Un aparatoso ataque narco a un canal de televisión y la toma de cárceles puso sobre el tapete el entramado de poder en Ecuador.
Desde mediados de los ’80, Ecuador ha sido un país afectado por las tres instancias del tráfico de drogas ilegales. Rodeado por países productores como Colombia y Perú, el influjo del narco no tardaría en llegar, aunque eclipsado por la estridencia de sus vecinos. En forma silenciosa se desarrollaron la producción – refinamiento en laboratorios – distribución, básicamente a los EE.UU., y lavado de dinero proveniente de tan lucrativa actividad. ¿El narco es una causa o una consecuencia de las malas políticas?
Siguiendo un sendero de extractivismo y explotación primaria donde las bananas son las estrella histórica y el petróleo y los minerales las recién llegadas, Ecuador dolarizó su economía en el año 2000. Para ello se desató una hiperinflación que licuó los salarios y elevó los precios, generando mayor pobreza y desigualdad social. Durante los primeros años, “la paz de los cementerios” eliminó la inflación, pero cristalizó un cuadro socioeconómico pauperizante.
El advenimiento del populismo con Rafael Correa trajo cierto alivio momentáneo a esta situación, aunque los factores de poder lanzaron una persecución feroz sobre su persona, al punto que hoy está exiliado. Su sucesor, y vice de él, Lenin Moreno dio el salto para hacer todas las políticas liberales y del Fondo Monetario Internacional basadas en el extractivismo petrolero. Allí, además del ajuste, empezó a reactivarse la inflación, siempre como mecanismo de redistribución de la riqueza en favor del sector más rico.
La presidencia de Guillermo Lasso, banquero enriquecido durante el paso hacia la dolarización, estuvo signada por los primeros escándalos que lo vincularon a la mafia albanesa, por lo que el que Poder Legislativo le inició un juicio político que terminó en la célebre ‘muerte cruzada’: Lazo disolvió el Congreso y llamó a elecciones en las que finalmente ganó Daniel Noboa, hijo de Álvaro Novoa, fundador de la Corporación Bananera que dio nacimiento al Grupo que cuenta con 156 empresas y activos calculados en unos 1.500 millones de dólares.
Algunos, como la líder aborigen Avelina Rogel, sostienen que lo que ha pasado con los últimos episodios convulsionantes del país “no es una casualidad ni surgió de la noche a la mañana: vivimos en un narco-estado”, por lo que sospecha que todo ha sido un montaje para imponer el estado de sitio.
Rogel es ingeniera agrónoma especializada en agroecología, está preparando su tesis para una maestría en Bioética, y culminó la carrera de Etnomedicina en la Faculté Libre de Médecines Naturelles et d’Ethnomedicine de Paris, Francia. Es autoridad espiritual de los pueblos de su país, e integrante de la CONAIE (Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador
“Para entender lo que ocurre actualmente hay que recordar que tuvimos dos gobiernos como el de Lenin Moreno desde 2017 y Guillermo Lasso desde 2021 hasta fines del año pasado, que aplicaron planes de ajuste supuestamente con la idea de utilizar ese dinero en el pago de la deuda externa”
El resultado, relata Avelina al portal lavaca.org, es que “nunca en la historia hubo tan pocos recursos para para salud y educación o la infraestructura: tenemos todas las carreteras destrozadas. Lo peor no es eso: como las cuentas de luz, por ejemplo, subieron de 10 o 12 dólares a 60, se está volviendo a usar velas. Y como crecen los precios de los alimentos, la gente come cada vez menos y peor.” También es cierto que Ecuador, como toda la región, fue castigado por los efectos inflacionarios de la pandemia.
Rogel evalúa que, con la dolarización, la pobreza y la crisis, a las familias les cuesta producir aún para su subsistencia. Los bancos terminan quedándose con sus parcelas de tierra y los jóvenes, de 12 a 16 años, se enrolan en las bandas mafiosas que les pagan 60 dólares diarios. Los llaman ‘vacunadores’: están en la calle y cobran un peaje para que puedas salir o volver a tu casa o para que los niños puedan ir a la escuela. Como no hay Estado, y como no existe ni la policía porque no le dan recursos, te dicen: ‘Nosotros te protegemos, me das 5 dolaritos y no te pasará nada’. Si pagas quedas como vacunado.
“Lo único que logró la dolarización es que los capitales se concentren en unos poquitos y que los demás nos volvamos esclavos empobrecidos. Decimos que somos Ecuayork”, remata Rogel.
Rogel hace un relato de la realidad que ve a diario: “He visto a los grupos narcos robando o maltratando a la gente pobre sin que nadie lo impida. He visto a los médicos en los hospitales llorar porque no tienen lo mínimo con qué atender a los pacientes porque el Estado no les da nada. Veo cómo despiden gente todos los días y ni si quiera les pagan porque las leyes no defienden a quien trabaja. Y cuando las organizaciones hemos salido a la calle a defender nuestros derechos, nos atacan, nos detienen y nos matan”. Recuerda las movilizaciones contra Lenin Moreno, con 11 muertos, 1.340 heridos, 1.200 detenidos en 2019, y contra Lasso en 2022: 6 muertos, 60 heridos”.
Las mismas “soluciones” de siempre
En marzo de 2019, el FMI aprobó un préstamo de tres años por 4.200 millones de dólares para Ecuador, como parte de un plan para reducir la deuda pública y reformar la economía. A cambio, como era de esperar, el Fondo exigió una rápida reducción del déficit, mediante recortes de salarios y empleos en el sector público, aumentos de los precios de la energía, nuevos cargos por los servicios gubernamentales y mayores impuestos indirectos. Como señalaron entonces Mark Weisbrot y Andrés Arauz en un informe para el Centro de Investigación Económica y Política, estas medidas condujeron a una caída inmediata del PIB y a que la recesión fuera la resultante durante los cuatro años del programa.
Sin embargo, el FMI parecía convencido de que el crecimiento sólo disminuirá levemente en 2019, antes de recuperarse en 2020, a medida que un enorme impulso en la confianza del sector privado –producido naturalmente por la restricción fiscal y la privatización– conduciría a un aumento de la inversión extranjera. Según la lógica del Fondo, y de los sectores dominantes del Ecuador, incluso si el empleo y el consumo cayeran al principio, las salidas netas de capital del 1,9 por ciento del PIB se convertirían en entradas netas de capital privado del 4,9 por ciento del PIB en 2020. Nada de eso ocurrió.
Mientras tanto, el pueblo de Ecuador sufre enormemente. Además, descree de la democracia como forma de alcanzar un nivel de vida digno y no ve en el Estado un aliado de su desesperante situación.
La extraña creencia de las políticas de ajuste pregonadas por el FMI y aplicadas por los últimos tres presidentes de Ecuador, que podríamos llamar de “austeridad expansiva” son y serán siempre dañinos puesto que el propio FMI no puede mostrar ningún antecedente de éxito en su aplicación.
Lo cierto es que el experimento sólo cierra con la represión de los sectores que protestan y el estado de sitio declarado es el mejor ambiente para que todo disidente sea declarado “narco”. Todos sabemos cómo terminan estos experimentos que mientras ocurren hunden cada vez más a la población en la miseria y concentran cada vez más todos los resortes económicos, que ahora incluyen, los propios resortes del estado.