Como es habitual en nuestro espacio, el profesor Santiago Leiras analiza los resultados electorales y los escenarios futuros después de las elecciones del 14 de noviembre.
La oposición ganó. Ahora bien, podemos observar en Juntos un reposicionamiento de la UCR y un claro pase de facturas interno dentro del PRO. Casualmente los sectores más políticos de la coalición. ¿Crees que hay un mandato social en estas posiciones?
No sabría precisar si hay un mandato social externo, pero si puedo sostener que asistimos de hecho a un proceso reordenamiento/reequilibramiento interno. La coalición ya no es la misma que en 2015 y quienes le integran ya no son los mismos que dieron origen a Cambiemos, más allá de “halcones” y “palomas” al interior de los respectivos sub-pactos.
La UCR está en proceso de recuperación de su autoestima, perdida tras las experiencias traumáticas en las que le tocó participar y aspira a un rol más protagónico en el armado de la coalición, lo que no excluye la posibilidad de liderarla en el 2023. En lo que respecta al PRO, me parece que están en un proceso de transición en el cual Macri no termina de morir (no está claro que esto suceda) y Larreta no termina de nacer, probablemente fruto de los resultados de las elecciones en CABA y PBA en las cuales sus candidatos obtuvieron triunfos muy importantes, pero por debajo de las expectativas generadas (probablemente sobrevaluadas) luego de las PASO de septiembre.
Estamos en suma frente a un proceso de transición de un ciclo caracterizado por la hegemonía del PRO a uno de mayor equilibrio entre los sub-pactos de la coalición (PRO y UCR).
El triunfo de Juntos por el Cambio parece contundente, no solo en el porcentaje de votos que le sacó al segundo sino en cantidad de diputados y senadores obtenido. ¿Cuánto tiempo va a pasar para que el gobierno caiga en la cuenta? ¿hay negación por parte del gobierno en aceptar la derrota y por eso “imposta” esta sensación de triunfo?
Voy a empezar por final: sin duda la primera reacción del gobierno ha sido la negación que, por otro parte, creo que tiene que ver con cierta visión muy arraigada en el peronismo (o en una buena parte de el por lo menos) que consiste en la autopercepción como una mayoría natural de la sociedad y del pueblo argentino; recordemos que en 1983 había dirigentes que sostenían que al peronismo lo había apoyado el pueblo, de lo cual uno podía inferir que el triunfo de Raúl Alfonsín había sido resultado del apoyo de la oligarquía. En el año 2015 Cristina Fernández de Kirchner no asistió a la ceremonia de asunción de su sucesor Mauricio Macri, en un claro gesto de desconocimiento de la legitimidad de origen del expresidente.
Hay una frase simple y al mismo tiempo genial de Adam Pzeworski a partir de la cual aquello que define a la democracia es la tolerancia de los perdedores a un resultado electoral adverso. Sin duda es una materia pendiente para la mayor parte de las facciones que integran el Frente de Todos (no todas claro está): si un actor político se percibe a sí como la mayoría natural del pueblo argentino, entonces un resultado adverso es una anomalía que deberá ser corregida en 2023 y no un producto de la posibilidad de la alternancia entre partidos o coaliciones electorales rivales.
Por este motivo resulta difícil establecer cuánto tiempo puede llevar al oficialismo reconocer la derrota.
¿Avisorás cambios de gabinete o un cierre con el FMI en el corto plazo?
No imagino cambios en el muy corto plazo si pensamos en el caso particular de Martín Guzmán; para bien o para mal Guzmán ha llevado adelante la negociación de la deuda con los acreedores privados y con el FMI por lo cual entiendo que sería contraproducente cambiar al negociador en medio de la negociación.
Me da la sensación que Guzmán tiene garantizada su presencia en el gabinete en tanto siga en curso la negociación con el Fondo, salvo que haya algún giro que lleve a recalcular la estrategia y en consecuencia a una mayor radicalización del gobierno lo que parece poco probable, aunque no imposible.
De todas maneras, todo puede cambiar con un video, un mensaje de WhatsApp o una carta con tono disruptivo (recordemos el tembladeral que generó la carta de CFK pocos días después de la hecatombe de las PASO para el oficialismo).
A las 19:00 del domingo Cristina leyó mejor que el resto del Frente de Todos el resultado real de la elección y decidió no ir al bunker a compartir la derrota. ¿Cuáles crees que serán los próximos pasos que dé?
La inasistencia “con justificación” de CFK me parece que es un reconocimiento no solo de la derrota del FDT, de su derrota en la provincia de Buenos Aires y además de su propia situación resultante de la derrota. Cristina ha salido debilitada, pero quienes aspiran a sucederla/jubilarla como Juan Manzur y Sergio Uñac que han tenido victorias pírricas o Juan Schiaretti que ha sido derrotado en Córdoba, aunque no en las proporciones catastróficas del Kirchnerismo tampoco han salido fortalecidos.
En este contexto me animaría más a pensar aquellos pasos que probablemente no dé que aquellos que pudiera dar ¿Cuáles serían estos pasos que imagino que no daría CFK? retiro del gobierno (o amenaza de como en los días posteriores a las PASO), cartas con contenido extorsivo y/o disruptivo o alguna iniciativa que lleve a una intervención del gobierno (que bastante intervenido está por cierto).
Los dos bloques legislativos, tanto en diputados como en senadores, están fuertemente equilibrados. ¿Qué agenda legislativa podemos esperar los próximos dos años?
Como diría Natalio Botana, estamos frente a un escenario de pluralismo conflictivo; los actores disponen de recursos de veto, pero no de capacidades para imponer una agenda propia (acá si podríamos hablar de empate político o técnico, el que gustes).
En ese sentido entiendo que la actividad legislativa va a ser muy errática: vamos a pasar de la exploración y búsquedas de acuerdos por parte del oficialismo con algunos sectores de la oposición (supongo que no serán Macri ni Milei según las propias definiciones del presidente) en torno a temas de especial sensibilidad y que puedan conllevar un costo político para JXC (acuerdo con el FMI por ejemplo) a una confrontación marcada por el comienzo de la campaña electoral para el 2023 (aunque no lo crea estimado lector, está ya empezó).
En función de la dinámica de la agenda legislativa que acabo de describir y la relación que se establezca entre oficialismo y oposición es que me cuesta pensar en una agenda legislativa que permita abordar problemas estructurales de la Argentina.
El gobierno convocó a una marcha tradicional a Plaza de Mayo, con los sindicatos como protagonistas. Daer habló de la “reelección” del presidente. A su vez, dio vía libre a los barones del conurbano para que judicialicen un reclamo que les permita una reelección más (como clara devolución de favores por la campaña). ¿Se viene una “peronización” en los próximos años para marcar la cancha de la sucesión en el oficialismo?
En su origen la conformación del Frente de Todos nació de la iniciativa de Cristina Fernández de Kirchner de nominar como candidato a presidente a un dirigente de dilatada trayectoria, aunque con escaso poder territorial -Alberto Fernández-, designándose la propia expresidente como su compañera de fórmula en su condición de líder natural del espacio que representa la primera minoría dentro del Frente de Todos, aunque sin la capacidad para garantizar por si sola el éxito electoral. A esta iniciativa se sumaron un conjunto de expresiones (políticas y sindicales) que mostraron impotencia a la hora de construir un liderazgo alternativo al de Cristina (gobernadores, intendentes, Sergio Massa entre otros).
Me parece que vamos a asistir a un proceso de coexistencia conflictiva entre dos tendencias, una hacia la cristinización del FDT, debilitada tras la derrota electoral, y otra hacia la peronización, también debilitada por derrotas o triunfos pírricos. Entre la preservación de la coalición y la posible colisión, en suma.
¿Alberto Fernández se convertirá en Pato Rengo o tiene alguna posibilidad de competir dentro de dos años?
El hecho de poner la mesa a esta altura de la gestión la posibilidad de reelección de Alberto Fernández parece más signo de debilidad que de fortaleza dado que las aspiraciones reeleccionistas se suelen blanquear más hacia el final de la gestión presidencial.
De todas maneras, en un contexto en cual la mayor parte de los principales actores del FDT han quedado en situación de debilidad/ fortaleza relativa, un Alberto por Default 2023 no sería una alternativa a excluir.
¿Cuál crees que es la hoja de ruta de la oposición para los dos años que vienen?
No sé si denominarlo hoja de ruta, pero si un conjunto de tareas con vistas al 2023 (algunas ya están en etapa de ejecución).
Explorar la factibilidad de la ampliación de la base de sustentación política de la alianza, llevar a cabo un proceso de reinvención de Juntos por el Cambio o Juntos (antes Cambiemos) que involucre establecer nuevas metas comunes más allá de aquella que le diera origen, representado en la derrota electoral del kirchnerismo, la movilización o creación de nuevos recursos para la concreción de nuevas metas comunes por ejemplo a través de institutos de formación política para los integrantes de la alianza, la definición un protocolo de mecanismos para procesar los conflictos propios de una alianza heterogénea son solo algunos de los desafíos a encarar en el seno de la coalición opositora.