Los resultados de las pruebas aprender 2021 no extrañan. Muestran un sistema con profundas desigualdades históricas que la pandemia terminó por quebrar. Se triplicó la cantidad de estudiantes de 6to grado que estaban en 2018 por debajo de los conocimientos básicos en lengua, pasando del 9% en 2018 al 27% en 2021. Y son más del 40% los chicos que no alcanzan niveles satisfactorios. En matemática no hubo cambios, algo que está lejos de ser buena noticia porque ya estábamos en esos niveles críticos hace cuatro años. La situación es más dramática para los chicos pobres. Allí son más del 70% los que no logran resultados aceptables en lengua y en matemática. Y se triplicó el porcentaje de chicos pobres que no alcanza siquiera niveles básicos de lectura y escritura, pasando de 13% en 2018 a 43% en 2021.
Lo que tampoco extraña es que el gobierno no asuma su responsabilidad y eche culpas hacia afuera, cuando fueron sus funcionarios quienes pospusieron cuanto pudieron la apertura de las escuelas y establecieron promociones automáticas sin ningún seguimiento específico. Fueron los chicos más pobres los que estuvieron aislados, sin conexión. Hoy son parte de ese 70% que no alcanza niveles satisfactorios de aprendizaje. Hoy son estos chicos los que pasan por el nivel primario sin ningún acompañamiento y en los primeros años del secundario fracasan, dándose cuenta que no saben aquello que el sistema educativo les certificó con el título de nivel primario.
Pero además de echar culpas al pasado, o a la forma de calcular, o al gobierno anterior, el Ministerio de Educación sigue sin comprender que esta situación no se resuelve con más de lo mismo. De los dichos del ministro surgen algunos lineamientos, como “fortalecer el nivel educativo de las familias”, “lograr que más chicos accedan al nivel inicial”, además de “capacitación docente”, “más días y horas al calendario escolar”, o “más libros”. Además, aseguran que revertir la situación llevará no menos de tres años. Todas propuestas que se dicen en marcha, y que con suerte y buena gestión mostrarán resultados en un futuro mediato.
Es alarmante la propuesta, cuando los resultados de las pruebas nos colocan frente a una terrible realidad que es de ahora en cada escuela. Porque los chicos que respondieron la prueba hoy están en 7mo grado y no hay una sola propuesta que los involucre. ¿Qué van a hacer con esa enorme cantidad de chicos que hoy están por debajo de los niveles básicos de lengua y matemática casi terminando la escuela primaria cuando se espera una solución en no menos de tres años? ¿Cuál es el plan para ellos? ¿Van a pasar al secundario? ¿En qué momento y cómo van a hacer la pausa que necesitan para recuperar aprendizajes? ¿Qué acuerdos van a hacer las provincias sobre este grupo específico de chicos a punto de terminar la escuela primaria? ¿Seguirán con la promoción automática? ¿Damos por perdida a una generación?
La reacción debe ser inmediata. Las mejoras económicas a las familias, el ingreso temprano al jardín, son medidas necesarias que impactarán a largo plazo. Mientras, se necesita un urgente cambio de paradigma sobre cómo enseñar en estas áreas críticas del saber, con metas claras a lograr por trayectos. Pero especialmente, urge un plan de emergencia para que sean estos chicos de 7mo, y no los de dentro de 10 años, los que salgan de la catástrofe educativa en la que están inmersos. De eso no se habla, es mejor seguir dejándolos en la escuela como si aprendieran.