La integración regional ha sido históricamente una variable estratégica de la inserción de la Argentina democrática en el mundo. La audacia política del presidente Raúl Alfonsín, junto al mandatario brasileño José Sarney, permitieron sentar las bases del proyecto Mercosur. Fortalecido luego por el tándem Carlos Menem-Fernando Henrique Cardoso, nuestro proyecto regional tuvo siempre sus bemoles, pero nunca dejó de formar parte del horizonte estratégico de los Jefes de Estado argentinos durante las últimas décadas. Sin embargo, la reciente decisión del Poder Ejecutivo de abandonar la mesa de negociaciones externas del Mercosur nos pone frente a una serie de interrogantes críticos para el futuro.
Lo primero que vale la pena preguntarse es si acaso está en la tradición de política exterior de nuestro país autoexcluirse de un proceso de negociación de reglas de juego. En un contexto global de fuerte incertidumbre como el que vivimos, donde se están redefiniendo procesos y dinámicas de todo tipo, está en nuestro interés nacional contar con la mayor cantidad de opciones de vinculación posibles. A primera vista, en ese sentido, resulta difícil pensar de qué manera pueden existir más costos que beneficios de permanecer sentados en la mesa, no sólo para proteger nuestros intereses, sino para ser parte constructiva de un futuro compartido con nuestros vecinos.
Otra duda que surge de inmediato es cómo perciben esta decisión en Montevideo, Asunción y Brasilia en términos del compromiso de la Argentina con el proyecto de integración regional. Porque además de hacer más visibles las brechas de interpretaciones y cursos de acción necesarios entre nuestro país y el resto de los socios del Mercosur, la decisión pone a prueba los límites del marco jurídico-institucional con el que cuenta nuestro proyecto de integración. O peor aún, puede ser percibida como un abandono de la región, un “sálvese quien pueda” en lugar de pensar en la región como mecanismo de solución de los problemas comunes.
Finalmente me pregunto: ¿qué tipo de mensaje envía al mundo esta decisión de la Argentina? Por un lado, agrega una señal ruidosa al proceso de aprobación parlamentaria de aquellas negociaciones finalizadas o en proceso de revisión legal. Y por otra parte, expresa una señal confusa hacia los países con los que teníamos conversaciones en curso. Se trata de bloques y Estados que aceptaron negociar con los cuatro socios del Mercosur. Son economías dinámicas, con potencial para nuestras exportaciones y con capacidad inversora para generar empleo y oportunidades. Al retirarnos de la negociación, y considerando las dificultades que presenta la idea de una adhesión a posteriori, puede significar para nuestro país desaprovechar alternativas de cooperación con actores que no detendrán su marcha sino que, posiblemente al contrario, redoblen sus esfuerzos negociadores frente al desafiante contexto de pandemia y depresión económica mundial.
Publicado en Infobae el 27 de abril de 2020.
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