Viajó por motivos familiares. El chavismo lo acusa de espionaje. Varios extranjeros fueron apresados de manera similar. La embajada argentina sigue asediada
La dictadura de Nicolás Maduro detuvo a un gendarme argentino que estaba de viaje en Venezuela. Se trata de Agustín Nahuel Gallo, cuya pareja es venezolana, por lo que se trasladó a ese país por motivos familiares.
María Gómez, pareja de Galló, contó que hace seis años se radicó en la Argentina, como tantos otros de sus compatriotas que huyeron debido a la crisis de Venezuela. Pero hace siete meses debió regresar a su país para atender a su madre.
“Lo último que supe de Nahuel fue el domingo [8 de diciembre] a las 10:57 de la mañana. Me dijo que lo retuvieron y lo llevarían para hacerle una entrevista. Le quitaron el celular. Cuando fueron las elecciones le escribí que aquí hay una dictadura, imagino que eso lo perjudicó de alguna manera”, contó Gómez a DNews.
Gómez y el gendarme tienen un hijo argentino, de poco menos de dos años. Los tres se reencontrarían en Caracas.
Gallo presta servicio en Mendoza, en un paso fronterizo hacia Chile. Pidió licencia antes del viaje. Lo detuvieron en la frontera entre Colombia y Venezuela, en un control del estado (provincia) de Táchira en Venezuela. Tenía previsto ingresar por tierra debido a que no hay vuelos directos desde la Argentina, ni tampoco otros países con los que el chavismo rompió relaciones diplomáticas.
“Queríamos reencontrarnos, abrazarnos. Nunca imaginamos que esto pasaría. Pensamos que haciendo todo legalmente no habría problema. Ninguna persona que vendría a acabar con la dictadura ingresaría como lo hizo Nahuel”, sostuvo Gómez.
Desde septiembre la dictadura detuvo a varios ciudadanos extranjeros, entre ellos dos españoles, tres estadounidenses, un checo, un peruano y un uruguayo. Con todos, según pudo reconstruir Nuevos Papeles, la modalidad fue la misma: entraron por algún estado fronterizo y cerca también de las fronteras, fueron detenidos. A todos se los acusó por delitos como terrorismo, instigación al orden público o terrorismo. A Gallo en particular se lo sospecha por espionaje.
Por lo general la dictadura, hechas las detenciones, aísla a sus víctimas, que quedan sin acceso a abogados ni llamadas a familiares. Sus paraderos tampoco se informan de forma oficial, por lo que pueden acabar en una comisaría, un fuerte militar, una cárcel común, algún centro de torturas como El Helicoide o una casa clandestina. Nada garantiza, por otra parte, que sean procesados, pues el chavismo también opta por “desaparecer” disidentes, que pasan a un limbo legal.
La captura de este gendarme argentino trascendió el mismo día en que Edmundo González y Corina Machado, referentes de la oposición, junto con la Organización de Estados Americanos, mostraron fotografías de francotiradores que apuntan contra la residencia del embajador argentino en Caracas, donde hay asilados seis dirigentes venezolanos que forman parte del equipo de trabajo de Machado.
La sede diplomática argentina está asediada desde el 23 de noviembre. Cortaron el servicio de agua y luz, hay drones que sobrevuelan y patrulleros en la puerta. Machado denunció que las casas aledañas fueron tomadas por los grupos de inteligencia chavista.
Después de las elecciones presidenciales que ganó la oposición según las únicas actas disponibles, Maduro expulsó a las misiones diplomáticas de Argentina, Uruguay, Chile, Paraguay, Panamá, República Dominicana y Costa Rica. La embajada argentina está a cargo de Brasil. Así, los contactos con el ministerio de Relaciones Exteriores chavista son mínimos y de poco o nada han servido las advertencias y llamados de varios países y organismos internacionales para que cesen los ataques de la dictadura o se permita viajar a los asilados rumbo a Buenos Aires.
El 10 de enero debe asumir el nuevo presidente. González, asilado en España, y Corina Machado, en la clandestinidad, sostienen que se juramentarán en Venezuela. Maduro, en cambio, amenaza con detenerlos y aferrarse al poder por la fuerza.