Empezando el penúltimo mes del año ya es tentador encarar análisis más profundos de los principales temas de actualidad, especialmente en este 2020 que rompió todos los esquemas y nos dejó en medio de una tormenta de intensidad que no cede.
Desde marzo hasta aquí, mucho se ha escrito y dicho sobre cómo afecta la pandemia a las mujeres y el aumento de los casos de violencia doméstica, entre otras cuestiones vinculadas a la agenda de género. Pero como suele suceder en otras áreas, el árbol usualmente tapa el bosque. La vorágine de la urgencia y lo instantáneo suele ganarle la pulseada a una perspectiva integral del asunto.
Quiero partir de un concepto base y que considero clave: lo que es bueno para las mujeres también lo es para el conjunto de la sociedad, para la economía y para la educación; para el desarrollo integral y sustentable del país.
Con altibajos e ideas y vueltas, la problemática de las mujeres hace tiempo está presente en la agenda de la Nación y de las provincias, en los medios, en la academia y en otros ámbitos de discusión. Pues bien, la pandemia nos compele, a quienes estamos comprometidos con la igualdad de oportunidades, a ir por más y llevar al núcleo de las prioridades de estado el empoderamiento de las minorías postergadas.
A esta altura del partido, esperar de brazos cruzados a que las circunstancias mejoren para continuar avanzando, implica ser cómplices de una estructura injusta que reproduce desigualdades a diario.
Un estudio internacional reveló que la participación de las mujeres en la fuerza de trabajo es del 39%, pero que ellas explican el 54% de los empleos destruidos en los últimos meses. La misma tendencia se observa en América Latina y la Argentina, donde el 60% de las mujeres trabaja en el mercado informal y son responsables en una proporción tres veces mayor que los hombres de las tareas de cuidado no remuneradas.
Podríamos seguir ad eternum citando datos, pero este pantallazo es suficiente para describir cómo una situación de por sí vulnerable e inestable ha empeorado con la propagación del coronavirus.
Es muy importante que no renunciemos al factor educativo que tiene la lucha por la igualdad: todas y todos, pero principalmente quienes tenemos responsabilidades en la función pública, debemos explicar al conjunto de la sociedad que la agenda de género abarca todos los temas públicos. Allí está la clave para poder transformar los proyectos colectivos en políticas concretas y las demandas en derechos.
Un informe de la UE concluyó que al ritmo actual, Europa cerrará la brecha de género en más de 60 años. Se analizaron áreas como trabajo, conocimiento, poder y salud. Nuestra región, la más desigual del planeta, tiene un panorama aún más desalentador. Por eso no nos cansamos de exigir a las autoridades que además de las medidas de emergencia se generen instancias para que tomemos las decisiones imprescindibles para hacer de la Argentina un país más justo.
La tan anunciada perspectiva de género del Presupuesto 2021, que ya tiene media sanción de la Cámara de Diputados, se trata en su mayoría de programas de ANSES y de Desarrollo Social que ya existían y cuyos fondos previstos están por debajo de las expectativas inflacionarias. Todavía no encontramos interlocutores en el oficialismo para avanzar en políticas específicas que ataquen de lleno la precariedad laboral de las mujeres, ni para ampliar la red de jardines maternales y de infantes que le permita a miles de mujeres invertir tiempo en su educación o en un trabajo formal.
A la nueva normalidad hay que pensarla y darle forma de acuerdo a un proyecto de país coherente, que priorice relaciones laborales equitativas y promueva una asignación de tareas justa al interior del hogar. El trabajo no remunerado se ha multiplicado con la pandemia, y si no tomamos cartas en el asunto, la cotidianidad de las mujeres continuará cargándose de más tareas y responsabilidades.
Quiero insistir con la idea que esbocé al comienzo. Hacerse cargo de la agenda de género no es simplemente una tarea de reparación. No se trata de saldar una deuda con el pasado y lavar culpas. Estamos hablando de una sociedad más justa, de un mercado laboral formal más amplio, de una economía diversificada, de que el acceso a un cargo jerárquico no esté vedado por una cuestión de género y de que las mujeres puedan decidir sobre sus vidas sin imposiciones.
Publicado en Clarín el 4 de noviembre de 2020.
Link https://www.clarin.com/opinion/mujeres-frente-agenda-medio-tormenta_0_9I_edhEL0.html