El presupuesto es el más directo de los mecanismos de ordenamiento, aunque no el más transparente. Mediante contrataciones, obras públicas y otras asignaciones del tesoro, el Ejecutivo nacional utiliza la chequera para premiar y castigar piramidalmente. La oposición, en cambio, debe limitarse a los presupuestos provinciales y los discursos legislativos, que se presentan más como mosaicos que como pirámide.
Hasta acá, todo bien: el presidencialismo une al oficialismo y divide a la oposición. ¿Pero qué pasa si el oficialismo, aún unido, es minoría?
Después de lograr la aprobación de dos grandes proyectos de ley, incluyendo una serie de delegaciones legislativas al Ejecutivo, Milei se encontró con que el Congreso ya no lo acompañaría. Decidió entonces sostener la gobernabilidad sobre tres instrumentos: decreto, veto y tercio. El decreto, sobre todo el de necesidad y urgencia, le permite legislar sin intervención del Congreso; el veto le permite impedir que el Congreso legisle, y un tercio de cualquiera de las cámaras le garantiza que no puedan derribarle vetos ni decretos. Esta estrategia minoritaria de gobierno es posible por la delegación legislativa que logró en un inicio, mientras estaba en el pico de su popularidad. Su estabilidad hasta las elecciones intermedias dependerá de sostener la popularidad que le permita mantener el tercio, sin el cual toda la estrategia se derrumbaría.
Por último, la reforma electoral que acaba de establecer la boleta única de papel deja a Uruguay como el último país de la región que utiliza la boleta partidaria: paradójicamente, la mejor democracia del continente usa un sistema que los demás rechazan. La boleta única no resolverá los problemas de representación, porque las listas legislativas seguirán siendo bloqueadas y cerradas —es decir, incluirán candidatos múltiples y el elector no podrá tachar, insertar ni cambiar el orden—. El impacto vendrá por otro lado: obligará a la provincia de Buenos Aires, que alberga al 40% del padrón nacional y es una de las cuatro que vota en simultáneo con la nación, a desacoplar las elecciones. En 2025, eso desactivará el arrastre que podrían tener Cristina Kirchner o Karina Milei encabezando la lista nacional de sus partidos, pero no beneficiará a Kicillof porque tampoco habrá lista provincial: Buenos Aires está dividida en ocho secciones electorales que eligen legisladores desconocidos, y serán los intendentes los que armen esas listas. Si esto es así, la oposición habrá diseñado un mecanismo más para consolidar su división y ayudar al presidente.
Publicado en Búsqueda el 23 de octubre de 2024.
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