urrutia, que es lo que me parece más probable que suceda, creo que van a darse algunos escenarios de choque, de conflicto, porque ese día va a ser el principio de una época de mucha turbulencia, que va a durar el tiempo que dure Maduro en el poder. Ya no en el poder como siempre, con una presión interna muy fuerte. Ese es otro tema que no se contaba en el pasado, que el pueblo entero salga a la calle, y es algo que aparentemente va a ocurrir pese a las amenazas y el terror. Hay que entender que posiblemente el pueblo ya haya perdido el miedo, porque siente que ya no tiene nada más que perder. Es una sociedad que de afuera no se nota, pero está yéndose a dormir con hambre y sin ningún tipo de esperanza, y esas son cosas que no habían pasado. En ese escenario, a partir del 10 de enero entramos en un estado de pseudo guerra civil, que podría derivar en una guerra civil, en el cual Estados Unidos será un actor principal, porque es el que tiene el poder general en Venezuela, el poder máximo para hacer y para no hacer. Entre paréntesis, el chavismo sigue en el poder porque Estados Unidos no hizo lo que podía haber hecho y podría seguir haciendo. Tiene el poder para cambiar las cosas y no lo ha hecho por alguna razón que ellos tendrán. Pero me parece que en este momento, manifiestamente, quisieran que salga Maduro del poder para poder contar con alguien creíble, confiable y más o menos honesto para el manejo de todas las cosas de las que pudiera ser Venezuela proveedora o parte de un modelo.

¿Cuáles podrían ser las consecuencias de ese eventual estado de guerra civil? ¿No hay ningún modo de evitarlo?

Si la presión aumentara, incluso con la fuerza, a lo mejor se podría llegar a que Maduro y el chavismo se comporten de una manera diferente de cara al 10 de enero. Lo veo poco probable, pero está dentro del rango de posibilidades. Lo que me parece evidente es que mientras esté Maduro, la presión de Estados Unidos, económica, petrolera y hasta militar, va a ser muy, muy fuerte, sobre las personas y sobre las instituciones. O sea que lo que hay que pensar es que a partir del 10 de enero, y consolidándose a partir del 20 de enero con la toma de posesión de Donald Trump en Estados Unidos, para la parte del poder que quede en manos del chavismo, la vida va a ser mucho más complicada. Eso significa que la economía venezolana va a entrar en un proceso crítico, en el cual la desconfianza y el temor de los capitales, de los que están y de los que pudieran venir, va a ser mucho más alta, y vamos a entrar en un proceso recesivo mucho mayor. Eso es lo que se espera. Evaluar un escenario en el que no va a haber sanciones es como estar en Narnia. No hay prácticamente ninguna posibilidad de que ocurra. Hay que prepararse para un escenario de turbulencia política, económica, social e internacional.

¿Qué le sugiere el anuncio de Trump de que Mauricio Claver-Carone será el enviado especial para América Latina del Departamento de Estado?

Es un movimiento estratégico de Trump. Claver-Carone es un experto en asuntos latinoamericanos y ha demostrado ser un defensor acérrimo de los intereses estadounidenses en la región. Su nombramiento puede interpretarse como un intento de fortalecer la presencia estadounidense en América Latina y contrarrestar la influencia de países como China y Rusia. Claver-Carone también es conocido por su postura dura contra los gobiernos de Cuba y Venezuela, lo que podría indicar un enfoque más agresivo en la política exterior estadounidense hacia estos países.

¿Qué opinión tiene sobre los casos del gendarme argentino detenido en Venezuela y de los cinco venezolanos refugiados en la residencia del embajador argentino en Caracas?

Pareciera que ninguno de los dos casos se va a resolver antes del 10 de enero. La preocupación del gobierno argentino sobre el gendarme es porque se trata de un funcionario, pero no hay que perder de vista que Estados Unidos tuvo ex boinas verdes presos durante tiempo largo y después negoció su liberación a cambio de algo. El mismo Estados Unidos, con el poder de recuperación que podría tener, no lo usó. Entonces, hay que entender que posiblemente la Argentina va a tener que maniobrar muy bien comunicacionalmente, porque hasta ahora los golpes fuertes los está dando el chavismo, que armó un escenario de espionaje y por lo tanto hay dos escenarios para ver cómo se desmontan: el del espionaje y el del rehén que está preso. Me parece que es un tema que va para largo. También creo que los refugiados van a estar ahí mucho tiempo. Y hasta es posible que en algún momento el chavismo intervenga la embajada y los saque, o los saque por la casa de atrás y que nadie se entere. No hay que perder de vista que hasta ahora no les bloquearon a los asilados la señal de telefonía celular, para que puedan contar lo mal que lo pasan, que es parte del mensaje de terror. Si quisieran sacarlos de ahí por atrás, por la casa que expropió el gobierno, les bloquean la señal de celular, se los llevan y nadie se va a enterar, por lo menos por diez días, dónde están los asilados. Esa posibilidad también está abierta.

 

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