Ya quedan unos pocos días para las elecciones del 22 de octubre. Aunque sea redundante, es necesario volver a decir que lo que hagamos ese día tendrá una influencia decisiva en los años venideros, y con seguridad consecuencias de diferente tipo.
Una amplia mayoría de la población se ha manifestado por la necesidad de un cambio de rumbo. Pareciera no haber dudas al respecto. Y sin embargo, una virtual división en tercios del electorado, más algunos rencores y disputas por aquellos votantes que quieren ese cambio, hacen que aún no sea totalmente seguro que ese cambio se produzca.
Aunque resulte difícil de entender, conserva el peronismo (Frente de Todos, Juntos por la Patria, Sindicalistas históricos, líderes de movimientos sociales, La Cámpora, Frente Renovador y siguen las firmas) un tercio aproximado del electorado. Dejaron de ser, como lo eran hace cuatro años, inconvenientes insalvables la inflación, el valor del dólar, la pobreza. Todos los índices están descontrolados, el candidato es el Ministro que no puede sujetarlos, y un tercio de los votantes al parecer acompañará la propuesta. Argentina.
El candidato de “La Libertad avanza”, que encabezaría las encuestas, lo hace sin reunir las condiciones mínimas para gobernar. Sin equipos, sin legisladores, sin gobernadores, sin estructura, propone cambios que se encuentran con idéntica dificultad: dolarización sin dólares, vouchers educativos para escuelas sin estructura administrativa, mayor seguridad con más armas en la calle, etc. Cuenta a su favor que ha calado en la población su mensaje en cuanto a que el liberalismo es una fuerza “nueva”, anticasta, que nada tiene que ver con el deterioro de la Argentina. Habla de una Argentina que fue primera potencia mundial a principios del siglo XX (Argentina nunca fue primera potencia mundial) que se deterioró por la influencia de la casta, aunque de esos cien años veinte años, en cincuenta y ocho la política económica haya sido dirigida por un liberal. Una enorme falacia que por el efecto de la desilusión y la bronca se ha vuelto una opción con chances de triunfo; en estos días, Milei viene demostrando sus debilidades cuando debate, su sectarismo, y su negativa a debatir con especialistas, incluso de economía, como ocurrió en el Coloquio de IDEA.
Por las características de coraje y decisión de Patricia Bullrich, por incluir muchas de las propuestas que la población pide como cambios en relación a la lucha contra la inflación, el equilibrio fiscal, el desarrollo productivo, la reforma impositiva; por su experiencia y convicción en cuanto a las formas de mejorar la seguridad nacional, de lucha contra el narcotráfico y la corrupción, reclamada angustiantemente por la sociedad; por poner en el centro de la escena a la necesidad de centrar el esfuerzo en la educación; por los equipos que la acompañan en cada área; por haber generado una propuesta completa a través de las fundaciones de los Partidos políticos que conforman Juntos por el Cambio; por el acompañamiento legislativo y de gobernadores e intendentes, entiendo que la de Patricia Bullrich es sin dudas la mejor opción posible. No es una gran oradora ni tiene la habilidad mediática que tienen sus adversarios, claramente. Pero va siendo hora que dejemos de comprar sarasa. Tiene equipos, tiene voluntad política, tiene estructura y reúne mucha experiencia de gobierno no solo propia, sino entre quienes la apoyan y acompañan.
En la Provincia se debate si será reelegido al actual gobernador o si ganarán Grindetti y Fernández, dos Intendentes –uno del Conurbano y otro del Interior- que tienen muy claro cómo se gobierna y cuáles son las necesidades de la gente. Lo demás es desperdiciar la chance de elegir. Votar a Píparo es desperdiciar la posibilidad de influir sobre el futuro de la Provincia. Píparo es la carta que tiene el Gobernador para que, aunque la mayoría de la población quiera y necesite un cambio, pueda ganar la oposición. Y está allí no para tomar la motosierra sino para asegurar el statu quo.
El 22 de octubre se decide nuestro futuro próximo, que seguro será difícil pues la herencia de este gobierno pesará decisivamente. Es entendible que pese la frustración y la bronca, pero que sea entendible no quiere decir que sea bueno. Las grandes decisiones siempre se toman mejor si nos detenemos a pensar y a evaluar las opciones disponibles. La decisión nacional tendrá una instancia más, pero esta elección es relevante pues dirá entre quienes se resolverá esa instancia. Y hay que estar ahí. Pero en la Provincia no hay opciones intermedias, hay que militar nuestra propuesta e invitar a pensar en no desperdiciar la posibilidad de decidir. Muy intensamente, estas dos semanas finales. Luego, será tarde.
Fuente: Radicales Org.