Cuando Alejandro Magno comenzó su conquista de Oriente, una de las primeras regiones que invadió fue Frigia. Este Reino se encontraba en Anatolia (hoy Turquía). Allí se encontró con una gran leyenda muy difundida, la del “nudo gordiano“. Un nudo tan fuerte que nadie pudo desatar. Según el mito quién lo logre conquistaría todo Oriente. Alejandro decidió no perder tiempo intentando desatarlo y lo corto con un solo golpe de su espada. La historia griega cuenta que de esta forma el joven conquistador resolvió rápidamente el problema y se lanzó a la conquista.
Actualmente la expresión nudo gordiano se refiere a una dificultad que no se puede resolver, a un obstáculo difícil de salvar o de difícil solución o desenlace, en especial cuando esta situación solo admite soluciones creativas o propias del pensamiento lateral. “Cortar el nudo gordiano” o “cortar por lo sano” significa resolver tajantemente y sin contemplaciones un problema, ya que descubriendo la esencia del problema, podremos revelar todas sus implicaciones. También está relacionado con la solución urgente de problemas que podrían empeorar ante el paso del tiempo.
Argentina se encuentra paralizada y maniatada por políticas y burocracias que la mantienen estancada y en decadencia, desde hace mas de cincuenta años. Estamos frente a un verdadero nudo gordiano que no se ha podido desatar.
Este nudo que nos paraliza fue atado por las políticas populistas que han priorizado su control del poder, desarrollando una burocracia estructural tan enorme que les sirvió en muchísimas ocasiones para conservar su control del Estado, a costa de la paralización y retroceso de las fuerzas productivas, de la seguridad, de la iniciativa privada, la educación y la salud pública. Esta burocracia también ha convertido al sector público en una estructura ineficaz al servicio del control del poder político y social del populismo.
El actual oficialismo vive la paradoja de que ha construido un sistema de poder que hunde a la Argentina y también a ellos mismos.
El peronismo ha consolidado su corporativismo. Es un poder basado en el clientelismo de los grupos piqueteros, la burocracia sindical, los gobernadores, los intendentes y los punteros, muchos de ellos ligados también a la delincuencia, tanto del narcotráfico como a bandas criminales. Este esquema de poder insostenible se ve claramente en el descalabro económico, social y político por el que atravesamos.
El plan del oficialismo para dividir a la oposición les ha dado resultados. Milei y sus anarquistas libertarios pueden lograr el milagro de que Unión por la Patria llegue al ballotage con alguna chance. Esto hubiera sido imposible con una oposición unificada. Milei lidera un grupo tan improvisado que su máximo economista, Darío Epstein, ha dicho ante los más importantes empresarios que el líder libertario está loco. Justificando con la frase “solo un loco puede querer gobernar Argentina“. A confesión de parte relevo de prueba. No hay que ser muy inteligente para pronosticar que nos va a pasar si nos gobierna un loco. También el mismo Epstein confesó que la dolarización no va a ocurrir, ya que no se puede tener una economía dolarizada sin dólares. Con lo que deja al descubierto las mentiras de la campaña del anarquismo libertario.
Patricia Bullrich y Juntos por el Cambio representan la única oposición política que puede detener la decadencia argentina. No hay lugar para el voto loco en esta elección, ya que se juega el destino de nuestro país.
El corporativismo ayudado en esta ocasión por los libertarios han creado una incertidumbre y stress social que nos acosa a todos. Con la locura del “plan platita“ y la fábula de la “dolarización“, nos llevaron al caos.
Sólo Patricia Bullrich y Juntos por el Cambio pueden cortar el nudo gordiano que nos asfixia.