Se lo compara con Donald Trump y aunque el líder del Partido Conservador canadiense no es tan radical sigue los pasos confrontativos y populistas de su socio del sur. A un año de las elecciones nacionales lidera las encuestas.
Poilievre le ha dado vitalidad al conservadurismo canadiense centrando su campaña en una serie de malestares que el gobierno del liberal Justin Trudeau no ha resuelto del todo y que están relacionados con la inflación – producto de los problemas residuales en las cadenas de suministro causados por la pandemia de covid 19 – y el aluvión de inmigrantes que han generado una crisis habitacional con suba de alquileres e imposibilidad de que los jóvenes accedan a comprar una vivienda. Sólo el año pasado ingresaron a Canadá 470.000 residentes permanentes, un millón de estudiantes y otro millón de trabajadores temporales, ejerciendo una considerable presión sobre los servicios públicos (salud, educación y seguridad) y sobre el mercado de viviendas.
Este estudiante de RRII, comercio, pero graduado en arte, es muy activo en las redes en las que interpela a los jóvenes y postula la necesidad de promover las criptomonedas y de cerrar el Banco Central de su país, medida que lo emparenta con Javier Milei y sus rimbombantes promesas de campaña. En la misma sintonía libertaria ataca a “los políticos”, a pesar de haber sido político toda su vida. Pero lo separa del libertario argento la prohibición – por adelantado – a sus hipotéticos ministros de asistir a las charlas de la élite mundial anual de Davos.
Por otro lado, muestra una sensibilidad por los trabajadores siendo miembro de un partido tradicionalmente representante de los intereses de los empresarios, a los que, por su parte, les promete la infaltable baja de impuestos. Es común que recorra fábricas y se una a algunas demostraciones en las que luce cascos amarillos y guantes de trabajo, algo que Trump hizo en su primera elección en el Cinturón del Acero estadounidense.
Beatrice Bruske, la presidenta del Congreso Laboral Canadiense, sindicato que representa a tres millones de trabajadores y que ha centrado sus esfuerzos en combatir el trabajo precarizado de empresas como Uber, señala que Poilievre nunca ha participado en una movilización obrera “en serio” y que lo suyo es una pose, un fraude.
El discurso de Poilievre respecto de la inmigración propone ejercer un limitante dado por la capacidad de no afectar esos dos sectores clave que mantienen hoy a Canadá como una muestra de Estado de Bienestar sobre el que hay un acuerdo general. Por eso no estigmatiza a los extranjeros – está casado con la venezolana Anaida Galindo que emigró a los 8 años – pero propone supeditar el ingreso de personas a Canadá a la tasa de crecimiento de la construcción de viviendas.
Los analistas concluyen que la ventaja que hoy Poilievre le saca a Trudeau comenzó con su acusación de que los precios de los inmuebles subieron un 66 por ciento desde que el actual primer ministro llegó al poder en 2015.
Por ahora, la derrota liberal en Toronto, en julio pasado, un bastión histórico de los liberales, el ascenso de Poilievre y la creciente pérdida de popularidad de Trudeau, auguran una histórica victoria conservadora en 2025. En caso de que esto ocurriera, los verdes y la izquierda ya han dicho que bloquearán cualquier intento de que los conservadores lleguen al poder, atento al mecanismo parlamentario vigente en Canadá.
Publicado en Relato mata dato el 3 de septiembre de 2024.
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