La pelota no se mancha
Qué destino trágico el de la selección de César Luis Menotti. Todavía hoy, con éste último producto, tiene que lidiar con inventos que le bajan un escalón a la potencia de su logro, y se tienen que enfrentar con interpretaciones y figuras que parasitan su conquista.
Firmenich tiene su reivindicación en Disney. A tiro de botón de control remoto, junto a las historias de Marvel, las competencias de ESPN o la constelación de productos de Star Wars, el lider Montonero puede repasar sus argumentos y contarnos su anecdotario desde un sótano o un lugar escondido con plena felicidad, realizado, orgulloso de ser parte de esa historia. De estar, al menos en esta narración, a la altura de Kempes, Menotti, el sapo Saporiti, Leopoldo Jacinto Luque o Daniel Alberto Passarella, el Gran Capitán.
Pero Firmenich no está solo como raro producto de esa fantasía. La visión de que hubo una guerra, de que hubo dos bandos, de que esos dos bandos cubrían todo el espectro político posible, de que los Montoneros eran una fuerza tan poderosa como para hacer tambalear la dictadura también. Y no solo eso: se desliza la idea de que quizás, tal vez, es posible, que la dictadura argentina haya durado menos que la de otros países gracias, posiblemente, a la acción de Montoneros. El revés de un cuento de hadas.
No se ven las gambetas de René Orlando Houseman, están ausentes las palabras del Pato Fillol y Daniel Bertoni, no se encuentran las paredes y los tacos de Norberto Osvaldo Alonso -que si bien fueron pocos, al menos existieron en el mundo que parece paralelo de la competencia deportiva Mundial 78- pero sí se realiza el delirio de incluir y romantizar el discurso de Firmenich que interrumpió uno de los partidos.
Y no solo eso: para el documental Argentina ’78 la elección de 1983 no la ganó Alfonsín. Rarísimo: parece que no la ganó nadie. No existió una ley de autoamnistía de la dictadura, ni candidatos a presidente que estaban a favor o en contra de esa ley de autoamnistía que perdonaba tanto a Videla como a Firmenich. El Juicio a las Juntas no lo hizo el gobierno radical y no fue el producto de una decisión política. El enjuiciamiento a los responsables de la dictadura y a los líderes de la así denominada “lucha armada” no se hizo bajo el gobierno que empezó el 10 de diciembre de 1983. Más bien, directamente, no existió.
Tampoco existió la contraofensiva montonera.
Parece un mundo encantado. La varita mágica del hada campanita tocó las imágenes del mundial 78 y convirtió la épica de la competencia mundialista en una historia de reivindicación y comprensión de una situación política que tuvo la carnicería monstruosa y asesina de la dictadura y la locura suicida de la violencia armada.
Y este enjuague no termina acá: Firmenich es puesto en igualdad con los torturados y los desaparecidos. Con las madres y las abuelas de Plaza de Mayo. Con los periodistas que hicieron reportajes a las madres y traficaron su material para que sea visto en aquel mismo momento. Si en esto hubiese habido bandos, para este documental Firmenich sería parte del bando de los buenos.
No voy a dejarme llevar por la tentación de decir: cierta tendencia se confirma porque no habla el tolo Gallego pero sí Víctor Hugo Morales. El relator uruguayo al menos estuvo en los partidos, no mató ni mandó a matar, es un gran referente de su oficio que si bien en 1978 no era de gran importancia sí lo fue, y mucho y muy merecido, algunos años después, aún enfrentándose a Menotti.
Una enorme pena y una enorme trampa porque el documental es emocionante. En lo que hace al fútbol y en sus contornos, también con la inclusión de imágenes que refieren al mundial “de la gente común”. En la historia de la construcción de ese seleccionado y en los avatares deportivos y no deportivos que tuvo que superar para llegar a la gloria.
Es que esa selección fue emocionante, la conquista paso a paso, el camino a victoria, la forma de jugar. Fue la encarnación de una filosofía del fútbol y una concepción de la vida. Las palabras y los recuerdos de los jugadores. La sabiduría de Menotti, puesta en frases y en imágenes una y otra vez, como si fuese un torrente infinito de pura esencia de una droga destilada que queremos cada vez más y en más cantidades, la alegría del fútbol hecha con inteligencia, gambeta y estrategia pero también con palabras, y encima con final feliz.
Lo tenemos ahí a Roberto Marcos Saporti, el sapo, impecable, brillante y sentimental, filosofía y corazón, amor por el fútbol y admiración por sus jugadores y su técnico. “Ahhh, una presencia” dice un Saporiti todavía embelesado con Leopoldo Jacinto Luque, y ahí vemos parte de la explicación. Esa selección fue un encastre perfecto. Todos enormes e inteligentes, los héroes de nuestra primera estrella.
Sin esa ridícula reivindicación del asesino Firmenich la ausencia de más fútbol y más protagonismo de todos los jugadores hubiese sido apenas tolerable. El poder cinemático de las imágenes de aquel mundial de camisetas de manga larga demandaba más presencia de fútbol, y más reivindicación de los jugadores que hicieron posible que levantáramos la copa.
Imagínense al jujeño José Daniel “la rana” Valencia sentado frente al televisor para ver el documental. O Killer o Pagnanini. Lavolpe o el chocolate Baley. Protagonistas todos de aquella epopeya. Van a tener que esquivar, otra vez, una interpretación lamentable, dar vuelta rápido la página, apretar los dientes y seguir recordando su condición de héroes deportivos de un juego que le importa a tanta gente y que llevó al cielo la inigualable alegría de la primera vez.
Estoy tan agradecido a ellos que voy a poner sus nombres. Les pido disculpas por tan poca reivindicación. Que vivan ellos, que viva el fútbol, que viva la vida y que viva la paz.
Norberto Osvaldo Alonso, Osvaldo César “pitón” Ardiles, Héctor “chocolate” Baley, Ricardo Daniel Bertoni, Ubaldo Matildo “el pato” Fillol, Américo Rubén “el tolo” Gallego, Luis Adolfo Galván, Rubén Galván, René Orlando “el loco” Housemann, Mario Alberto “matador” Kempes, Daniel Killer, Omar Rubén Larrosa, Ricardo Antonio La Volpe, Leopoldo Jacinto Luque, Jorge Mario Olguín, Oscar Alberto Ortiz, Miguel Ángel Oviedo, Rubén Oscar Pagnanini, Daniel Alberto Passarella, Alberto César “conejo” Tarantini, José Daniel “rana” Valencia, Ricardo Julio Villa. Director Técnico (DT): César Luis Menotti Preparador Físico: Ricardo Pizzarotti. Asistentes técnicos: Roberto Saporiti, Rogelio Poncini. Médico: Rubén Oliva. Asesor Técnico: Rodolfo Kralj.
Publicado en Perro Banco el 23 de diciembre de 2024.
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