El ex embajador norteamericano Manuel Rocha, uno de los más experimentados hombres del Departamento de Estado, con múltiples destinos en América latina, entre ellos la Argentina de los años 90, y recordado como un “halcón” , anticomunista de la línea dura, resultó ser un espía que reportaba a la Cuba de Fidel Castro.
La sorpresa que causó esta revelación, sobre todo en quienes fueron sus interlocutores y jamás hubieran sospechado semejante cosa, se matiza con otros antecedentes históricos que permiten develar los vasos comunicantes detrás del tinglado de la geopolítica del siglo XX, desde la segunda posguerra a la Guerra Fría, hasta nuestros días. Algo que cuentan tantas novelas de espías de John Le Carré y recrea tan bien la serie The Americans, cuyo título en español es precisamente “Los infiltrados”.
Uno de los casos más resonantes, aunque poco recordado, es la que involucra al famoso embajador Spruille Braden, el antagonista del coronel Perón que terminó siendo, involuntariamente, un principal aliado de este en su ascenso a la presidencia durante aquel 1945 que cambió el mapa político de la Argentina.
Pese a los servicios prestados a su país, Braden era, al momento de su defenestración, objeto de otras sospechas por parte de influyentes sectores de la política hemisférica de Washington. Un libro publicado en edición bilingüe en 1947 en Ciudad Trujillo, República Dominicana, lo acusa abiertamente de “servir a los intereses del Soviet”.
Su autor, José Vicente Pepper, un publicista de origen venezolano que trabajaba para el dictador dominicano Rafael Trujillo, denuncia que “el funesto Spruille Braden estranguló en sus manos la obra grandiosa de Roosevelt (y) trabajó solamente en beneficio de la penetración soviética”.
El senador republicano Kenneth Wherry, citado en la misma publicación, recomienda que “el primer lugar donde debemos comenzar a barrer el comunismo es en nuestro propio patio trasero. Algunos de los importantes funcionarios del Departamento de Estado deben ser eliminados. Seguimos teniendo en el Departamento de Estado a ese señor Braden…”. Adquiriendo una fachada arquetípica, así como los veían -o querían ver- sus enemigos, detrás de estos halcones fervorosos e inflexibles se escondían “topos”, agentes encubiertos.
Con el típico estilo de informe de inteligencia el libro firmado por Pepper relaciona fuentes, personajes y hechos fragmentarios y los conecta como pruebas contundentes. Pero se ocupa de recordar un hecho cierto: “Fue Braden quien hizo del líder comunista Gustavo Durán su ayudante especial, a sabiendas de que se trataba de un peligroso agente de Moscú”.
Al lado de Braden estaba el enigmático Gustavo Durán, español republicano y antifascista acusado de reportar a Moscú. Amigo de Rafael Alberti, de Federico García Lorca, de Luis Buñuel, de Ernest Hemingway y de tantos otros poetas, escritores y pintores, entre ellos Victoria Ocampo, Durán era un personaje acompañado por el aura de la leyenda y la ficción y resulta ser otra pieza clave en esta historia de intrigas internacionales y diplomacias secretas.
El otrora poderoso embajador Rocha, detenido en Miami, tendrá más tiempo libre ahora, mientras espera un juicio por traición a la patria, para leer sobre aquellas historias de diplomacia y espionaje.
Publicado en Clarín el 16 de diciembre de 2023.
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