sábado 21 de diciembre de 2024
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Futuro imperfecto

El futuro imperfecto es el verbo que se usa para hablar de las intenciones, de cosas que suponemos, y de predicciones. “Mañana estaremos mejor”. Es una frase que se utiliza para describir una acción futura que se llevará a cabo en un momento posterior, mientras que el futuro perfecto se emplea para expresar una acción que estará completa o finalizada, en relación con un punto específico en el futuro.

Una fuerte falla en el pasado reciente, y un presente cada vez más duro, donde la insensibilidad, la brutalidad y el autoritarismo campean a sus anchas, nos han dejado abandonados solo a una quimera futura, a una luz al final del túnel, que se conjuga solo en futuro imperfecto.

En el año 2013 el antropólogo hindú Arjun Appadurai publicó “El futuro como hecho cultural”, donde  propone una nueva rama de la antropología que se centra en el devenir, en lugar de solo en el presente o el pasado.

Esta antropología del futuro busca entender cómo las sociedades imaginan y construyen su porvenir. El autor revisa sus ideas sobre la globalización, el flujo de personas, ideas y bienes, y cómo estos procesos afectan la identidad y la cultura. Appadurai introduce el concepto de la “política de la esperanza”, sugiriendo que las sociedades deben adoptar una visión optimista y proactiva para enfrentar los desafíos globales. Una parte significativa del libro se basa en su trabajo con activistas por la vivienda en Mumbai, lo que proporciona una perspectiva práctica y aplicada a sus teorías.

Creer en el futuro es central para la vida de los seres humanos. Toda sociedad necesita de un núcleo de creencias importante, porque las creencias nos unen, y nos permiten enfrentar las desazones de la vida cotidiana. Nos permiten sentir el paliativo afectivo y ético de un proyecto común. Las creencias están determinadas por sensibilidades colectivas, por formas de sentir en común, por culturas afectivas, que actúan como una defensa frente a las angustias materiales y espirituales. No se imponen, ni se pueden cambiar por la fuerza, pero van cambiando a su propio ritmo.

La diferencia entre las creencias religiosas y las políticas es que el objeto de creencia en las religiones no está en el plano de lo material, ni depende de lo que pasa en la realidad. En cambio, los proyectos de país necesitan de su verificación en la vida real. Como decíamos al principio, perdimos un pasado cercano y vivimos en un presente duro de sobrellevar, nos queda un futuro cuyas características no podemos visualizar claramente.

Es difícil conjugar el futuro imperfecto cuando por ejemplo se trata de los jubilados, cuyo tiempo de vida requiere la retribución que se merecida por lo aportado en función de lo aportado mientras eran económicamente activos.

Es difícil conjugar el futuro imperfecto ahogando el bien más preciado que tiene nuestro país, que son las universidades públicas. Quizás necesitemos de otro futuro, menos imperfecto, que conjugue equilibrio fiscal con sensibilidad social, crecimiento económico, y mayor calidad institucional.

Publicado en Clarín el 23 de septiembre de 2024.

Link https://www.clarin.com/opinion/futuro-imperfecto_0_Opq1hXs4le.html

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