Por Bernardo Navazo.
La insistencia de EE. UU. en que los aliados europeos alcancen el 5% del PIB en gasto en Defensa es un trampantojo geopolítico: una exigencia que, bajo apariencia técnica, encubre motivaciones estratégicas, económicas y políticas más complejas.
En esta pieza analizamos sus implicaciones agrupadas en tres ejes:
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- La creciente divergencia entre los intereses de seguridad de Washington y Bruselas y el uso instrumental de esta retórica como coartada para un posible repliegue estadounidense del continente
- El saldo económico positivo que EE. UU. ha extraído durante décadas a cambio de su compromiso militar con Europa
- Las propias contradicciones en las que Washington incurre
Los intereses de EE. UU. y de la UE ya no son idénticos
El objetivo estratégico final de EE. UU. es contener a China e intentar mantener su supremacía mundial, no apoyar la seguridad europea. Nuestro interés estratégico es proteger el Mercado Único y afianzar una zona de amortiguación/influencia a nuestro alrededor (Ucrania, frontera finobáltica, Mediterráneo y Oriente Medio). No caminamos en la misma dirección.
Así, y aunque todavía no haya consciencia en el debate público, la crítica de EE. UU. es que ahora ellos necesitan nuestra ayuda militar para contener a China y nos la piden tras haber sufragado nuestra seguridad durante décadas. Pero nosotros no tenemos ni el mismo tipo de confrontación hacia Beijing ni el deseo de luchar por la supremacía global: tras sesenta años de relación, nuestros intereses internacionales ya no son idénticos. Sí que consideramos un riesgo al gigante asiático y avanzaremos con pies de plomo en nuestra relación con ellos. Pero no llegaremos al nivel de militarización, contención y disuasión que Washington pide.
Por eso es clave entender este umbral del 5% como una falsa meta que coadyuva a los intereses del presidente Trump: 2%, 3%, 5% se ha convertido en una escalada retórica sin control para que cuando Europa no sea capaz de cumplir por obvias razones, Trump tenga la excusa para retirar su apoyo militar al continente. Es necesario hacer pedagogía política de estos puntos con nuestros socios europeos.
Del mismo modo que EE. UU. no está seguro (y por eso nos coacciona) de que le acompañaremos en su contención de China, nosotros no nos fiamos de que Washington nos apoyará en nuestras necesidades de Seguridad y Defensa vis-à-vis a Rusia. Los últimos meses han dado múltiples ejemplos: el parón a la ayuda financiera a Kyev, la suspensión de provisión de inteligencia al ejército ucraniano durante una semana, la interlocución privilegiada con Rusia a expensas de los legítimos intereses europeos (reproche que, por cierto, no le hemos realizado suficientemente), etc.
Igual que EE. UU. habla del “umbral del 5%” la UE debería hablar del “umbral de apoyo indubitado a Ucrania”: si Washington desea que no cumplamos el 5% para sentirse legitimado para desvincularse del continente europeo, introduzcamos el marco mental del compromiso indubitado militar de EE. UU. y OTAN con Ucrania. Y añadamos que entendemos que este aumento de los presupuestos de Defensa que EE. UU. solicita a sus socios nunca servirá para poner en peligro la integridad territorial de uno de ellos, léase Groenlandia.
Por último, proteger Europa no es TAN costoso como para necesitar el 5%: no luchamos por la supremacía mundial, Rusia es un rival respetable no, pero tan sofisticado tecnológicamente (de ahí que Ucrania haya sido capaz de resistir) y el Mediterráneo y el Sahel requieren de gastos de seguridad y foco político. Esos objetivos estratégicos no requieren que cada Estado Miembro de la UE o socio de la OTAN cuenten con un 5% en Defensa, según afirman diversos expertos en planificación militar (y es que no sería muy complejo plasmar en cifras estos requerimientos).
Sobre los beneficios económicos para EE. UU. por provisional el paraguas de seguridad europeo
Como contraprestación a su provisión de seguridad y defensa, Washington ha extraído enormes rentas económicas, financieras y políticas de la Unión Europea durante décadas. Por citar algunas ejemplos de manera no exhaustiva:
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- Acceso financiero ilimitado a nuestros mercados (adquiriendo nuestras compañías y capacidades productivas y derivando dividendos, que expatriaban)
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- Prioridad legislativa constante (p. ej., el capital estadounidense fue eximido del recorte a las renovables en los 2010; prebenda, por cierto, otorgada por el presidente Zapatero, tan denostado por EE. UU.)
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- Escasa tributación en la UE de las multinacionales estadounidenses vía el loophole irlandés
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- Enorme capacidad política de las embajadas de EE. UU. en las capitales de los Estados miembros
- Alta cuota de mercado en industria de Defensa y Seguridad europea, etc.
El presidente Trump siempre habla de los costes que para EE. UU. ha tenido su liderazgo internacional; olvida las MASIVAS ganancias que dicha posición le ha permitido. Un ejercicio de consultoría no muy complejo puede poner fácilmente cifras estimativas de los mayúsculos beneficios extraídos por Washington de Europa durante estas décadas.
De este modo, si Trump se vanagloria de ser un negociador muy transaccional, la UE debe tomar conciencia de la riqueza que ha enviado a EE. UU. e incluir este punto en cualquier conversación tanto en el marco de la OTAN como en las negociaciones de comercio bilaterales qué están teniendo lugar.
Contradicciones de EE. UU.
EE. UU. ni siquiera llega al 3,5% en su gasto de Defensa, lejos del umbral que preconizan, lo que revela que la presión sobre Europa no responde a criterios objetivos de proporcionalidad o sostenibilidad militar, sino más bien a una narrativa de reproche y dejación de los compromisos adquiridos.
¿Va a usar Washington su aumento en gasto militar para mantener los principios del derecho internacional? ¿Panamá, Groenlandia, ataque unilateral a Irán? ¿Apoyo absolutamente incondicional a EE. UU.? El historial reciente muestra múltiples episodios donde Washington ha actuado unilateralmente en clara tensión con el derecho internacional (Irak 2003, Panamá 1989, asesinatos selectivos desde 2010 en adelante).
Frente a la retórica simplificadora del 5%, debemos responder con claridad conceptual y visión estratégica: redefinir nuestra propia arquitectura de seguridad, cuantificar con rigor nuestras verdaderas necesidades defensivas y, sobre todo, recordar que la soberanía no se mide solo en porcentajes, sino en la capacidad de decidir por uno mismo los términos de su compromiso internacional.
Publicado en Agenda Pública el 23 de junio de 2025.
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