El Presidente inauguró ayer las sesiones ordinarias del Congreso con un discurso voluntarista que no muestra rumbos en materia económica, que parece haber estado dirigido a fortalecer al sector de la coalición de gobierno que lidera y a denostar al gobierno anterior para cumplir con la consigna de “la tierra arrasada”. Esto último lo llevó a cometer numerosos errores y a evitar menciones
Sorprendió el que destacara como novedad lo relativo a la aplicación de la ley Micaela y el relanzamiento del número 144 que se iniciaron y optimizaron, respectivamente, en la gestión de Cambiemos cuando el Consejo de la Mujer adquirió un peso inexistente en los doce años anteriores. ¿Mala fe o ignorancia? Cualquiera respuesta a este interrogante no es buena para la construcción de una cultura política democrática a la que dice aspirar el primer mandatario.
La cuestión de la epidemia de sarampión ha sido otro latiguillo del discurso del Presidente desde la campaña electoral. Nuevamente. ¿Mala fe o parroquialismo? La reaparición del sarampión es un problema global y los casos registrados en argentina no dan lugar a una cifra que justifique la mención. Ochenta y ocho casos de los noventa y cinco registrados desde agosto de 2019 se distribuyeron entre CABA y el Gran Buenos Aires (19). Brasil los cuenta por miles.
Otra vez: ¿mala fe o ignorancia? El Equipo de Argentino de Antropología Forense, que se creó durante la gestión del Presidente Alfonsín y que hoy se postula para el Premio Nobel de la Paz, fue quien llevo a cabo la identificación de nuestros soldados enterrados en las Islas Malvinas, Esto se hizo durante la gestión de Cambiemos en el marco del Plan Humanitario de Malvinas., sin embargo el discurso hablo de suspensión de sus tareas.
El Presidente parece haberse cuidado de no pronunciar palabras que pudieran poner en crisis a su coalición. No escuchamos mencionar la corrupción siendo el ODS 16 que su gobierno está obligado a cumplir si piensa apoyarse en las Naciones Unidas para muchas de sus políticas tal como manifestara.
Tampoco se refirió a la situación venezolana cuando intentó caracterizar los problemas regionales ni al acuerdo Mercosur-Unión Europea cuando habló del primero.
La omisión a la situación venezolana nos dice mucho. No sólo se trata solo de eludir la caracterización del régimen político para evitar quedar expuesto por no definir como dictadura al gobierno que, justamente, ayer atacó con parapoliciales a Juan Guaidó y otros opositores. También el Presidente soslayó a los inmigrantes venezolanos en la argentina y no dijo si se continuaran las políticas de derechos humanos que el gobierno de Cambiemos desarrollo hacia ellos dada la crisis humanitaria que asola ese país que impide su retorno.
Las negociaciones Mercosur-Union Europea que se extendieron por 20 años han establecido una hoja de ruta dirigida a fortalecer los vínculos económicos pero también culturales entre ambos bloques y que constituye una respuesta necesaria frente a la globalización. La falta de referencia cuando los otros jefes de estado han destacado la necesidad de su concreción pone a la Argentina en un mal lugar en las relaciones con los otros presidentes y brinda una señal equivoca a los actores económicos de la región. Si a ello se suman la ausencia a la toma de posesión del Presidente uruguayo -reemplazada por un partido de futbol -y los desencuentros con el brasileño, no parecería muy clara la política exterior hacia nuestros vecinos.
El capítulo sobre política exterior ha sido extremadamente breve y sin definiciones aun cuando se destacaran los principios que la regirán. La explicación podría encontrarse en la necesidad de reforzar la unidad del Frente de Todos evitando mostrar un nuevo rumbo, diferente al de los gobiernos 2007-2015. Lamentablemente, los silencios han estado acompañados de hechos que cuestionan el discurso principista y aperturista del Presidente. El millonario embajador ante Israel, procesado por hechos de corrupción y con juicios pendientes en la provincia de la que fue gobernador y la creación de una comisión para reorganizar el plan de estudios del Instituto del Servicio Exterior presidida por alguien que caracteriza por su fanatismo ideológico son actos que inician definiciones políticas que parecen contradecir a las declamadas buenas intenciones de pluralismo, decencia y democracia.
Ojala el Presidente hubiera sido tan claro en otras politicas como su auspicioso apoyo a la Interrupción Voluntaria del Embarazo y a la Educación Sexual Integral y no nos hubiera dejado con tantas dudas sobre su fortaleza política.