Cada año, la Unidad de Inteligencia Económica de la prestigiosa revista The Economist publica el “Informe sobre los escenarios de riesgos” que impactaran en los países del mundo en distintas dimensiones. Sobre cada uno de estos 10 escenarios de riesgos políticos, militares, tecnológicos y ambientales, plantearemos como se relacionan con la Argentina.
El escenario de riesgo uno es que el posible “endurecimiento de la política monetaria se prolongue hasta 2024, provocando una recesión mundial y volatilidad financiera”. Este escenario deberá fortalecer el rol del estado en sus tres funciones que han construido la modernidad política: el monopolio de la fuerza legítima, la regulación entre el capital y el trabajo y la distribución de los bienes públicos.
El escenario de riesgo dos es que “la carrera por las subvenciones a las tecnologías verdes se convierte en una guerra comercial mundial”. Este debe mitigarse, según el propio análisis, con las capacidades estatales para regular aranceles y promover desde el estado las investigaciones de esas fuentes energéticas.
El escenario tres plantea que “los fenómenos meteorológicos extremos causados por el cambio climático perturban las cadenas mundiales de suministro”. Aquí se genera una oportunidad para continuar proveyendo al mundo de alimentos con cada vez mayor valor agregado.
El escenario cuatro plantea que “el descontento social y las huelgas se extienden y alteran la productividad mundial” debido a la alta inflación y la caída de los ingresos que se confirma en los países del G20. El informe puntualiza las protestas sociales en Europa, Estados Unidos, Corea del Sur y la Argentina. En este sentido, tres políticas se imponen: la atracción de inversiones productivas, la inversión pública y la contención social.
El escenario cinco alerta sobre la gran línea roja de la equidistancia de la política exterior de los países: “China avanza hacia la anexión de Taiwán, forzando un repentino desacoplamiento global”. De producirse una improbable confrontación en diferentes escalas, la Argentina deberá tener muy claro su posicionamiento, en el cuadro de alianzas globales que ya existen.
El sexto escenario analiza que “un cambio en la administración estadounidense provoca bruscos cambios en la política exterior, tensando las alianza” del país. Esto daría lugar a modificaciones en el multilateralismo, el cambio climático y la posición frente al apoyo financiero y militar a Ucrania. Esto fortalecería a China y generaría la tentación de los países periféricos – incluida la Argentina- de acercarse a ella con unos Estados Unidos retraídos sobre su interior.
El escenario siete pronostica que “los fallos de la política de estímulo en China conducen a un aumento de los controles estatales y a una disminución de las perspectivas de crecimiento”.
Esto obligaría a considerar de manera definitiva la proporcionalidad del orden cuadrangular que hemos analizado en otras publicaciones (Estados Unidos, China, Europa y el Sur Global) para diseñar nuestro tablero de política exterior equilibrado.
El escenario ocho, coloca el acento en la probabilidad de que “la guerra entre Israel y Hamás se convierte en un conflicto regional” con dos consecuencias concretas. En primer lugar, un aumento de los precios del petróleo generado en la región; en segundo lugar, una reconfiguración de las alianzas regionales y globales.
Esto obligaría a la Argentina a pensar en mantener algún control soberano sobre los recursos energéticos y una política muy selectiva y cuidadosa apoyada en nuestra pertenencia estructural a occidente.
El escenario nueve, analiza la posibilidad de que “la inteligencia artificial perturbe las elecciones y socave la confianza en las instituciones políticas”. Este tema -el mundo desarrollado- se discute en qué grado el estado debe regularla, nunca sobre dejarla librada a la dinámica del mercado.
El escenario diez, afirma el probable riesgo de que “la guerra entre Ucrania y Rusia se convierta en un conflicto mundial”. El riesgo más importante en este escenario sería un ciberataque estatal sobre las infraestructuras críticas y de seguridad.
Los resultados de una expansión del conflicto serían una presión de Rusia a China e Irán –entre otros actores estatales y no estatales- para sumarse al frente bélico. Asimismo, los efectos sobre la economía mundial serían devastadores.
En este sentido, para contrarrestar los efectos de la crisis, se impone el fortalecimiento de las capacidades estatales sobre la economía y la seguridad informática gubernamental, como única política para evitar daños al país y sus ciudadanos.
Sobre este análisis empírico de más de doscientos países y un grupo multidisciplinario de expertos, podemos concluir que la política exterior argentina debe sostenerse en base a dos equilibrios estructurales.
En primer lugar, la aceptación de un equilibrio global cuadrangular para diseñar nuestro tablero estratégico internacional. En segundo lugar, el equilibrio entre la dinámica del mercado y la regulación estatal. Ambos, han mostrado ser los pilares del desarrollo de los países exitosos de la OCDE que la Argentina aspira a ingresar.