Diáspora: Conjunto de comunidades de un mismo origen o una misma condición establecidas en distintos países.
El día que entendí por qué los argentinos nos sentimos conflictuados por tantos años con Messi, fue el día que comprendí que Lionel era un migrante. Hoy a un año del aniversario de la conquista de la copa del mundo.. En los últimos años la inmigración se ha mantenido constante, con alguna excepción pero cada vez son más los que no viven en Argentina, podemos llamarla la tercer ola, la de los 70 a causa de la dictadura, la del 2001 a causa de la crisis y la actual la de la crisis silenciosa. La tercer ola de migraciones es la que le corresponde a mi generación, los nacidos en la segunda mitad de los 80´s, que el otro día reflexionamos que desde que somos económicamente activos no hemos tenido un momento de euforia económica.
Pero claramente es un fenómeno nuevo lo que estamos viviendo, y que se ha acrecentado y hecho visible en los últimos años. Por ejemplo en Rusia 2018 no había fotos y videos de argentinos congregados por todo el mundo, igual eso pudo ser por la falta de que celebrar, pero sí ha sido un fenómeno que nos han mostrado lo grande que son nuestras comunidades fuera de la argentina, la diáspora ya es un hecho. Artistas, deportistas que migraron pequeños o nacieron allá y que son argentinos tan argentinos como los que se criaron a kilómetros del obelisco. Nathy Peluso, Anya Taylor, Garnacho, Paz y los que seguirán viniendo. Sin duda Messi no es de la generación que mencioné antes pero sin duda es un migrante a causa del malestar generado por la crisis del 2001.
Fue él quien abrió ese camino, que sufrió por el solo hecho de haber pasado su adolescencia allá. ¿Quién quiere migrar a los 14 años? Solo con una parte de la familia, por que el club de su barrio ni los grandes del país tenían los recursos para pagar su tratamiento. Esa resistencia, que tuvo que superar Lionel, es la resistencia del pueblo argentino a la migración, a asumirnos como un país en crisis, como un país que expulsa a su gente y no que recibe. Donde pronto, como en muchos otros países latinoamericanos, una de las principales causas de ingreso podrían ser las remesas.Fenómeno que hace unos años no se veía y que ahora se puede ver en las largas filas de Wester Unión, donde las personas de la tercera edad esperando unos pocos dólares para poder afrontar sus gastos. Perdónanos Lionel, sobre todo porque como dijo Casciari, vos fuiste el mejor de los migrantes, nunca perdiste tu acento rosarino, nunca dejaste de pasar la navidad en Rosario. Solo los migrantes te entendieron, por que en aquel entonces entendían de tu sacrificio, sabían lo que era ser parte de la diáspora.
Pero nosotros, los que nos quedamos, los que nunca salimos. Sentíamos que no eras uno de los nuestros, que no tenías potrero, que no tenías personalidad por que te falto barrio. Que no tenías olor a asado, ni los dientes manchados de tanto tomar Mate. Lo más triste, que nunca te habías sacrificado, que eras de cuna de oro. Perdón de nuevo, una y otra vez, hasta el cansancio lo voy a repetir. Hoy que fui migrante, por seis años comprendo todo lo que tuviste que pasar y lo injusto de nuestro accionar. Y lo más triste de todo, el de haber sido un apátrida.
Definitivamente nunca fuiste ni serás Catalán y cuando volvías a la tierra de tus amores, al lugar de tu infancia te maltratamos. Y vos como buen inmigrante, aguantaste. En silencio, como se espera de los recién llegados. Hasta que un día nos enseñaste a todos. ¿Pero qué debemos aprender de vos? ¿A ser humildes, callados y laburadores? Seguramente sí eso también, pero sobre a entendernos como país, a entender la migración.
El sacrificio de estar lejos y el de tener que lidiar permanente con tu identidad. Obviamente siempre te sentiste argentino, pero al escuchar los chiflidos te habrás planteado miles de interrogantes. Como no lo ibas a hacer si en tu tierra no te reconocían. Hoy hay muchos migrantes, que no pierden su identidad, y eso es por que viven en comunidad con otros/as argentinos/as, que les permiten mantener intactas las costumbres, sumada a algunas panaderías, carnicerías y parrillas. Pero sobre todo nos enseñaste a reconocernos como país, a entender que ya no somos el país que fuimos, que narramos de forma incorrecta “como descendientes de los barcos”, que nos creímos ajenos a la realidad de nuestros hermanos latinoamericanos, que éramos un país al que le gente quería venir y nadie quería salir porque éramos los mejores del mundo.
Hoy ese país que fuimos, ya no somos, y este debe ser el punto de partida para entender de dónde venimos y adonde vamos. Hoy la inmigración es un hecho, hoy hay más celebraciones familiares en diciembre que en septiembre, porque diciembre es el mes en el que los familiares de afuera vuelven a visitarnos. Hoy todos sabemos la diferencia horaria con España o México o Estados Unidos, para saber si escribirle a ese amigo o familiar. Hoy todos tenemos algún niño conocido que no nació acá y que habla con una tonada que no nos es familiar. No estamos muy lejos de al aterrizar los aviones en Ezeiza se aplauda no por la labor del piloto, si no por el orgullo de volver a nuestra tierra como ya lo hacen los puertorriqueños.
No es mi intención hacer de este artículo una cuestión derrotista, una oda al desánimo y a la desesperanza. Si no por el contrario solo busco que comprendamos que la migración es parte del mundo en el que vivimos, el del mundo globalizado. Seguro la realidad se nos imponga, pero si la ayudamos cambiando nuestra forma de narrar y comprender la migración será mejor sobre todo para los que están afuera. Ya hay otros países que han trabajado mucho en esto y que han podido construir nuevos tipos de identidades. Por eso debemos aprender a narrar nuestra identidad incluyendo la migración. También tendremos que ponerle nombres a nuestras comunidades, así como les llaman los nuyoricans puertorriqueños de nueva york o marielitos a los cubanos de Estados Unidos. Nosotros tendremos los argeñoles, los argentanos, los gringotinos, o los que emerjan de la creatividad popular.
Hoy hace un año Messi dejó de ser un Rey sin tierra, hoy nadie duda de su argentinidad, hoy es el capitán indiscutido. Una vez más Messi nos hace amigarnos cómo argentinos, así también con la migración y los migrantes. Espero que también que con nosotros mismos como país, que dejemos de ser tan dramáticos, de sentirnos un país fracasado y nos abracemos y tiremos juntos para el mismo lado. Que entendamos que muy pocos países son ajenos a este fenómeno y que así como abrazamos y comprendimos a Messi, nos podamos comprendernos. Que podamos tomar conciencia de que el hecho de que haya migrantes no responde exclusivamente de nosotros, afuera hay un mundo que tiene tendencias que muchas veces son ineludibles aun para los campeones del mundo, nosotros los fantásticos argentinos.