jueves 26 de diciembre de 2024
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Aproximación a India y la ASEAN

El cambio de Gobierno abrió debates sobre temas que parecían cerrados, como los vínculos con Asia y, en especial, con China. En ese marco, la decisión de no ingresar a los BRICS y gestos con la representación de Taiwán, generaron ruido político, sobre todo, en analistas, diplomáticos y expertos.

Lo que se vio fue una reacción un tanto histérica: “¿cómo vamos a ofender a China, de quien tanto dependemos por su aporte a la economía nacional?” Esto se originó –y hay que recordarlo por lo absurdo– porque un diputado había aceptado de los taiwaneses 300 pan dulces para repartir en las fiestas navideñas. Luego se acentuó por los sucesos antes mencionados.

Lo que resalta cuando se discute sobre Asia es nuestro desconocimiento. La idea de que una grieta ideológica separe a dos países por sobre el beneficio producido por el comercio, es propio de las anteojeras de nuestra política doméstica, antes que de la política exterior de los países asiáticos.

Asia en general, y China en particular, sostienen relaciones exteriores basadas en un pragmatismo que, sobre todo, separa la política de los negocios.

De hecho, China es el principal socio comercial de Taiwán y firmó un acuerdo de libre comercio con Australia, Japón y Corea del Sur, países alineados en su contra. Al mismo tiempo, integra los BRICS junto a India, con quien mantiene enfrentamientos bélicos en su frontera común.

El desconocimiento también oculta que la relación entre Argentina y China debe ser reevaluada. Si bien China es un gran comprador de productos agroindustriales, al mismo tiempo, la balanza comercial está desequilibrada a su favor. Es decir, le compramos mucho más de lo que ellos nos compran. Justo al revés de lo que pasa entre China y Brasil (con Lula y antes con Bolsonaro).

Cada país, por supuesto, hace lo que le conviene. Los chinos parecen más interesados en aumentar los préstamos en forma de deuda y sumar a Argentina a sus foros de desafío geopolítico a Estados Unidos, antes que discutir sobre el desequilibrio comercial.

Para eludir la dependencia y la asimetría, hay que ver a Asia más allá de las fronteras de China. De hecho, la suma de exportaciones argentinas a India, Vietnam, Malasia, Indonesia y Corea del Sur superan a las que van hacia China. Otro dato poco difundido es que en 2023 el principal destino de las exportaciones de granos y subproductos argentinos fue Vietnam y eso ha sucedido por segundo año consecutivo.

Poner la vista en China en forma excluyente impide ver a países como India, con un renovado protagonismo geopolítico y un mercado inmenso. El comercio con India no ha dejado de crecer y, a diferencia de China, con superávit para Argentina. India se ha convertido en el principal cliente de Santa Fe y en el primer destino de los aceites vegetales que se producen en el país.

El Sudeste asiático es otra región donde hay que avanzar, especialmente con Indonesia, Vietnam, y Malasia, que son importantes socios comerciales de Argentina. Además, estos países junto a Filipinas, Tailandia, Brunéi, Singapur, Laos, Myanmar y Camboya integran la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN), de la que hay mucho por aprender.

Mientras el Mercosur languidece, y la Unión Europea es la vara inalcanzable para medir si la integración regional es exitosa o no, ASEAN presenta un modelo alternativo. La acción conjunta en ASEAN permite a países chicos y medianos maximizar su poder geopolítico en una región repleta de gigantes con armas nucleares. Al mismo tiempo, ha fortalecido el clima de negocios, mejorando sus economías y la seguridad en sus fronteras.

Asia es más que China. Pero en Argentina hay políticos y académicos que insisten en una visión sinocéntrica de Asia, sostenidos en fantasías de inversiones que nunca llegan o asimilando el modelo chino a una especie de Unión Soviética 2.0. Pero nada de eso es responsabilidad de los chinos.

Seguimos siendo los argentinos quienes tenemos dificultades para salir de los estrictos marcos ideológicos que utilizamos para entender cómo funciona la realidad, aunque, una y otra vez, la realidad funcione de otra manera que no queremos ver.

Publicado en Clarín el 8 de febrero de 2024.

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