Victoria Baratta es Investigadora Asistente en CONICET del Instituto de Historia Argentina y americana Dr. Emilio Ravignani y Jefa de Trabajos Prácticos de la materia Pensamiento argentino y americano de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Doctorada con una tesis sobre la Guerra del Paraguay en esa Facultad, realizó estancias posdoctorales en Alemania y México, autora de varios artículos en revistas especializadas y está finalizando la edición de su tesis, próxima a publicarse.
¿Cuál es el motivo por el qué el imaginario social adopta la versión revisionista sobre la Guerra del Paraguay?
El relato revisionista suele ser muy seductor a nivel general porque ofrece certezas, identifica el mal en otros, proporciona respuestas complacientes para la situación actual, busca enaltecer la moral de un nosotros y utiliza la historia para hablar del presente que nos interpela. En el caso de la Guerra del Paraguay estas características se ven reforzadas en nuestro país por dos representaciones arraigadas que exceden el tema: Gran Bretaña como enemigo imperialista y el discurso latinoamericanista de la izquierda y parte del peronismo de los años sesenta y setenta. En el primer caso a la reivindicación de la soberanía de Malvinas (y luego la guerra) se le suman las estrechas relaciones comerciales de las provincias unidas, la Confederación y más tarde la República Argentina con el imperio británico. La idea de una dependencia “neocolonial”, cierta o equivocada, forzó la interpretación de varias fuentes de la guerra, fundamentalmente las diplomáticas y en algunas versiones del revisionismo identificó a Gran Bretaña como la gran instigadora de la guerra contra Paraguay. Esta postura ha sido refutada por diferentes historiadores de todas partes del mundo en las últimas décadas, el patrón de exportaciones-importaciones a Gran Bretaña de Paraguay en la posguerra era de los menos relevantes en la región, las relaciones más cercanas comercialmente entre Paraguay y Gran Bretaña se produjeron antes y no después de la guerra, la hipótesis del algodón no coincide con las fechas y ya había alternativas, la diplomacia británica hizo público el tratado escandaloso de los aliados, Brasil y Gran Bretaña tenían rotas sus relaciones al comienzo de la contienda. La lucha por la definición de las fronteras de los estados nacionales en formación es una causa más que suficiente para entender el comienzo de la guerra, es la disputa que se sostiene desde la caída de los imperios con las independencias, la emergencia de múltiples soberanías en conflicto. En el caso de la representación latinoamericana hay una idea anacrónica y romántica de América Latina muy propia de la época de la guerra fría que se utiliza para analizar la guerra que tuvo lugar cien años antes y en la cual las representaciones en juego no eran las mismas. En mi opinión creo que puede resultar incómodo asumir una guerra tan cruenta como parte de la historia argentina y entonces aparecen estas vueltas de “fueron los ingleses contra la hermandad latinoamericana a través de agentes locales que son vistos como meros títeres”. Este revisionismo oculta las diferencias al interior de la región, probablemente para la mayoría de los paraguayos y con toda razón el imperialismo tenga más que ver en su imaginario con Brasil o Argentina que con Gran Bretaña.
¿Cuál era el verdadero grado de desarrollo de los países en la contienda, sobre todo de Paraguay, Argentina y Brasil? ¿Son modelos económicos diferentes enfrentados?
Acá aparece otro mito revisionista, el de Paraguay potencia, a veces socialista al estilo de Cuba. Esto también ha sido refutado por los historiadores profesionales en las últimas décadas, lo cual no quita ni la magnitud de destrucción total de la guerra para Paraguay ni que sin la guerra seguramente su desarrollo hubiera sido menos traumático. Pero vamos por partes. Es verdad que el gobierno de José Gaspar Rodríguez de Francia implantó una política de aislamiento y confiscación de tierras. Sin embargo, buscó con persistencia el reconocimiento de Gran Bretaña y Francia a la soberanía paraguaya en primer lugar y deslizó intenciones de fomentar el comercio si eso se lograba. No pudo lograrlo. Las cosas cambiaron con el gobierno de Carlos Antonio López, se produjo una apertura de la economía, ingresaron capitales y profesionales, fundamentalmente ingenieros ingleses a Paraguay, se enviaron a jóvenes paraguayos a Europa a completar su formación como el propio Francisco Solano López. De todas maneras tampoco se trataba ni de una potencia ni de un modelo económico tan diferente al resto de la región. Las actividades agrarias y ganaderas tenían gran importancia y la “industrialización” fue acotada, dirigida estatalmente y enfocada fundamentalmente a la cuestión bélica. La única diferencia sustancial en la región en cuanto a “modelos” era la economía de base esclavista en Brasil y la guerra no tuvo que ver con eso, aunque provocó una crisis en el sistema. La potencia regional en ese momento era el Imperio Brasileño. Después de la guerra va a entrar en crisis y vendrán los años de auge para Argentina. La noción de modelos económicos enfrentados me resulta demasiado familiar, en el sentido de actual y la historia es el ejercicio de despojarse de la auto referencia y analizar a un otro.
En los últimos años se impuso el relato de que la derrota del Paraguay implicó que a lo largo del tiempo dicha nación no tuviese altos valores de desarrollo económico, en qué punto estas afirmaciones tienen algún grado de certeza.
Los contrafácticos se pueden utilizar para pensar acotadamente sobre el peso de la contingencia en ciertas situaciones de la historia, para tener en cuenta que algo fue de una manera pero no necesariamente iba a ser de esa manera, había otras opciones. Más allá de eso, los contrafácticos se vuelven especulación, literatura, lamentos e impotencia. No sé qué hubiera pasado con Paraguay de no haber existido la guerra o de no haber terminado en tal nivel de catástrofe humana, social, económica y política, seguramente podría haberse desarrollado con muchas menos complicaciones. Pero no creo que 150 años más tarde se pueda achacar casi nada a la guerra sobre la situación económica. Paraguay de hecho en los últimos años detenta indicadores macroeconómicos que son envidiables, altas tasas de crecimiento, una moneda estable, etc. El problema es que sus indicadores sociales, el índice de desarrollo humano (salud, educación, igualdad de género. Etc.) siguen siendo muy deficientes. Eso no tiene nada que ver con la guerra y en todo caso es responsabilidad de la clase política contemporánea de Paraguay.
La influencia de los militares paraguayos a lo largo del siglo XX, enmascarados en el Partido Colorado, es una constante. ¿Tiene alguna relación con la derrota en la Guerra?
La influencia de los militares en la política del siglo XX es una constante en toda la región, no solo en Paraguay. En el caso de Paraguay a la guerra contra la triple alianza se suma la guerra del Chaco, una victoria además y con militares que salen de ella fortalecidos. A principios del siglo XX se empieza a difundir la visión lopista de la historia de Paraguay entre los intelectuales. Stroessner va a transformar eso en espacios públicos y celebraciones plagados de memoria de la guerra. Calles, feriados, desfiles, monumentos, nombres de pueblos, la enseñanza de la historia, la guerra presente en el día a día. No soy especialista en el siglo XX, pero supongo que hay algo más general de la influencia militar que no es una excepcionalidad paraguaya que se combina con el relato de una derrota bélica sin comparación y una victoria contra Bolivia que vigoriza algunos sentimientos nacionalistas. Creo que en todo caso los militares supieron valerse de la derrota en la guerra y todos los sentimientos que generó, y de la victoria en la del Chaco, pero no que la derrota explique la dinámica política del siglo XX.
¿Cómo afecto en términos poblacionales la contienda al Paraguay?
Las estimaciones más recientes y serias hablan de la muerte de entre el 60 y el 69% de la población y una relación posterior a la contienda de cuatro a cinco mujeres por hombre. Lamentablemente es difícil estimarlo con precisión total por la falta de fuentes y por la baja calidad de las mismas. Los historiadores que han investigado el tema se han encontrado con algunos problemas en este sentido, han tenido que hacer proyecciones. Las cifras que mencioné surgen del estudio de Bárbara Potthast y Thomas Whigham y estiman una población previa a la guerra de entre 420.000 y 450.000 habitantes. Hay con este tema otro mito muy difundido que habla de un Paraguay con más de un millón de habitantes al comienzo de la guerra y unas nueve a diez mujeres por hombre en la inmediata posguerra, Paraguay como “paraíso de Mahoma”. Son datos falsos que han sido resultado de tomar en consideración un censo previo a la guerra, el de 1857, con fines propagandísticos que nunca fue llevado a cabo. En la historiografía profesional esto ha quedado desacreditado hace más de un siglo y desde allí han surgido diversas discusiones, pero aún se repiten esos números basados en el censo apócrifo. La guerra no deja de ser una tragedia monumental para Paraguay por estas cifras de las que hablé al comienzo. Que la mayor parte de las muertes hayan sido a causa de epidemias tampoco le resta gravedad a lo sucedido ni las desliga del factor bélico, era un ambiente especialmente propicio para la propagación de enfermedades.
¿Qué posibilidades existen de que fenómenos como el de Bolsonaro se repliquen en Paraguay y otros países de la región?
Imposible saberlo con certeza. En mi opinión el éxito de Bolsonaro combina el rechazo al PT, el hartazgo con un sistema político muy ensuciado con la corrupción a gran escala y el fracaso ante la lucha contra la violencia, las tasas de homicidio en varios puntos de Brasil son de las más altas del mundo. Seguramente tiene votantes homofóbicos y misóginos, pero creo que en su mayoría se lo vota a pesar de eso, lo que no quita que igual sea condenable y un gran problema. En Paraguay no hay algo parecido al PT en cuanto a su relevancia en la escena política, casi todos los gobiernos gravitan en torno a la centroderecha, me parecería extraña una sobre reacción hacia una derecha más extrema. El conflicto social y la violencia más fuertes en Paraguay están alejadas de los centros urbanos que son los que proporcionan más votos y los escándalos de corrupción no han tenido la magnitud de los de Brasil. No imagino tampoco a un Bolsonaro en Argentina, ni mucho menos en Uruguay, pero la verdad es que la contingencia en la historia es algo fundamental y la historia nunca se repite de la misma manera, siempre hay variables inesperadas, por lo cual no podría determinar lo que va a suceder.