jueves 25 de abril de 2024
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Putin va por el récord

Rusia aprobó la reforma constitucional que abre la posibilidad a que Vladimir Putin pueda gobernar el país hasta el 2036. Otros aspectos de la reforma a la Carta Magna.

En un discurso sorpresa en el parlamento ruso, el martes 10, un impertérrito Vladimir Putin propuso realizar algunos “ajustes constitucionales” que habilitarían su permanencia en el Kremlin hasta el 2036, momento en el que el líder de Rusia cumpliría los 83 años de edad y 36 en el poder. De lograrlo, podría estar a cargo más tiempo que cualquier gobernante desde Pedro el Grande, superando incluso a Joseph Stalin.

Según las últimas encuestas, el 27 por ciento de los rusos quiere que Putin siga siendo presidente después de que termine este mandato en 2024 y el 33 por ciento quiere que esté en un puesto de alto nivel en la toma de decisiones.

El anuncio del martes no comenzó con Putin sino con Valentina Tereshkova, la primera mujer que a los 23 años salió al espacio exterior, una heroína nacional que ahora es miembro del parlamento desde el 2009 por el partido gobernante Rusia Unida.

La ex cosmonauta recibió un aplauso cuando pidió al parlamento que dejara de “de dar vueltas y pensar demasiado” enmiendas constitucionales potenciales y eliminar el límite del mandato presidencial o “poner en ley la posibilidad de que el actual presidente sea reelegido de acuerdo con la constitución revitalizada”.

Tras señalar que los Estados Unidos solo adoptó los límites de mandato presidencial después de que Franklin D. Roosevelt condujo al país durante la Gran Depresión y la Segunda Guerra Mundial, Putin argumentó que Rusia era demasiado “vulnerable” a las luchas políticas y los intentos de “contención” por parte de los países occidentales para que él se haga a un lado. El presidente debería “garantizar un desarrollo estable”, dijo, haciéndose eco de un estribillo favorito, porque “hemos tenido suficientes revoluciones”.

Y siguió: “Llegará un momento en que el máximo poder presidencial en Rusia no será tan personalizado, cuando no se asociará con una sola persona, pero nuestra historia se ha desarrollado de cierta manera, y no puedo ignorar mi responsabilidad ante los ciudadanos del país”.

Cambiar el límite de mandato y permitirle presentarse en las próximas elecciones “en principio sería posible si los ciudadanos apoyan esta enmienda en la votación del 22 de abril, pero bajo una condición, que el Tribunal Constitucional dictamine que esta enmienda no violará la ley principal del país, la constitución”, dijo Putin. Y eso ya ocurrió.

Además, en el pasado, el Tribunal Constitucional aprobó ipso facto las iniciativas del Kremlin, y las encuestas sugieren que los rusos son indiferentes al referéndum del 22 de abril sobre las enmiendas constitucionales, que de todos modos no tiene ninguna relación legal con el proceso. El parlamento votó 380-44 por la enmienda para restablecer el límite de plazo cuando se adopten los cambios constitucionales.

Oleg Ignatov, un ex funcionario del partido gobernante que ahora trabaja para un grupo de expertos que ha consultado para el Kremlin afirmó que “La cuestión de su poder no podía decidirse por sí sola, tenía que incorporarse en un paquete de cambios, para que no hubiera una reacción negativa de la sociedad, y hasta ahora hemos visto una reacción tranquila de la sociedad”.

Además, los oligarcas y las élites políticas y de seguridad de Rusia pueden descansar tranquilos sabiendo que “todo se desarrollará de acuerdo con las reglas del juego que han existido durante 20 años”, dijo Ignatov. “No habrá división de poder o propiedad porque la élite conecta todo esto con la figura personal de Putin”.

Sin embargo, los rusos de mentalidad más liberal están enojados con la idea de 12 años más para el ex oficial de la KGB. A pocas horas de conocida la aprobación del proyecto de reforma, la oposición presentó la solicitud para organizar una manifestación de 50.000 personas en el centro de Moscú, el 21 de marzo, bajo el lema “Rusia sin Putin”. Rápidamente, el Kremlin lanzó la prohibición de reuniones que superen las 5.000 personas, supuestamente como medida para evitar la propagación del coronavirus, que hasta el momento ha sido declarado en 93 casos sin ningún fallecido.

Algunos miembros del partido liberal “Yábloko” protestaron frente a la Duma, el miércoles 11, con carteles denunciando el “reseteo” de los mandatos presidenciales calificándolo de “usurpación del poder”. Además, llaman a boicotear del referéndum que necesitará probablemente un piso de participación y el 50 por ciento de aprobación para que sea vinculante.

A pesar de haber logrado los cambios habilitantes, el mayor problema para el gobierno “indefinido” de Putin es el estancamiento económico. Había prometido un auge del gasto con subsidios para educación, vivienda y familias jóvenes en su discurso en enero. Ese mismo mes, la confianza del público en Putin alcanzó un mínimo del 35 por ciento, según las encuestas, aunque su índice de aprobación se mantuvo estable en el 68 por ciento.

El viernes, sin embargo, la baja del petróleo hizo que el rublo tuviera la devaluación más fuerte de los últimos cuatro años, dificultando cumplir con el presupuesto de alto gasto e imponiendo límites a las promesas de crecimiento de Putin. La economía de Rusia, que está dominada por corporaciones estatales, se expandió solo un 1,3 por ciento el año pasado.

La reforma constitucional incluyó modificaciones de última hora que no estaban previstas, como, por ejemplo, las que debilitan la secularidad del Estado ruso, como la propuesta del patriarca de la Iglesia Ortodoxa Kiril de incluir el concepto de “Dios” en la Constitución. También existió la propuesta de sustituir el término “presidente” por el de “líder supremo”, pero fue vetada.

La otra enmienda aprobada, que va de la mano con la anterior, es la que plantea que el matrimonio “sólo es posible entre un hombre y una mujer”. De esta manera, el Estado ruso institucionaliza aún más su conservadurismo al entrometerse en la vida privada de las personas y vetando de por vida el matrimonio igualitario. Un nuevo retroceso en el país donde, hace 103 años, la primera revolución triunfante de trabajadores y campesinos estableció leyes que permitían cualquier tipo de unión.

También hubo propuestas presentadas por el mandatario sobre la “supremacía rusa”, definiendo a los eslavos rusos como el grupo étnico que creo el Estado sucesor de la Unión Soviética. Aunque el artículo también mencionaba que la lengua rusa es “el idioma de la nacionalidad que forma el estado”, aclaraba que toda la variedad de grupos étnicos es igual.

Putin continúa manejando con mano de acero, enguantada de seda, un país muy complejo.

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