En los EE.UU. el Estado le ha pedido a la población durante la pandemia – como en muchas partes del mundo – que utilice barbijos y tome medidas de prevención. Esas medidas fueron muy resistidas por sectores autopercibidos como liberales, que en realidad son egoístas recalcitrantes. ¿Cómo harán para resolver uno de los más graves problemas a los que se enfrentan?
Hoy, el Estado de California les ha pedido a sus ciudadanos que racionen el agua potable al máximo: tomen duchas cortas, no llenen sus piscinas, rieguen lo menos posible sus parques. Ocurre que California y otros seis estados del oeste tienen menos de 60 días para lograr una hazaña aparentemente imposible: llegar a un acuerdo para reducir drásticamente su consumo del río Colorado, que está en niveles mínimos históricos, producto del cambio climático y del consumo no sostenible del recurso finito.
La advertencia del estado local es el preludio a la intervención directa del Estado Federal, a través de la Oficina de Utilización, de ahí los 60 días de plazo. La fecha límite representa un momento crucial para el árido suroeste estadounidense, que ahora debe enfrentarse al desenlace fatal de un problema que se ha estado gestando durante décadas. Aquí puede verse el estado actual del problema.
El Valle Imperial de California, con sus vastas extensiones de cultivo, usa más agua que los distritos vecinos, y podría ser el objetivo de gran parte de los recortes. El acuerdo también tendrá que contemplar a los usuarios del agua en Arizona y Nevada, quienes enfrentan sus propias limitaciones y presiones internas. Durante los últimos 20 años, a medida que los efectos del cambio climático y del sobreconsumo se han vuelto más evidentes, las autoridades del agua de los respectivos estados han podido llegar a acuerdos sobre recortes moderados. Pero no ha sido suficiente.
Los suministros en el lago Mead y el lago Powell son peligrosamente bajos, ya que contienen poco más de una cuarta parte de su capacidad total y amenazan la capacidad de las represas para generar electricidad y proporcionar agua a sus casi 40 millones de usuarios. De su nivel más alto, en la década de 1980, el lago Mead han bajado casi 60 metros, dejando al descubierto un “anillo de bañera” blanco y puro alrededor de las paredes rocosas del perímetro.
En tiempos de escasez de un recurso tan vital, los acuerdos políticos entre los Estados que se alimentan del río Colorado y sus embalses, deberán ser seguidos de cambios en los cultivos, en hábitos y toda una serie de adaptaciones que seguramente chocarán, no sólo con lógicos intereses, sino con ilógicos ciudadanos empoderados por las “luchas por no usar barbijo”. No obstante, la agricultura es la principal actividad consumidora de agua en una proporción del 80 por ciento, mientras que el agua consumida por las ciudades es del restante 20 por ciento..
Hablando ante un comité del Senado en junio, la comisionada de la Oficina de Utilización, Camille Calimlim Touton, dijo que la situación es grave y que los estados deberán encontrar una manera de reducir el uso de agua al equivalente de lo que consume todo Arizona en un año. Casi un imposible.
Las autoridades del agua locales también enfrentan sus propias presiones políticas por parte de industrias, agricultores, tribus y familias que tendrán que aceptar el resultado de sus negociaciones. “Nadie quiere levantar la mano y ofrecerse como voluntario para hacer grandes recortes porque entonces eso hace que sea más fácil para todos los demás”, dijo John Fleck, profesor de prácticas en política y gobernanza del agua en la Universidad de Nuevo México, admitiendo que el altruismo no es la regla.
La tensa situación en la que se encuentran ahora los estados occidentales se remonta a 100 años atrás, cuando se repartieron los derechos.
Según un acuerdo de 1922, los estados que atraviesa el río Colorado se dividen en una cuenca superior y otra inferior, y cada uno tiene derecho a aproximadamente la mitad del agua del río. La cuenca superior está controlada por un sistema de presas estatales y locales, mientras que el agua de la cuenca inferior es administrada por dos presas federales: la presa Hoover en las afueras de Las Vegas y la presa Glen Canyon en la frontera entre Arizona y Utah.
La cuenca superior se ha mantenido o crecido debido, también, al cambio climático. Según un estudio reciente del Laboratorio Nacional de Los Álamos del gobierno federal en Nuevo México la cuenca superior del río Colorado, verá un caudal máximo en sus embalses debido al derretimiento rápido de la nieve que se reducirá hasta un 60 por ciento en las próximas décadas. Mientras tanto, en la cuenca inferior, que incluye a Arizona, Nevada y California, con enormes poblaciones y extensos cultivos, ha hecho un uso cada vez más excesivo del recurso.
Los Estados deben presentar un plan para agosto para recortar el uso del agua en 2023, cuando la Oficina de Recuperación se reúna para establecer operaciones anuales para el lago Mead y el lago Powell. Los recortes son, pretendidamente, una medida de emergencia, derivada de una necesidad urgente de mantener en funcionamiento las represas en Lake Mead y Lake Powell. Los estados del río Colorado están programados para renegociar las pautas más amplias para 2025, cuando expire el acuerdo de 2007. Pero si continúan con el nivel de consumo actual no habrá acuerdo sostenible.