jueves 31 de octubre de 2024
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No más Laclaus, por favor

El prólogo del libro “Milei La revolución que no vieron venir” de Agustín Laje, motiva estas reflexiones. Influencer argentino que escribió con Nicolás Marquez el ”Libro negro de la nueva izquierda”(2016). Laje ya se había presentado entonces como el Gramcsi de la derecha. Ahora actualiza sus ideas compartiendo con Nicolás Márquez y Marcelo Duclos, esta biografía de Javier Milei cuando transcurren los primeros cinco meses de su gobierno.

¿Qué nos dice Agustin Laje?: “El diferencial más notable de Milei respecto de todos los demás lleva el nombre de ‘batalla cultural’, y por eso, se ha convertido ésta en la clave interpretativa del momento”(Nicolás Márquez.Marcelo Duclos, 2014,pag 12).

Esta “batalla cultural” funda un nuevo relato oficial de la historia que convoca a sus seguidores a combatir a un enemigo- la casta- con las armas de un nuevo credo que es una cuestión de fe. Relato que replica la estructura del relato kirchnerista de oposición entre el pueblo elegido-la gente de bien-y las elites corruptas, “la casta”, un concepto tan vago como el que propuso Bertrand Russell cuando se preguntó en qué consiste ser calvo.

¿Cómo se despliega esta “batalla” según el autor de este prólogo? Sobre los años 70, nos dice Laje, “Milei denunció siempre que pudo el daño que hizo a la sociedad contar a medias la historia, con el propósito de reivindicar a guerrilleros terroristas, y lucrar con los ·banderines ‘derecho humanistas’” (Márquez, Nicolás Duclos, Marcelo (2024,pag. 14). Navegó contra la corriente en internet. La pandemia, con su interminable cuarentena, amplificó el uso de de las redes que fueron el caldo de cultivo privilegiado en el que germinó Milei.

Milei reivindicó a Alberdi y a Roca, figuras de la historia argentina del siglo XIX. Laje afirma que así se produce el encuentro entre libertarios y conservadores en la “Nueva Derecha”. Una alquimia nueva, una nueva perspectiva para interpretar nuestro pasado.

El debate de los años 70 regresó. Ernesto Laclau ya no esté entre nosotros. Otra vez la batalla cultural por la conquista de la hegemonía, otra vez la idea de las soluciones bárbaras a nuestro desvaríos. Como lo fue Rosas, dicen algunos, porque la autocracia unificadora fue una etapa imprescindible del proceso de incorporación de las masas a la política descripto por Gino Germani.

Acaso éste es un capítulo de la modernización capitalista que, a la manera de Rosas, ordenará este país invertebrado. Esperemos que la empresa de transformar este “capitalismo de amigos” en un capitalismo competitivo capaz de crear empleo genuino y progreso para todos, no se construya erosionando la democracia liberal que supimos conseguir. Sus maestros de la Escuela Austríaca pensaban a la democracia liberal como un peligroso camino al socialismo. En particular, el maestro admirado por Milei, Murray Rothbard que propuso la estrategia del populismo de derecha para conquistar a las mayorías.

Una oposición entre el pueblo elegido- “la gente de bien”- y las elites corruptas. Un rechazo al Estado colonizado y corrompido y una gran confusión arropada por la prédica de un anarco-capitalismo que es, ante todo, un liberalismo de mercado.

Una revolución de la derecha a la que alegremente se suman muchos jóvenes, porque nada es peor que la playa de estacionamiento a la que están condenados. No sé cómo piensan los jóvenes de menos de 30 años que votaron a Milei, quien sin duda supo expresar las broncas y dar cauce a sus emociones en las redes, el mundo transversal en el que edificó su imagen a golpes de posteos.

El retorno de la hegemonía como método de construcción de poder actualiza la amenaza a nuestra mayor conquista en el retorno de la democracia: el pluralismo y la defensa de los derechos humanos.

Y sin embargo, resuenan las frases de Tulio Halperín Donghi pronunciadas en un seminario allá por el 2004 en la sede del PNUD. Decía entonces Tulio,“ Y simplemente quiero terminar aquí esta descripción de lo que en la Argentina llegó a ser el federalismo que, como solía decir Juan Manuel de Rosas, él no era federal pero había llegado a la conclusión de que la Argentina estaba condenada a ser federal de la misma manera que está condenada a ser democrática”. Y puesto que es así, más vale encontrar una manera de sobrevivir en este marco que él encontraba tan poco simpático (La Construcción del Federalismo Argentino: perspectivas comparadas 2004, pag.74).

La actualidad de la frase de Tulilo Halperín Donghi, se hace manifiesta en la estabilidad con que la Argentina sobrevivió a la inestabilidad de crisis económicas recurrentes y devastadoras a lo largo de estas cuatro décadas de democracia.

Que este nuevo capítulo de la destrucción creadora schumpeteriana iniciada tras el fallido intento de Menem, con su secuela de contingentes de abandonados a la intemperie, no sea el camino hacia el fin de la democracia liberal que predican los adalides de la nueva derecha y ya Karl Polanyi avizoraba en su obra, La Gran Transformación.

Publicado en Clarín el 15 de mayo de 2024.

Link https://www.clarin.com/opinion/laclaus-favor_0_WEKPFHFS3D.html

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