lunes 9 de junio de 2025
spot_img

Populismo vs. populismo

La democracia argentina corre riesgos. Los discursos que justifican las diferentes estrategias políticas suelen llevar a los empujones a los ciudadanos a tomar posiciones por todo o nada, contaminando un principio básico esencial: que los ciudadanos pueden construir sus opiniones serena y razonadamente sobre los temas de la conversación pública. De hecho, muchos de los principales actores del debate público (Gobierno, oposición, periodistas, influencers) alimentan a diario las disyuntivas extorsivas y los enunciados totalizantes, típicos de los populismos.

Aunque el debate no está cerrado, en la academia hay bastante acuerdo en que el populismo supone, básicamente, una confrontación agresiva entre dos grupos (el pueblo puro y la elite perversa), cuyos contornos, identidades e intereses son definidos (generalmente de manera plástica y cambiante) por el/la líder de turno.

En nuestro país lo estamos viendo por partida doble, toda vez que renacen con vigor varios conocidos elementos populistas. Vino nuevo en odres viejos: otra vez las opiniones de la mayoría son las únicas legítimas, otra vez los demás son inferiores incluso en términos morales, otra vez la pretensión hegemónica, el maniqueísmo y el culto a la personalidad. Otra vez la idea de que la soberanía popular (interpretada, por supuesto, por líderes infalibles) está por encima de instituciones como el Estado de derecho, la división de poderes, la Justicia independiente o el control a los gobernantes. Otra vez los periodistas independientes mienten y la oposición es destituyente. Otra vez el encarnizamiento desde el Estado ante la más mínima crítica, la polarización en dos campos irreconciliables, la radicalización de los discursos, los enchastres institucionales en nombre de enunciados nobles y la inyección de virulencia en el debate público. Otra vez los traidores y la política dominada por las emociones.

Otra vez el uso político del dinero opaco de las agencias de inteligencia. Otra vez empleados estatales que en realidad son militantes y propagandistas, y el juego sucio en las campañas electorales. Otra vez la inflexibilidad en temas de género y familia, los nombres partidistas a centros culturales y hasta el adoctrinamiento político en los dibujitos animados. En una palabra, lo que vemos es que se pretende combatir al populismo con más populismo.

Si se consolidara un escenario en el que la disputa política se concentrara en dos populismos (el peronista/kirchnerista y el mileísta), eso llevaría a un escenario en que se enfrentarían dos grupos (supuestamente) homogéneos, unificados y cohesionados, que buscando su propia supervivencia buscarán destruirse uno al otro, lo que inevitablemente conducirá a una polarización más emotiva que razonada y a una exacerbación de los males democráticos recién señalados.

Esta perspectiva parece posible porque hay una cantidad de políticos hasta ayer republicanos que, otra vez, han caído en la trampa polarizadora del populismo, o bien han decidido privilegiar la próxima elección y su propio metro cuadrado antes que la salud del régimen. Sea por defección, abdicación, necesidad, ignorancia o ambición, estarían ayudando a la construcción de un escenario extremadamente riesgoso.

La esencia de la democracia constitucional necesita, muy por el contrario, una ciudadanía de personas jurídicamente iguales (lo cual solo es posible si el Estado tiene las capacidades suficientes como para garantizarlo), que son capaces de intercambiar ideas, confrontar propuestas, evaluar y razonar acerca de qué manera prefieren vivir su vida, y eventualmente elegir una opción electoral a partir de todo ello. Un choque de populismos, en cambio, nos empujaría a ser efusivos lacayos, o súbditos que aceptan o rechazan combos cerrados sin sopesar ningún matiz, o en el mejor de los casos a ser meros espectadores de una tragedia, pero no a ser ciudadanos libres y autónomos como para conversar, respetar las opiniones ajenas, pensar y decidir por nosotros mismos.

Publicado en Perfil el 8 de junio de 2025.

Link https://www.perfil.com/noticias/opinion/populismo-vs-populismo-por-martin-dalessandro.phtml

spot_img
spot_img

Veinte Manzanas

spot_img

Al Toque

Karina Banfi

Rendir cuentas es informar

Eduardo A. Moro

Los profetas del odio

Alejandro Garvie

Los cuentos de la cripto