En enero, María Corina Machado decía que “el futuro de la democracia en nuestra región se está decidiendo hoy en Venezuela”. Meses después, el Nobel de la Paz reconoce precisamente esa visión: la de una transición que rehúye la venganza y apuesta por el reencuentro.
“Propongo un proceso de reencuentro y de perdón basado en la justicia y sin ningún tipo de resentimiento”, afirmó en la entrevista. Convencida de que “nunca antes el régimen se ha encontrado en una posición tan débil” como la que tenía a principios de año, Machado insistía en que la salida a la crisis venezolana pasa por “ofrecer incentivos y garantías” así como por evitar “un proceso de persecución o de venganza”.
Su apuesta política se condensa en una frase que resume el espíritu con el que recibe el Nobel: “El gran desafío es la construcción de una sociedad donde haya una nueva relación entre los ciudadanos con ellos mismos y el Estado”.
María Corina Machado habla en exclusiva para Agenda Pública. La líder de referencia opositora al chavismo conversa con nuestro director, Marc López Plana, pocos días antes del anunciado regreso de Edmundo González a Venezuela este próximo viernes y pocas semanas después de recibir ambos el Premio Sájarov del Parlamento Europeo: “Son días decisivos para nuestra historia”, señala. La publicación de esta entrevista evidencia la importancia que tiene para Latinoamérica la opinión pública española y cómo en España la política latinoamericana ya es también un factor explicativo de la política interna.
Para María Corina Machado, que se muestra convencida de iniciar una nueva etapa en Venezuela de forma inminente, “el gran desafío es la construcción de una sociedad donde haya una nueva relación entre ciudadanos y entre ciudadanos y Estado” y asume la necesidad de iniciar un proceso de negociación con aquellos que están generando fracturas en el actual régimen “sobre todo para una transición” que “implica ofrecer incentivos y garantías”. “No vamos a un proceso de persecución ni de venganza”, advierte, “tengo muy clara la responsabilidad que me corresponde para reencontrar a todo un país.
Además, se muestra también segura del apoyo que tendrá de la nueva Administración Trump: “El senador Marco Rubio ha sido quizás la persona más firme durante años sobre la amenaza que representa el régimen de Maduro para las Américas” y que en su opinión ha convertido a Venezuela en “el hub del crimen organizado de las Américas”. “Tenemos que trabajar todos los planos a la vez. Esto es peor que un país que sale de una guerra. Tenemos una crisis multidimensional: una crisis financiera, una crisis económica, una crisis humanitaria, una crisis de servicios, una crisis de seguridad” y “una crisis de soberanía”, concluye.
¿Qué puede pasar este viernes, 10 de enero, en Venezuela?
No exagero cuando les digo que el futuro de la democracia en nuestra región se está decidiendo hoy en Venezuela. El conflicto venezolano ha ido escalando a un nivel que trasciende nuestras fronteras. Venezuela se ha convertido en el foco de una dinámica política criminal transnacional que ha ido desestabilizando las democracias en la región. Ha servido de puerta a las Américas de regímenes que tienen como propósito debilitar las democracias liberales de Occidente, como Rusia, Irán, Siria en su momento, o grupos criminales como Hezbolá o Hamás, que tienen alianzas complejas con el régimen primero de Chávez y ahora de Maduro.
Además, han provocado de manera intencional la crisis migratoria más grande del mundo, más grande que Ucrania, más grande que Siria. Imagínense que un tercio de los españoles se hubieran visto forzados a dejar su país. Imagínense lo que significa esto. Es desgarrador no solamente en el plano humano, familiar, social, cultural o para la productividad de un país, sino también por el desarrollo de actividades criminales como el tráfico de drogas, el contrabando de minerales e incluso de seres humanos, que tienen un santuario en territorio venezolano. Venezuela se ha convertido en el hub del crimen organizado de las Américas.
Nunca antes el régimen se ha encontrado en una posición tan débil como la que está hoy. Y por razones objetivas comprobables. En primer lugar, han perdido toda posibilidad de control social, están solos. El país los detesta. En segundo lugar, perdieron toda la legitimidad. Les ganamos 70-30. Si hubiesen sido unas elecciones de condiciones de mínima competitividad, hubiéramos terminado en 90-10. Y todo el mundo lo sabe. En tercer lugar, han ido perdiendo apoyos internacionales cruciales —no solamente de Brasil, que bloqueó su entrada a los BRICS—, además, con una nueva Administración en los Estados Unidos. Por último, para mí es relevante insistir en que, a nivel de opinión pública, esta gente ya tiene cero impacto, o sea, nadie los cree.
Lo que les queda, lo único, es su capacidad represiva, la cual cada día está más y más mermada, porque las propias estructuras de la Policía, las Fuerzas Armadas o el sistema judicial están viviendo la misma desesperación que el resto de la sociedad. Y dentro del régimen hay serias fracturas. Entonces, el 10 de enero es una gran oportunidad, es un hito constitucional, pero es una prueba de fuego para Maduro, no para nosotros. Y, desde luego, para aquellos actores internacionales que tendrán que tomar una decisión: si se asocian con un régimen tóxico y criminal o si se ponen del lado de los venezolanos.
¿Qué está dispuesta a ofrecer a aquellos que están generando fracturas en el régimen régimen?
Evidentemente, todo proceso de negociación, sobre todo para una transición, implica ofrecer incentivos y garantías. Obviamente, la magnitud de estos depende del momento, de las fuerzas relativas y obviamente de cada uno de los actores, según su trayectoria y lo que están aportando para favorecer esa transición. No hay un planteamiento ex ante, sino durante. Y, evidentemente, parte de un principio: el respeto a la soberanía popular expresado el 28 de julio. Eso no se negocia.
Nosotros no vamos a un proceso de persecución ni de venganza. Personalmente, tengo muy clara la responsabilidad que me corresponde para reencontrar a todo un país que ya está unido, porque no creo que haya otra sociedad en el mundo como la venezolana, donde no hay diferencias religiosas ni raciales ni regionales ni sociales ni políticas. O sea, dime en qué otra sociedad en el mundo, el 90% de la gente quiere lo mismo. Se trata de no generar ningún tipo de resentimiento, sino de buscar un proceso de reencuentro y de perdón basado en la justicia.
Evidentemente, habrá que ofrecer incentivos, para lo cual es indispensable que haya un liderazgo por parte de las fuerzas democráticas que cuente con la credibilidad del país, porque cualquier acuerdo en una transición tiene que ser asimilado y apoyado por la sociedad.
¿Qué espera de otros gobiernos latinoamericanos?
América Latina es mucho más que los gobiernos. Espero mucho de los pueblos de América Latina. Y lo estamos viendo. Ha sido impresionante cómo las movilizaciones de los venezolanos en el exterior han convocado a millones de personas que no son venezolanas, pero que entienden que el futuro de la democracia en América Latina se está decidiendo en Venezuela hoy. Ha habido una gran solidaridad también por la presencia gigante de venezolanos en estos países que han creado una enorme sensibilidad y conciencia del drama humano que es la vida en Venezuela hoy.
También hemos visto una enorme solidaridad de los parlamentos. Y esto es muy interesante porque hemos visto una coalición en todo el espectro ideológico. Y lo vemos en los parlamentos y lo vemos en los gobiernos. Tenemos desde un Gabriel Boric, en Chile, hasta un Javier Millei, en Argentina, diciendo lo mismo: que hay que respetar la voluntad ciudadana, el poder, la soberanía popular y los derechos humanos y la vigencia del Estado de derecho en nuestro país. Entonces, cuando vemos que esto adquiere un nivel superior al debate ideológico, es una causa muy poderosa que además ha ido aglutinando a más y más.
Esperamos que América Latina defienda sus propios intereses, porque lo que pasa en Venezuela los afecta directamente. Veremos qué van a hacer aquellos vecinos que en su momento fueron cercanos al régimen de Maduro, pero que han empezado a poner distancias. Hemos visto el caso de Lula negándose a la incorporación de Venezuela bajo el Gobierno de Maduro a los BRICS. Llega la hora de la verdad. Muchos de estos, para mantener una posición de cierta prudencia, aunque no reconocieron a Edmundo y su victoria en primera instancia, optaron por pedir que les entregaran las actas. “Vamos a ver las actas”, decían. Y no se las entregaron. Nosotros sí. Ha llegado el momento de entender que el pueblo de Venezuela votó a favor de la democracia. Que la evidencia está allí y que llegó la hora de ser coherentes con sus propias prácticas en sus respectivos países.
Venezuela se ha convertido en un tema de la política interna en la mayoría de los países de América Latina. Aquí no hay punto medio, o sea, no se puede estar en el medio entre la corrupción y la justicia, no puedes estar entre un régimen que está en una fase terminal como el de Maduro, violador de los derechos humanos y que ha cometido crímenes de lesa humanidad, y la sociedad venezolana. La historia va a ser implacable con aquellos que tomen unas u otras posiciones.
Donald Trump tomará posesión este mes. ¿Qué espera del nuevo Gobierno de Estados Unidos, su secretario de Estado Marco Rubio y de su posición con Venezuela? Su posición con Ucrania tras la invasión de Rusia ha sido titubeante…
Tengo plena confianza de que en el caso de Venezuela va a haber una posición muy firme y consistente con lo que han sido las posiciones no solamente del presidente Trump, sino de los colaboradores que ahora ya ha designado o que ha nominado. Además, hay un tema en el caso de Venezuela y Estados Unidos: Estados Unidos tiene información clasificada que involucra a todas las piezas o las principales piezas del régimen de Venezuela en temas que son de seguridad nacional. Y, por eso, a pesar de haber vivido un proceso electoral tan particular, tan polarizado, Venezuela se mantuvo siempre como un tema bipartidista en el Congreso. Tengo grandes amigos que son senadores demócratas y republicanos, congresistas republicanos y demócratas. Fíjate que las iniciativas que han salido del Congreso han sido bipartisan, cosa que es muy difícil en estos tiempos, es un caso único. Mira las políticas del presidente Biden, reconociendo a Edmundo como presidente electo y planteando y acompañando iniciativas en el marco de las Naciones Unidas, en el marco de la OEA, en el marco de distintas instancias multinacionales, o la denuncia frontal y total al carácter criminal del régimen y el respeto de la decisión de los venezolanos el 28 de julio.
Por parte de esta nueva Administración, las señales además son inequívocas. El senador Marco Rubio ha sido quizás la persona más firme durante años sobre la amenaza que representa el régimen de Maduro para las Américas. Cristóbal Landó, el Undersecretary of State, es una de las personas que mejor conoce la región. Incluso vivió en Venezuela, pues su padre fue diplomático y embajador en México. Tiene una posición firme y clara, incluso después del 28 de julio. Michael Walsh, National Security Council, es amigo de la causa y personal. Ha mantenido las posiciones más firmes sobre la necesidad de avanzar en la transición hacía la democracia en Venezuela a los efectos de poder resolver los temas fundamentales que afectan a Estados Unidos, como la migración, el tráfico de drogas o la desestabilización que están generando, incluso dentro de Estados Unidos, las bandas criminales patrocinadas por Maduro y su régimen. Puedo seguir con Richard Grenell y el propio Mauricio Claver-Carone. Son todas personas que conocen perfectamente las amenazas que se ciernen sobre América Latina y desde América Latina sobre la seguridad nacional de los Estados Unidos. No tengo duda alguna de que al régimen de Maduro, si insiste y llega hasta esa fecha, se va a encontrar unas condiciones muchísimo más adversas de las que tiene en este momento para facilitar una negociación para su salida, pero la salida se va a dar. No tengo duda.
¿Cómo lee que el Parlamento Europeo, con cierta división, sea favorable al reconocimiento de Edmundo González como presidente electo de Venezuela pero no por parte de los gobiernos europeos?
La posición del Parlamento Europeo ha sido tan firme y tan clara estos años que nosotros nos sentimos no solamente agradecidos, Marc. Estas son las cosas que uno no olvida nunca. A veces estas instancias internacionales no tienen conciencia del impacto de ciertas decisiones en el plano diplomático o retórico. Pero las decisiones del Parlamento Europeo nos han dado a los venezolanos un apoyo moral monumental. El sentir que esto es una causa global y que se entiende y que les duele.
En la semana del Premio Sájarov tuve reuniones con todos los grupos políticos, con todos. Cuando tú ves el grado de respaldo —incluso de algunos europarlamentarios de países que están superlejos—, cómo sienten que el éxito del pueblo de Venezuela frente a una tiranía contribuye a la democracia mundial y establece un nuevo estándar de organización ciudadana, a mí eso me ha conmovido. Y creo que ahí vemos la visión global que prevalece en personas que tienen una conciencia democrática más allá de las dinámicas coyunturales que puede haber en un determinado gobierno.
La votación masiva del Parlamento Europeo hace unos meses a favor de que la Corte Penal Internacional se pronunciara fue muy importante, porque esto envía un mensaje nítido, insisto, a lo largo de todo el eje ideológico. Ahí hay una deuda con los gobiernos que han reconocido a Edmundo, y particularmente con aquellos gobiernos que tienden a hacer los canales de comunicación de América Latina con Europa.
Nadie duda de lo que pasó. Todo el mundo sabe lo que ocurrió. Y al final, eso traerá consecuencias. La historia va a ser implacable con los que hacen el bien, los que hacen el mal y con los que no hacen nada. Porque estos últimos terminan poniéndose del lado del mal.
¿Cómo valora el papel del Gobierno de España y el asilo otorgado a Edmundo González?
He sido muy clara con el proceso de la salida de Edmundo de Venezuela. Hubo una operación muy oscura en la cual estuvieron involucrados el régimen y actores internacionales. El propio Rodríguez Zapatero ha reconocido que estuvo involucrado. Algún día se sabrán todos los detalles de algo que fue, en mi criterio, absolutamente indebido. Se generó una presión brutal sobre el presidente electo, estando en una sede diplomática, para que se sintiera profundamente amenazado y llegara a sentir que sus posibilidades eran o el Helicoide [sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional y centro penitenciario] o el exilio. Para eso, además, se llevó a cabo un proceso de terror sobre otra embajada, en este caso la de Argentina, bajo protección de Brasil, donde están compañeros de causa. Lo que ocurrió es verdaderamente indebido y hubo intromisión de actores externos. La sociedad venezolana entendió la decisión de nuestro presidente electo, que además ha hecho una excelente tarea de interacción con actores internacionales y con la diáspora. Y esta operación se terminó revirtiendo sobre el propio régimen.
Sobre el señor Zapatero, ya he dicho todo lo que tengo que decir: ha actuado de manera absolutamente indebida y no transparente en el manejo de sus relaciones con el régimen y, en particular, con aquellos venezolanos que son objeto de persecución o prisión. Pero yo prefiero no meterme en temas que tienen que ver con la política interna y su rol dentro de España.
Claro, sobre su rol en España hay distintas opiniones. En mi opinión, por ejemplo, su papel fue decisivo en el final del terrorismo de ETA y su final es lo que consolida, finalmente, la democracia española.
En todo caso, usted mira al futuro con esperanza, ¿cuáles serían sus primeras medidas para un nuevo Gobierno en Venezuela?
Antes de la elección, trabajaba dieciocho horas diarias. Después de la elección, veinte horas diarias. En los primeros cien días van a ser por lo menos de veintitrés horas diarias. Tengo una enorme confianza en el proceso de reconstrucción de Venezuela. En primer lugar, porque siento que hay una gran cohesión de la sociedad, porque además hay una gran madurez. Nosotros, claro que esperamos resultados rápidos, porque hay un país que está sufriendo mucho. Los niños venezolanos van dos días a la semana a la escuela pública. Las madres cocinan con leña, no hay gasolina ni diésel. Tiene que haber resultados en el corto plazo. Pero todos sabemos que lo que está pasando es mucho más profundo que esto. Por eso, cuando yo les pido que vean lo que ocurre en Venezuela, no nos quedemos en la superficie, en entender esto como un proceso político o electoral.
Nosotros hemos construido un verdadero movimiento social y cultural, que tiene implicaciones antropológicas. Una cosa será sacar a Maduro, que va a salir, no tengo duda. El gran desafío es la construcción de una sociedad donde haya una nueva relación entre ciudadanos y entre los ciudadanos y el Estado. Y eso pasa por un nuevo diseño institucional, por instituciones muy sólidas, con principios republicanos, democráticos, éticos, liberales, donde además nosotros podamos crear los incentivos para que estas instituciones estén al servicio del ciudadano, para que podamos tener una sociedad que pueda volar y despegar. Una Venezuela donde podamos abrir los mercados, a la que vengan enormes inversiones y, por supuesto, eso pasa por recuperar el Estado de derecho. Venezuela está en la posición 142 de 142 países medidos en rule of law, en Estado de derecho, según el World Justice Project. Es el último país en el planeta en Estado de derecho.
Entonces, ¿cómo se va a generar confianza para que regresen los venezolanos?
Tenemos que trabajar en todos los planos a la vez. Esto es peor que un país que sale de una guerra. Tenemos una crisis multidimensional: una crisis financiera, una crisis económica, una crisis humanitaria, una crisis de servicios, una crisis de seguridad, una crisis de soberanía.
Tenemos los equipos listos para gobernar. Tenemos un proyecto que se llama Venezuela Tierra de Gracia, que hemos trabajando durante años y que contempla las acciones de los primeros días por la emergencia, pero al mismo tiempo un proceso estructural de transformación del país. Arrancando de cero, porque aquí no hay una sola institución de pie, lo cual nos da una oportunidad que pocas sociedades tienen en la historia. Se trata de arrancar de cero un diseño institucional que sí funcione y que garantice que todos los venezolanos seremos iguales ante la ley; que estimule el trabajo honrado, productivo, gratificante; que permita que todo venezolano tenga la oportunidad de surgir, aunque nazca en el pueblo más recóndito, en la familia más humilde, y vivir con dignidad.
Es apasionante. Hay energía creadora acumulada, no solamente aquí. Yo vivo hablando con los venezolanos afuera, todos tienen ese cordón umbilical, eso no pasa con todas las diásporas. Y mira, yo los pienso traer a todos, uno por uno, de vuelta. Incluso a esos que ustedes han incorporado y recibido con tanto cariño en España. Lo lamento, pero los queremos aquí de regreso.
Muchas gracias por su tiempo y reflexiones.
Los vamos a traer y te voy a recibir aquí, te voy a dar una buena entrevista en Miraflores. Pero les pido que estén muy pendientes estos días, son decisivos para nuestra historia.
Publicado en enero de 2025.








