Se está tratando en el Congreso el proyecto del Presidente para modificar los regímenes jubilatorios de Jueces y miembros de la carrera diplomatica.
No es nuevo que el afán por la reducción del déficit fiscal arrase con los recursos humanos del estado nacional.
Desde las gestiones del Presidente Menem, también del PJ, se viene aceptando el retiro voluntario -promovido por el Banco Mundial- como instrumento para reducir el gasto en personal. A partir de esa época municipios y provincias se dedicaron a copiar la medida y así la organización estatal perdió mucho de su cuerpo profesional y con el, la memoria de hechos y procedimientos que favorecían la eficacia burocrática y el cumplimiento de la ley.
Hoy el expediente es otro: la reforma de las jubilaciones. Ayer el argumento era la gordura estatal. Hoy es la crisis de caja del sistema jubilatorio tapada por un discurso encubridor que nos habla de la equidad luego de que en otro gobierno del PJ se extendiera el beneficio a millones de argentinos que no habían aportado. Fue electoralmente más útil conceder jubilaciones que diseñar otro instrumento que evitará el desamparo de los mayores.
Nuevamente, cómo se hizo en el 2002 se habla de jubilaciones de privilegio y, aviesamente, se confunde con los regímenes especiales. Los miembros de la carrera diplomática lo tienen por la excepcionalidad de las exigencias que el estado les impone para ser miembros de la misma. Entre ellos la clausura de los titulos profesionales para el desempeño de actividad económica privada ye los condicionamientos que por razones de los traslados al exterior sufren los cónyuges para poder trabajar ( salvo que se queden en el pais) lo cual hace de sus ingresos los únicos a los que accede la familia.
El hecho de juntar en un único proyecto ambas carreras y hablar de jubilaciones de privilegio lo único que hace es confundir y evitar un tratamiento serio de cada caso.
La carrera judicial nacional ha mejorado mucho desde la introducción de los concursos. Con los matices propios de los cambios introducidos en el Consejo de la Magistratura que hizo el tercer ciclo de gobiernos del PJ.
La reforma jubilatoria que se pretende, casi sin debate parlamentario, parece destinada a producir la renuncia anticipada de cientos de jueces y fiscales. Con ellas se irán buenos y malos jueces y quedarán las apetecidas vacantes disponibles para cualquier aventura si el Consejo de la Magistratura no asume su rol de custodio de la imparcialidad política y de la Constitución Nacional. La negación al debate apropiado también permite pensar que solo se busca cumplir con una promesa de impunidad a miembros del partido del gobierno.
La renuncia masiva puede ser el efecto que, deseado o no, se va a producir y con el vendrá lo mismo que pasó con el retiro voluntario: el vaciamiento de los tribunales y de la carrera diplomática con la consecuente pérdida de las capacidades adquiridas por ambos servicios. Esto puede ser letal para el desempeño argentino en los organismos internacionales y en la defensa de los intereses argentinos. Los diplomáticos se forman en relaciones que también son interpersonales y sirven a la creación de confianza para la negociación y los acuerdos. La formación técnica es un valor que no se compra en el mercado, se adquiere con el tiempo.
Asistimos hoy a un nuevo episodio de eliminación de recursos humanos formados que se sumará a lo que ya ocurrió con las carreras administrativas del estado nacional.
La búsqueda del estado bobo, sometido al gobierno de turno y la impunidad parecen ser el verdadero objetivo de las reformas.