¿Cuál es el beneficio de Estados Unidos al comprar pesos e inyectar dólares al mercado local? ¿Es solo generosidad? Así lo afirma el presidente Trump, pero esto no es creíble en absoluto. Los beneficios son, sin duda, económicos y geopolíticos para la potencia.
Entonces ¿por qué limitar ese apoyo al resultado de una elección legislativa? Eso evidencia que no es una generosa ayuda a un país, sino la necesidad de fortalecer su dependencia política.
Como pocas veces en la historia reciente, un presidente se inmiscuye de manera directa en la política de otros países, con declaraciones estridentes e incluso sancionando a otras naciones por resultados electorales o decisiones judiciales. Lo hizo con Brasil, cuando le impuso aranceles del 50 % en desacuerdo con la condena al ex presidente Jair Bolsonaro a 27 años de prisión.
Pero hagamos un ejercicio mental:
¿Qué sería de nuestro país si, para sostener un equilibrio cambiario dependiéramos absolutamente de las intervenciones diarias de otro Estado?
No usemos el anacrónico termino “colonia”. Prefiero ser un poco más creativo y realista, propongo algunas categorías alternativas:
– Estado satélite
– Nación subordinada
– Territorio tutelado
– República semi-soberana
Veamos brevemente como llegamos hasta aquí.
Una de las debilidades estructurales de la economía argentina es su crónica escasez de divisas. Este fenómeno proviene de un patrón productivo de tipo extractivista y primario-exportador, que el país no ha logrado superar en más de un siglo. Cuando los precios internacionales de los productos agropecuarios caen, los términos de intercambio se deterioran y el ingreso de divisas se reduce.
Para ponerle en perspectiva, en 2012 un teléfono iPhone costaba una 1.2 toneladas de soja, en 2025 esa relación ascienda a 4.18 toneladas para obtener un producto equivalente.
Precio mas alto de la soja Precio del iPhone Toneladas de soja
por tonelada. de mayor valor necesarias por iPhone
2012 U$S 684 U$S 849 1,24
2025 U$S 383 U$S 1599 4,18
Con toda razón algún lector podrá pensar que Apple logró mejorar su producto y justificar así el aumento relativo de su valor, eso es real y en parte explica el problema de la matriz productiva local en relación a los países industrializados.
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Pero entonces comparemos con un producto de consumo masivo internacional, la hamburguesa Big Mac. La cuestión mejora solo un poco, en 2012 una tonelada de soja alcanzaba para comprar 163 hamburguesas y en 2025 apenas se pueden comprar 70. Y a propósito del Big Mac index, hoy Argentina ocupa el podio mundial, en el segundo puesto, debajo de Suiza, con uno de los precios más altos del mundo para este producto. Sì, es más barato un Big Mac en Tokio, Londres y Sidney que en Buenos Aires.
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Históricamente, la escasez de divisas en Argentina se compensó de dos maneras: endeudamiento externo o emisión monetaria. Ambos mecanismos alimentan la volatilidad del tipo de cambio e inciden en el problema inflacionario.
El gobierno de Javier Milei encontró una tercera vía: habilitar la participación del tesoro estadounidense en las operaciones diarias del mercado financiero local. Esta estrategia introduce un nuevo actor en la dinámica cambiaria, buscando estabilizar la cotización a través de una inyección indirecta de confianza y liquidez externa.
Pero ¿qué pide Estados Unidos a cambio de comprar pesos y sostener el valor del dólar? Aún no lo sabemos del todo, aunque trascendió que exige eliminar aranceles a la importación de sus productos, eliminar la tasa de estadística, del 3.5% y varias otras compensaciones de tipo geopolítico que tal vez nunca se expliciten públicamente.
Tal vez todo eso no sea lo peor, porque son todas cuestiones que podrán corregirse normativamente. Lo peor que estas intervenciones generarán es la dependencia estructural y la entropía financiera que estas prácticas significan: una economía que vive de inyecciones externas y pierde el incentivo por la inversión productiva.
Si las tasas de interés entregan una rentabilidad anual del 50, 70 u 80 por ciento anual, no habrá capitales dispuestos a ingresar al mercado productivo. El famoso carry trade será el deporte nacional luego del fútbol. Y, por supuesto, siempre quedará la idea que los mayores jugadores de ese deporte serán los fondos externos, que con información privilegiada sacarán el mejor resultado del juego.
Democracia tutelada y la Trampa de Tucídides
Por otro lado, ¿cómo afecta todo esto a nuestra democracia?
Existe una presión directa de la mayor potencia del mundo sobre el electorado nacional, interviniendo en el mercado y tutelando sus decisiones. El resultado electoral deja de ser una expresión soberana de la ciudadanía y pasa a ser una variable geopolítica, determinada por un poder hegemónico y no por los problemas locales. Se instala el miedo a la muerte que, desde Tucídides a Trump, trasciende los tiempos.
La comparación con Tucídides es inevitable.
Tucídides fue un historiador y estratega griego que, durante la Guerra del Peloponeso en el siglo V a.C, narró el diálogo entre los embajadores de Atenas y los de la pequeña isla de Melos.
Atenas le exigió a los melios que se unieran a su alianza contra Esparta o, de lo contrario, serian arrasados y su población ejecutada. Atenas no lo hacía por necesidad militar, sino para reafirmar su supremacía en el mar Egeo y advertir a los demás sobre las consecuencias de la desobediencia. Melos no obedeció, Atenas atacó y todos murieron. Aquello fue conocido como la Trampa de Tucídides, cuando una potencia dominante, temerosa de perder su posición, recurre a la fuerza para mantenerla.
Ayer el presidente Trump dijo “Argentina esta al borde de la muerte”
La historia se repite, aunque cambien las armas, ya no son lanzas ni trirremes, ahora son tasas, deudas y mercados.
Marcelo Insúa es Licenciado en Ciencia Política UBA








