El presidente Milei le habló al mundo en el foro de Davos. Imposible no evocar el libro de Thomas Mann, La montaña mágica, (1924). No sólo porque la acción transcurre en Davos, sino porque la trama de esta novela plantea un dilema actual: el enfrentamiento entre democracia liberal y totalitarismos. Hoy los conflictos se extienden desde Ucrania al Medio Oriente, peligran las democracias liberales y proliferan las autocracias. La amenaza de una tercera guerra mundial se cierne en el horizonte.
Milei no expuso su propuesta de cómo sacar a la Argentina del pozo en el que está hundida, ni del lugar en el mundo que espera encontrar para cumplir esa meta. De eso se trataba este foro. Fue una oportunidad perdida.
El Presidente presentó sus ideas anarco libertarias para catequizar a ese público. Hizo una encendida defensa de los empresarios creadores de la riqueza, a los que llamó verdaderos héroes de este tiempo. Imposible no evocar La ética protestante y el espíritu del capitalismo, la obra de Max Weber de 1905. Una reivindicación del protestantismo clásico en tiempos en que muchos conciben el fracaso de Occidente como la pérdida de esa ética que premiaba el ahorro y la inversión porque abrían las puertas del cielo.
Acaso el retorno a los orígenes de ese capitalismo competitivo y salvaje subyace a la fórmula trumpiana de volver a hacer grande a los Estados Unidos. El MAGA-volver a hacer grande a Argentina-que inspira a Milei y lo retrotrae a un siglo atrás para recomenzar la saga del progreso, forma parte de la ilusión de los que creen que si comienza de nuevo la historia, en una suerte de “borrón y cuenta nueva”, serán removidos los obstáculos que condujeron al fracaso.
Para Milei, sin colectivismos, sin socialismos ,el futuro será de grandeza y no duda en meter en la misma bolsa a socialistas, socialcristianos, nazis, fascistas y comunistas. Imagina un futuro despojado de los vicios que trajo aparejada-según su parecer- la búsqueda de la igualdad y la fraternidad.
La justicia social, para Milei, es un robo. El Estado, un parásito que vive a costa del esfuerzo de los que producen. Asombra este razonamiento en la tercera década de este siglo XXI y sin embargo, atrae a pensadores de este tiempo nublado. La pérdida de las creencias religiosas y de los valores que las inspiraron aparecen como causa de la derrota de Occidente.
Es el caso del reciente libro de Emmanuel Todd, La défaite de l’Occident que ve en la muerte del protestantismo la razón de esta derrota. Religión y política reaparecen en el debate mientras una contrarrevolución católica de la ultraderecha está en marcha en Francia, España, Italia, y Polonia. Milei confía el futuro de la Argentina a las “fuerzas del cielo” y se aproxima a Naphta, el personaje que ideó Mann para encarnar uno de los polos del dilema que atravesó su corazón en los años oscuros que precedieron a la primera guerra mundial.
Primer presidente anarco libertario del planeta, como gusta llamarse, converso al judaísmo-a diferencia de Naphta , judío convertido al catolicismo- comparte con él una visión religiosa que lo aleja de los cánones de la democracia liberal y lo acerca a liderazgos como el de Trump, Bolsonaro o Bukele, todos actuando por encima de las instituciones porque se creen legitimados para emprender una misión en nombre del pueblo, sin mediación alguna.
Otra vuelta de tuerca a la constante de identificación del líder con el pueblo. En este caso, la casta es el antipueblo, con la variante novedosa de que quienes lo apoyen dejaran de ser parte de la casta y serán parte del pueblo, sin venganzas ni resentimientos. Acaso sea una oferta tentadora para quienes pueden convertirse en aliados al precio de blanquear sus oscuros prontuarios.
Milei afirma que el feminismo degrada las costumbres y que los daños climáticos no son culpa de la acción humana.Comparte foros con la ultraderecha católica. Con el telón de fondo de los Alpes suizos, ya no en un sanatorio para acaudalados burgueses de la Europa de entonces, sino en el foro que reúne a los poderosos del mundo, Milei prefiere adoctrinar antes que informar, transmitir su fe para emprender la refundación planetaria.
El diálogo no es su recurso. Las cuestiones de fe no se negocian, prefiere su poder de amenaza;”el que para no cobra”. De la mano de este liderazgo extravagante, la Argentina vuelve a impresionar al mundo, si no lo hace por sus logros, al menos lo consigue por sus excentricidades en un mudo en el que los excéntricos, apuntalados en las redes, ganan audiencias y legan al poder.
Estos no son los tiempos en que Alberdi sentó las Bases y los poderes del presidencialismo americano fueran reforzados por la fórmula chilena de Egaña. Milei pareciera homologar las condiciones actuales con las que inspiraron a Alberdi como si las transformaciones ocurridas desde entonces pudieran ser cercenadas a golpes de motosierra. Tal vez sería bueno releer las reflexiones sobre el tiempo en las palabras del dúo dialéctico que da vida a La Montaña Mágica.
Mientras tanto, la sociedad argentina, empobrecida y angustiada por una inflación sin control, queda atrapada en esta transición incierta. A la pobreza escandalosa se suma la caída brutal de los ingresos de las clases medias. Este fue un país igualitario.
Nunca la clase media imaginó que habría restaurantes donde un ojo de bife costara 100 dólares cuando sus ingresos en dólares, son irrisorios Nunca la distancia entre los que tienen mucho y los que tienen poco fue tan estruendosa; nunca los índices de pobreza se mantuvieron tan altos por tanto tiempo. Hay un nuevo paisaje social en el que crecen el vandalismo y el narcotráfico.
¿Cuánto resistirá esta sociedad el proyecto refundacional de un presidente iluminado por las fuerzas del cielo? ¿Cuánto de la excentricidad de Milei es un síntoma de los tiempos que estamos atravesando?
¿Cuánto de la responsabilidad de una dirigencia habrá de ayudarnos a salir de este pantano con mesura y a sabiendas de que no se puede atrasar el reloj ni sostener un Estado colonizado por privilegios? Habrá reformas, pero no se trata de una destrucción más destructiva que creadora.
Publicado en Clarín el 21 de enero de 2024.
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