El presidente Javier Milei ha desatado un conflicto diplomático absurdo y sin precedentes, ni más ni menos que con el Reino de España. A lo largo de nuestra existencia como nación, con pocos países hemos mantenido lazos tan antiguos, estables y amistosos como con España.
Esto ha sido así por obvias razones históricas, culturales, idiomáticas y económicas. España ha sido parte de las familias argentinas desde siempre. Está en las raíces mismas de nuestra patria y de toda Iberoamérica.
En el marco del experimento político inédito que representa la presidencia de Javier Milei, como era de esperarse, también se está desplegando una política exterior cargada de novedades inesperadas. Milei ha estado desplegando una política exterior basada exclusivamente en su ideología, sus preferencias personales y sus incontenibles impulsos pasionales. Se trata además de una visión sesgada y negacionista de la realidad global actual. Y lo que es aún peor: reñida a los caprichos de una sola persona.
En ese sentido, ha quedado en evidencia durante los primeros cinco meses de Milei en el poder que todos los actores de la diplomacia estatal, con la canciller Diana Mondino a la cabeza, fueron reducidos a meros partenaires que todo el tiempo tratan de acomodarse lo mejor posible en medio de este confuso sainete libertario. Mientras lo intentan, Milei los desestima y desautoriza con su desbocada diplomacia, que básicamente se expresa a través de tweets y stands-up. Un modelo único en el mundo.
Imposible explicar de otra manera posicionamientos tales como el alineamiento total con EE.UU, el apoyo ciego al Israel de Benjamín Netanyahu, los intercambios de insultos de Milei con líderes regionales o sus frecuentes y costosos viajes al exterior sin agenda oficial.
Ahora Milei detonó un gravísimo conflicto diplomático con España. Todo comenzó con fuertes intercambios de agravios entre Milei y algunos funcionarios del gobierno del socialista Pedro Sánchez, culminando con un insólito viaje de Milei a España para participar de un acto de campaña con los ultraderechistas de Vox.
Allí insultó a Begoña Gómez, la esposa de Sánchez. España replicó condenando duramente los dichos de Milei y retirando a su embajadora ante la Argentina, María Alonso Jiménez. Se trata de un hecho absolutamente inaudito desde 1859, cuando se establecieron formalmente relaciones diplomáticas entre ambos Estados.
Uno puede imaginarse el dolor que debe sentir en estos momentos el rey Felipe VI, férreo defensor del vínculo con Argentina y quien tuvo la deferencia de viajar a la asunción presidencial de Milei en diciembre.
Allí el monarca tuvo que soportar estoicamente al sol las diatribas de Milei, mientras que hoy le toca penosamente asistir al punto más bajo en la historia de las relaciones bilaterales.
El huracán de soberbia e ignorancia libertaria está arrasando con algunos cimientos que parecían incuestionables, como ser el cuidado de una relación tan antigua y especial como es la que tenemos desde hace 165 años con el Reino de España.
La primera pregunta frente a esto podría ser: ¿Es posible desandar rápidamente este desastre y reconstruir el vínculo? Aunque quizás la pregunta más urgente sea: ¿Cuáles son los verdaderos límites y las consecuencias de tanta estupidez libertaria?
Publicado en Clarín el 20 de mayo de 2024.
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