viernes 22 de noviembre de 2024
spot_img

La guerra y la paz

Los seres humanos, a lo largo de la historia de la humanidad, hemos aspirado a vivir mejor. Ello tiene distintos componentes desde los materiales hasta los afectivos y espirituales. Otra forma de expresarlo es desde el bienestar hasta la felicidad.

No ha sido ni es fácil de alcanzar. En ello han contribuido negativamente desde las inclemencias de la naturaleza, pasando por las malas o erróneas decisiones humanas, hasta la escalada de los conflictos en guerras fratricidas que nos han sucumbido en desastres y tragedias. ¿Podemos hacer algo para mitigar o evitar lo máximo posible estos desgraciados eventos? Entendemos que la respuesta es positiva, en tanto se lo aborde desde la complejidad de elementos a considerar y sin pretender hacer un mundo perfecto, tendiendo a una articulación armoniosa de lo micro y lo macro.

Seguramente habrá que comenzar por reconocer que, si bien tenemos capacidades y talentos muy importantes y evolutivamente crecientes, somos imperfectos y limitados. Por lo tanto, deberíamos desechar toda pretensión prometeica de ser como dioses o como Dios (en tanto todopoderosos), según nuestro tipo de creencia. En el caso de la tradición judeocristiana en dar curso a la tentación de querer ocupar Su lugar.Para ello debemos alcanzar la sabiduría de poder discernir entre nuestras pulsiones que oscilan entre eros y tanatos, y poder elegir en la vivencia del amor en todas sus dimensiones. Esto conlleva necesariamente una transformación personal. 

La energía transformada en fuerza que denominamos poder deberíamos canalizarla de la manera más empática entre nosotros y con el ambiente que nos rodea. Ello conlleva alinear las emociones con los valores de una libertad positiva que busque el bien, la justicia o equidad así como la fraternidad en los vínculos.

Lo empático que comentáramos anteriormente tiene distintos sinónimos y expresiones como amor, fraternidad, amistad… y si bien no son fáciles de concretar, debería ser algo a lo cual tender. Sabemos que no se pueden imponer, sino que deben surgir de nuestra interioridad y en un contexto favorable que lo posibilite. 

¿Cómo se construye socialmente esto? En una oportunidad el politólogo José Nun expresó que si por comunidad se entiende a una sumatoria de individuos que buscan sólo su interés personal, se buscará a un líder fuerte que los represente o les garantice este ideal. O sea algún tipo de autoritarismo. Al respecto es interesante cómo en la Biblia se narra en la historia del pueblo de Israel el pasaje de jueces a reyes. En el capítulo 8 del libro de Samuel, este le advierte a su pueblo qué puede implicar tener un rey.

Dicho de otro modo, este tipo de delegación o representación representa un tipo de servidumbre. La misma puede ser impuesta por una monarquía absoluta o una dictadura, o voluntaria en términos de  Étienne de la Boétie quien, en 1548 y a los 18 años de edad, lo expresó en el “Discurso de la servidumbre voluntaria”. A ella se han referido, por ejemplo y en notas recientes, Vicente Palermo y Daniel Lutzki. 

Ello nos conduce a qué tipo de estado, de políticas y de economía, pueden generar tales condiciones. Entendemos que, con todos sus problemas, errores y limitaciones, así como con las dificultades de adaptación a ellas a nivel nacional, regional o global, son las que vienen tratando de construir los países de la Unión Europea. Muchos de estos países guerrearon entre ellos durante siglos, y aprendieron a vivir en paz en un nuevo marco institucional que debería ser un ejemplo de una globalización distinta. Deberíamos aprender de esta experiencia, en particular -y sólo como ejemplo aunque muy lejano por el momento- lo virtuoso que sería una unión de países del Medio Oriente para poner recursos en común a fin de resolver el drama de Gaza y palestino en general, o las regiones de Ucrania que están divididas entre las nacionalidades de ese país y de Rusia. En el caso de la actualidad argentina y sus posibles escenarios futuros, también podríamos aprender de la experiencia europea, aunque por ahora parece difícil.

No debería ser solo un debate instrumental, sino que sería bueno que se transformara en una épica del logro del bienestar común y por lo tanto de una alegría compartida (¿un componente romántico?) a través de un orden equilibrado y potenciador de un desarrollo inclusivo (equidad o “lugar para todos”) y sustentable en el tiempo. 

Publicado en Perfil el 19 de octubre de 2023. 

Link https://www.perfil.com/noticias/opinion/la-guerra-y-la-paz-siempre.phtml

spot_img
spot_img

Veinte Manzanas

spot_img

Al Toque

Alejandro J. Lomuto

Integración: los mecanismos que funcionan y los otros

Fernando Pedrosa

Latinoamérica, después de Biden, a la espera de Trump

Eduardo A. Moro

Tres gendarmes en el mundo