jueves 26 de diciembre de 2024
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Nueva espiral represiva en la Venezuela bolivariana

La desaparición forzosa de Rocío San Miguel, seguida por su detención en el Helicoide, la mazmorra y centro de tortura de la policía política venezolana (SEBIN), es todo un símbolo del deterioro de la situación política y del clima de terror que está imponiendo el régimen al conjunto de la sociedad. Si en octubre pasado los acuerdos de Barbados, firmados entre el gobierno y la oposición, con el beneplácito de la Administración Biden, presuponían la leve esperanza de una cierta apertura política, en su lugar hoy se alzan negros nubarrones y cualquier expectativa de mejora ha quedado definitivamente enterrada.

La falta de palabra de los negociadores gubernamentales venezolanos ha sido una constante desde la llegada de Nicolás Maduro al poder, por más que ciertos valedores internacionales quisieran endosarle una pátina de respetabilidad inexistente. Una y otra vez el gobierno chavista ha jugado con el palo y la zanahoria, pero a la hora de la verdad siempre ha aplicado el palo. Hoy en Venezuela hay más de 260 presos políticos.

La anulación de las elecciones primarias de la oposición, donde arrasó María Corina Machado, el encarcelamiento de colaboradores próximos y de algunos opositores (como Tamara Suju y Sebastiana Barráez), junto a las denuncias de cinco complots diferentes para asesinar a Maduro, son claros ejemplos de la vocación dictatorial y represiva del régimen. También de su férrea voluntad de seguir controlando los destinos del país.

¿Quién es Rocío San Miguel? San Miguel es una muy competente estudiosa de las fuerzas armadas y de las relaciones entre civiles y militares (sociedad civil, partidos políticos, etc.). También una firme defensora de los derechos humanos y políticos, actividad que desarrolla a través de la ONG Control Ciudadano, de la que es directora. Tiene excelentes relaciones dentro y fuera del país y posee la doble nacionalidad, venezolana y española. Pese a todo, fue detenida, al igual que varios de sus familiares directos, y acusada de terrorismo, conspiración y traición a la patria.

Esta última figura delictiva es una de las preferidas por las dictaduras de cualquier tipo. Por supuesto que cuando en estos casos se habla de traición a la patria se alude a una pura entelequia y la traición radica únicamente en la mente calenturienta de los acusadores. Para ellos, la patria (y la vil conjura que deben enfrentar) es solo la encarnación de su propia imagen reflejada en el espejo. La burda línea divisoria entre el nosotros y ellos termina siendo trazada, siguiendo la teología peronista aplicada en estos casos, por la antinomia entre patria y antipatria. Y mientras la patria está coronada por las virtudes excelsas del régimen, la antipatria se limita a recoger el conjunto de los valores perversos que ostenta una oposición que solo merece ser aniquilada.

Las palabras de algunos responsables políticos chavistas no pueden ser más elocuentes en lo relativo a tamaño despropósito, comenzando por lo que entienden como respeto absoluto a las garantías judiciales y democráticas. El fiscal general Tarek William Saab llamó “mitómanos y tarifados” a quienes salían en defensa de San Miguel. Aludiendo a las denuncias de desaparición forzada e insistiendo en que su detención se había realizado siguiendo todos los procedimientos legales respondió amenazante: “¿Cómo explican que hasta ahorita haya gente diciendo de una desaparición forzada? Todo es para enlodar la democracia venezolana. Mienten y al mismo tiempo delinquen al decir esas mentiras”.

Por su parte, el ministro de Exteriores, Yván Gil, al justificar la expulsión de los trabajadores de la Oficina del Alto Comisionado de Naciones Unidas, que se había preocupado por el paradero de San Miguel, los acusó de ser muy activos “cuestionando el accionar del Estado y esto en ningún Estado es tolerable” y de ser “una caja de resonancia de la oposición de extrema derecha venezolana”. En clara alusión a San Miguel dijo que los funcionarios internacionales protegían a quienes han intentado “subvertir el orden constitucional y crear violencia en Venezuela”.

El aumento de la represión y el desmantelamiento de los acuerdos de Barbados se hicieron sentir de una manera más intensa cuando la candidatura de Machado se hizo irreversible. El respaldo popular hacia la candidata dejó en evidencia la soledad social de Maduro y del chavismo, a los que no les basta con descalificar a cualquier adversario definiéndolo como fascista o de extrema derecha. Ya no son solo la gran mayoría de los ocho millones de venezolanos que han debido abandonar el país los que le han dado la espalda al régimen, sino buena parte de los que aún subsisten dentro en condiciones cada vez más críticas.

Siguiendo el modelo represivo cubano, la dictadura chavista está dispuesta a hacer todo lo humano, y lo inhumano, para mantenerse en el poder, incluso vulnerando su propia legalidad. Se le suele atribuir a Maduro el dicho de que si en alguna oportunidad tienen que perder las elecciones y abandonar el poder serán ellos los que decidan cuándo y contra quien. Mientras tanto, parece que no ha llegado el momento de celebrar una elecciones libres y transparentes. En el hipotético caso de que esto ocurra, las opciones de Maduro de salir indemne ante Machado serían prácticamente nulas. Por eso, el chavismo sigue embarrando la cancha.

Publicado en El Periódico de España el 21 de febrero de 2024.

Link https://www.epe.es/es/opinion/20240221/nueva-espiral-represiva-venezuela-bolivariana-opinion-carlos-malamud-98406874

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