lunes 25 de noviembre de 2024
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Postales del fin del trabajo conocido

“Andá al puerto a hombrear bolsas”, era una expresión común hasta el último cuarto de siglo pasado en la Argentina. Un trabajo no calificado que prometía algo de dinero a cambio de un gran esfuerzo físico. Mucho ha cambiado desde entonces y seguirá cambiando en el otrora rudo escenario portuario de cualquier país.

Así lo marca la imponente huelga de estibadores en los EE.UU. que causó miles de millones de dólares de pérdidas a la economía, durante las tres jornadas de paro total, aunque las estimaciones son variadas. Los motivos del paro: aumento de salarios y freno a la automatización que será casi total de las terminales de carga. Algo que ya ha sucedido en importantes puertos chinos en los que toda la operatoria está robotizada.

La Asociación Internacional de Estibadores, el sindicato de los trabajadores portuarios de la Costa Este y del Golfo de los EE.UU., finalmente acordó volver al trabajo después de alcanzar un aumento del 61,5 por ciento en seis años. Sin embrago, el tema de la automatización no fue resuelto y las condiciones laborales actuales seguirán vigentes hasta el 15 de enero próximo, momento en que los 45.000 trabajadores de esa actividad volverán a discutir lo que parece inexorable: el fin del trabajo tal como lo conocen hoy, su reemplazo – algunos pocos podrán reconvertirse – por poca mano de obra especializada que manejará desde una pantalla toda la carga y descarga de mercaderías.

En el panorama de ese país, la sindicalización – que ha sido promovida por la administración Biden – es baja y débil en algunas ramas de la actividad económica y nula en las empresas tecnológicas, incluso en las de autos eléctricos cuyas patronales no sufren a los sindicatos de las fábricas de autos de combustión interna.

Del mismo modo que lo hizo en la década de 1960, el sindicato de estibadores hizo frente a la irrupción del contenedor que eliminaría mucha mano de obra, la encrucijada actual tiene la misma lógica. Entonces, se negociaron salarios más altos, garantías de salario mínimo y algo llamado “regalía por contenedor”, pagos especiales hechos al sindicato para compensar las pérdidas de empleos. Además, se aseguró que, aunque el trabajo de un trabajador portuario cambiase, seguiría estando sindicalizado.

Los representantes de los trabajadores saben que la automatización, como el contenedor, son avances inevitables, lo que buscan negociar es que la transición sea lo menos gravosa posible para los estibadores y que la estructura sindical no quede desfinanciada. Pero no todas las actividades económicas tienen la gravitación de los estibadores, como los trabajadores de Hollywood que estuvieron meses de paro, ni están sindicalizadas como en el emporio de Elon Musk, por lo que el futuro del trabajo sigue siendo una incertidumbre tanto en los países centrales como en los periféricos.

La suspensión de la huelga representa un gran alivio generalizado, por dos razones: se inició en el momento álgido de la temporada de compras navideñas en los 36 puertos que manejan aproximadamente la mitad de la carga de los buques que entran y salen de EEUU, y a pocos días de las elecciones en las que un conflicto prolongado hubiera influido, no sólo sobre la cadena de suministros y los precios, sino sobre el humor del electorado.

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