sábado 19 de abril de 2025
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Rafael Correa, persona non grata en Ecuador

Una vez más, como en tantas otras partes del mundo, en Ecuador las encuestas se volvieron a equivocar. Contra todo pronóstico, el presidente Daniel Noboa fue reelecto por una distancia de más de 11 puntos respecto a su rival, Luisa González, la candidata de Revolución Ciudadana (RC), el partido de Rafael Correa. Una vez que el Consejo Nacional Electoral (CNE) proclamó la irreversibilidad de los resultados, la candidata correísta invocó al fraude como la única causa de su derrota. Su discurso estentóreo no dejaba lugar a dudas: “Ecuador está viviendo una dictadura y estamos ante el fraude electoral más grotesco de [su] historia”.

De esta forma, y sin presentar ninguna prueba que justificara su denuncia, se preguntaba: “¿Cómo puede ser creíble que 11 encuestas se equivocaran?”. Más allá de que en la historia electoral no es la primera vez que se asiste a un chasco demoscópico tan generalizado, hay que recordar que la denuncia del fraude es prácticamente tan antigua como las elecciones y que generalmente las acusaciones de haberlo sufrido proceden del perdedor.

Aunque estuvieron presentes numerosas misiones internacionales de observación electoral, ninguna de ellas avaló las palabras de González o cuestionó la actuación de la CNE. Entre otras, allí estaban las misiones de la OEA, de la UE y del Parlatino. Incluso, la primera, encabezada por Heraldo Muñoz, ex ministro de Exteriores de la presidenta chilena y socialista Michelle Bachelet, avaló los resultados de la jornada electoral y cuestionó a las encuestas como elemento fiable para anticipar o predecir resultados.

Si bien ninguno de los dos candidatos destacaba por la coherencia de sus propuestas, por la brillantez de su discurso o por entusiasmar claramente al electorado, la contundencia de la victoria de Noboa resta cualquier margen de maniobra para que las denuncias de fraude se extiendan a la población. Si el resultado hubiera sido mucho más ajustado, uno o dos puntos de diferencia, o si se hubieran presentado pruebas contundentes e irrefutables, como en su día hizo la oposición venezolana, el desenlace podría ser distinto. Pero no lo será.

La principal causa de la derrota de González no fue el fraude, y ni siquiera la utilización partidaria de las estructuras de poder por parte de Noboa. La principal causa de la derrota se llama Rafael Correa, el presentador estrella de RT (antes Rusia Today) en español, cuyo recuerdo sigue provocando un profundo rechazo en buena parte de la sociedad ecuatoriana. Es más, la población indígena, más allá del respaldo de Pachakutik a la candidata opositora, le dio la espalda al expresidente y votó en su contra. Más grave aún para los intereses del correísmo, tanto la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) como Pachakutik reconocieron la victoria de Noboa.

Además de la sombra de Correa otros errores lastraron la campaña de González, sostenida por Baltazar Garzón, e impidieron su triunfo, a tal punto que más que de una victoria de Noboa hay que hablar de un fracaso de González en toda regla, pero también de Correa y su Revolución Ciudadana. Durante el debate entre los dos candidatos antes de la segunda vuelta González admitió que iba a reconocer la legitimidad de Nicolás Maduro, que la había apoyado previamente. Fueron unas declaraciones extremadamente peligrosas que terminaron jugando en su contra, al igual que tantas otras. Cuestionó que el dólar fuera la moneda de curso legal en el país, en contra del sentir mayoritario, pero, lo más grave fue no ser tan contundente como su rival en materia de seguridad pública, un tema sumamente sensible para la mayor parte de los ecuatorianos.

Su apelación a sostener la seguridad con respeto de los derechos humanos debe ser valorada y reconocida, pero, lamentablemente no se sostiene en el actual clima social de Ecuador. No solo eso, al final de su campaña, González propuso acudir a unos gestores de paz (¿abrazos, no balazos, que diría López Obrador?) para resolver los problemas de violencia, inseguridad y narcotráfico. Esto solo sirvió para recordar su proximidad a Nicolás Maduro y otros regímenes autoritarios, como los de Cuba y Nicaragua, que junto a Venezuela aplican mecanismos control social. Pese a sus palabras, González no logró disipar las dudas de que su propuesta se asemejaba demasiado a los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) cubanos.

Noboa fue reelecto para un período presidencial completo. Tiene por delante cuatro años para gobernar, en los cuales deberá comenzar a solucionar algunos de los gravísimos problemas que afectan a su país, como la inseguridad y el estancamiento económico. Para ello tendrá que formar un gobierno que logre incorporar gestores solventes, que define planes concretos y los ponga en práctica. Un gobierno capaz de articular las alianzas necesarias en un Parlamento donde no tiene la mayoría para poder pasar sus leyes. Por supuesto que, tras sus denuncias de la noche del domingo, Correa y su Revolución Ciudadana no se lo pondrá fácil, pero es de suponer que Noboa ya contaba con eso.

Publicado en El Periódico de España el 16 de abril de 2025.

Link https://www.epe.es/es/opinion/20250416/rafael-correa-persona-non-grata-opinion-carlos-malamud-116418814

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