Muy lejos de la libertad de mercado Tesla recibe subsidios del gobierno de Joe Biden, impide la sindicalización y ajusta sus cuentas expulsando mano de obra, mientras paga a los ejecutivos, hasta 200 veces más que a un trabajador.
En el 2005 Estados Unidos lideraba el mercado automotor mundial, era el número uno produciendo casi 12 millones de autos, mientras que China producía 5,7 millones. Desde ese año – crisis del 2008 mediante – el avance chino fue imparable. Hoy China lidera el mercado global produciendo 27 millones de vehículos en 2022, mientras que la producción estadounidense está estancada en 10 millones.
En ese marco, la reciente visita de la Secretaria Yelen a China en la que ha sugerido a Xi Jimping que frene la “producción desleal” de autos eléctricos, señala la búsqueda de un nuevo equilibrio entre los grandes jugadores del sistema económico mundial.
En el mercado de los autos, Tesla se destaca por dedicarse exclusivamente a los autos eléctricos de alta gama que se han visto favorecidos por el paquete de subsidios de la “economía verde” que impulsa la Administración Biden, los que también alcanzan a Ford, Stellantis (ex Chrysler) y GM.
Para facilitar la transición hacia los autos eléctricos, el Estado dispuso rebajas impositivas y subsidios para la fabricación de baterías, El Departamento de Energía otorgó a Ford un préstamo de 9.200 millones de dólares para construir plantas de baterías. Este aporte es la mayor “inversión” en casi 20 años de historia del programa de préstamos del Estado. Ford ha recurrido a la tecnología y conocimientos de ingeniería de CATL (el mayor fabricante de baterías de China) para construir una de sus plantas de baterías en Michigan.
Además, el Estado subsidia la compra de autos Tesla con hasta 7500 dólares por unidad, a la vez que otorgó a Tesla la normalización de los cargadores de todos los autos eléctricos al homologar su sistema. Ambas acciones suponen un gran beneficio para Tesla que pagan los contribuyentes estadounidenses.
Las empresas automotrices estadounidenses reparten dividendos para los accionistas gracias a los subsidios que reciben del Estado, con el justificativo de “transformación” para producir vehículos eléctricos, ya que las empresas consideran inviable invertir en ese desarrollo.
Pero además de repartir ganancias, los salarios de los ejecutivos son escandalosos. En Stellantis, un obrero de la fábrica tendría que trabajar 365 años, para acumular el sueldo que ganó en 2022 el portugués Carlos Tavares, CEO de Stellantis. La jefa de General Motors (GM), Mary Barra – considerada la cuarta mujer más poderosa del mundo – gana 362 veces más que un empleado intermedio. Y en el caso de Ford, su primer directivo logró una retribución 281 veces superior al empleado tipo o mediano”. Todo este esquema ya se había puesto en entredicho con la crisis del 2008 cuando el Estado rescató a estas empresas de la crisis, es decir que salvó los dividendos y los altos sueldos con el dinero de las arcas públicas. Las mismas que hoy pagan el cambio tecnológico.
Las baterías de un auto eléctrico son la tercera del costo por lo que contar con baterías baratas (litio) es una ventaja enorme que los chinos ya han sacado sobre sus competidores. Los fabricantes chinos de baterías para vehículos eléctricos CATL y BYD, dominan dos tercios de la capacidad mundial para procesar litio, y hegemonizan todos los aspectos de la producción de baterías. Tienen una ventaja en costos de fabricación entre un 20 y un 25 por ciento sobre el resto.
Tesla, por su parte, tiene fábricas en Estados Unidos, China y Alemania y cuenta con 140.000 empleados, sin sindicalizar. Los obreros de las plantas de Tesla en Estados Unidos intentaron organizar la adhesión al poderosos sindicato automotor Auto Union Workers (AUW) pero fueron despedidos.
Eso facilita una ventaja de Tesla respecto a Ford, Stellantis y GM que se vieron afectadas durante meses por una huelga de la AUW el año pasado, y le permite pagar un salario promedio de 50 dólares por hora, mientras que el promedio de las otras tres es de 66 dólares la hora. Además de tener un salario menor, al no estar sindicalizados tienen menos beneficios jubilatorios y de atención médica.
Tesla resalta que otorga un incentivo a sus obreros con cierta antigüedad, a cederles opciones de compra de las acciones de Tesla, si la acción sube de precio, esos derivados suben de precio y encuentran compradores en la bolsa.
Musk no eligió Texas para instalar su megafábrica más importante – tiene en Fremont (California), Sparks (Nevada) y Buffalo (Nueva York) – porque le guste el calor o sea republicano, sucede que ese estado es muy permisivo con las condiciones laborales. Encima instaló la planta en las afuera de la jurisdicción municipal, donde se dice que solo rige la “ley de los empresarios.”
Hoy, ante el avance arrollador de China y la caída de las ventas de Tesla, Elon Musk ha tenido que dejar en la calle a 14.000 empleados para “poder ser ágiles, innovadores y ansiosos por el próximo ciclo de fase de crecimiento”, según reza el mail de despido de Musk.
Junto con una mayoría de trabajadores se irán varios ejecutivos que abultan la nómina salarial en épocas de ventas flojas.