sábado 21 de diciembre de 2024
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Mileísmo, ¿un menemismo aggiornado?

El sacrificio anunciado por Milei para sacarnos del atraso se prolonga en el tiempo y muchos se preguntan cuánta paciencia tendrá la sociedad para soportarlo. La economía apenas se mueve, el desempleo asusta, la pobreza crece y las inversiones no llegan. Sin embargo, milita a favor del Gobierno la implosión de Juntos por el Cambio y la crisis del peronismo sin liderazgo unificador.

No hay alternativa a la vista y la pregunta que asusta es: si Milei fracasa, en quién vamos a confiar. Alimenta el aguante haber dejado atrás casi dos décadas de kirchnerismo cuyo legado es una sociedad ferozmente empobrecida, una economía rota, un Estado desguazado y la degradación moral que combina corrupción con los escándalos de fiestas en cuarentena y un presidente imputado por golpeador.

Se dirá que no fue el único presidente maltratador de primeras damas, pero sí el único de una saga que en nombre de los derechos humanos y el feminismo reivindicó derechos que no respetó, garrotes ideológicos de un falso aggiornamiento que ocultó la continuidad de una utopía retrógrada.

Con el telón de fondo del hartazgo colectivo ante un teatro de la ilusión que mostró sus tramoyas , el rápido descenso de la inflación es un logro apreciado de una dimensión que a veces es difícil de avizorar. Como lo advirtiera Karl Polanyi, “las personas no buscan sólo tener riqueza material sino que haya una distribución lógica alrededor de ella, especialmente una que refleje de manera racional y meritoria la prosperidad de esas mismas personas. La inflación impide ver todo ello” .

Acaso la hora de trabajo doméstico equivale hoy a un yoghurt. La distorsión de los precios relativos, la imposibilidad de planificar un presupuesto, la ansiedad que crea no saber a ciencia cierta el poder adquisitivo que se tiene, acompaña a los argentinos que convivieron en un régimen de alta inflación por décadas y modelaron su comportamientos stockeando cuanto pudieron para adaptarse resignados a un destino que pareció inevitable. La convertibilidad no duró y el gobierno del cambio prometido por Macri, fracasó. La ilusión kirchnerista de la abundancia concluyó con un gobierno irresponsable y devastador.

Milei, un presidente débil, con minúscula minoría en el Congreso y sin peso territorial, ha mostrado pericia para negociar con gobernadores las leyes que busca concretar y que hacen al corazón de las reformas estructurales en las que descansa su programa y para conseguir el aval del Congreso.

Por cierto, las negociaciones con los gobernadores giran en torno a la distribución de los recursos que administra la Nación, una práctica de nuestro federalismo fiscal propia de la casta a la que parece resignado a parecerse Milei. Acaso hay una casta pura de gente de bien…

Mientras tanto, la economía apenas se mueve, el desempleo azuza el miedo de los que temen perder sus trabajos y las inversiones no llegan. En un contexto geopolítico que aumenta la percepción de riesgo en medio de las guerras que amenazan extenderse, la Argentina no ofrece la necesaria seguridad jurídica.

No sólo por su recurrente cambio de rumbo y sus ocho defaults. La postulación del cuestionado juez Lijo no augura una justicia independiente, condición sine qua non de la gobernabilidad democrática.

Los dos pilares en que se sustenta la gobernabilidad en democracia son la capacidad de armar alianzas para transformar proyectos en leyes en el Congreso y una administración capaz de desplegar una acción estatal previsora, eficiente y eficaz para implementar las políticas públicas.

El flanco débil del Gobierno es su administración que no cuenta con los recursos en cantidad y calidad necesarios y que se mueve de acuerdo con los humores de un presidente que no vacila en despedir a funcionarios críticos.

El Gobierno entró en su segundo semestre decidido a crear una fuerza propia a nivel nacional, abrevando en la cantera de un peronismo en busca de conducción y convencido de que cuenta con los votos de Juntos por el Cambio que lo coronaron en el ballotage. Acaso asistimos a un realineamiento partidario: mileístas y no mileístas, que podría traducirse como populistas y republicanos. Un mileísmo que, como el kirchnerismo, es populismo como metodología de construcción del poder.

Milei se quiere heredero de Menem, como él emprende una destrucción creadora schumpeteriana y regresa a los postulados del peronismo ortodoxo en una peculiar combinación de conservadurismo y libertarianismo.

Es un paleolibertario que reaviva el peronismo permanente del que habla Juan Carlos Torre y a la vez, el corazón contingente : el mileísmo, su nueva piel que levanta el trofeo de Yuyito González para reencarnar, con patillas también, la saga del riojano que supo ilusionar a la sociedad argentina. Nos promete un futuro de Silicon Valley como Menem prometía viajar a Japón en la estratósfera…

Ahora nos anuncia, todo pasará por el mercado; la sociedad se reducirá a consumidores y productores, y el mundo será una oportunidad de negocios dejando atrás el proteccionismo distribucionista que el kirchnerismo continuó como en el 45, sin temor al anacronismo. Conviene recordar nuevamente las advertencias de Polanyi quien discutía con la Escuela Austríaca que inspira a Milei: un liberalismo de puro mercado convoca el espectro del totalitarismo.

Publicado en Clarín el 20 de agosto de 2024.

Link https://www.clarin.com/opinion/mileismo-menemismo-aggiornado_0_6jMPkOP8wU.html

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