América Latina se encuentra en un punto de inflexión crítico, atrapada entre potencias globales competidoras y convulsiones políticas internas, pero potencialmente preparada para una asociación más sólida con Europa. En un reciente encuentro en el Colegio Notarial de Madrid, destacados expertos latinoamericanos ofrecieron sus perspectivas sobre los desafíos que enfrenta la región y el camino del continente en la era de la inseguridad geopolítica.
Fragilidad democrática y polarización política
Las elecciones de julio en Venezuela sirvieron como ejemplo contundente de la erosión democrática en algunos puntos de la región. El periodista venezolano Carlos Salas relató cómo su visa de periodista fue revocada, obligándole a entrar como turista con menos protecciones. “Escribí durante ese periodo sobre las elecciones con un pseudónimo, por protección personal”, comentó, observando la ausencia total de carteles de campaña de la oposición y, paradójicamente, el apoyo menguante al régimen de Maduro entre los pobres: “En los barrios más pobres, durante un viaje en taxi que me costó diez dólares, todos los votantes pobres decían que lo harían por la oposición”. Es decir, el régimen de Maduro ya no estaba sustentado por las clases populares como sí podía ser en el pasado.
En Colombia, el Gobierno del presidente Petro ilustra la brecha entre la retórica revolucionaria y la gobernanza efectiva. Descrito como “más bien un poeta, un creador” por el antropólogo colombiano Carlos Granés, Petro llegó con la promesa de una reforma radical y refundación nacional. “Venía en su campaña con fervor, con energía, a cambiar la historia de Colombia, a refundar el país”, señaló Granés. Sin embargo, “esos gestos públicos no se han convertido en políticas públicas efectivas” y hoy se le percibe como “un presidente cansado” que “parece arrastrarse” hacia el final de su mandato.
Argentina presenta otra variación de la turbulencia regional en la visión del historiador Carlos Malamud. La plataforma “anticasta” del presidente Milei capitalizó la fatiga generalizada con gobiernos anteriores, tanto peronistas como no peronistas, especialmente en medio de la hiperinflación y la administración “caótica” de Alberto Fernández. Si bien Milei ha conseguido éxitos económicos tempranos al corregir “el desajuste que había entre el dólar oficial y el no oficial” y abordar los desequilibrios fiscales, recientes escándalos de criptomonedas y su insistencia en nombrar “en el Tribunal Supremo a un juez completamente corrupto”, llevan a Malamud a concluir que “si bien Milei se presenta como un libertario —e incluso si alguna revista de prestigio como The Economist le presenta así— Milei es cualquier cosa menos liberal”.
En este contexto, Uruguay se erige como “el museo de la democracia liberal en América Latina” para Ernesto Talvi, quien fuera ministro de Relaciones Exteriores. Con el 90% de los votos dirigidos a los partidos tradicionales y un sistema político que representa genuinamente a su electorado, Uruguay ha resistido “los apetitos refundacionales que sí se viven en sus dos grandes vecinos, Brasil y Argentina”. Su solidez institucional, descrita como única “en un vecindario donde no hay ninguna garantía de que esto tenga que ser así”, ha creado un entorno estable para la inversión donde “la ecuación inversiones igual a estabilidad y previsibilidad se está cumpliendo”.
Estas perspectivas fueron compartidas durante una reciente sesión de #LunesDeActualidad en el Colegio Notarial de Madrid, moderada por Marc López Plana, editor y director de Agenda Pública, quien fue acompañado por Malamud, Talvi, Granés y Salas en un análisis profundo y matizado del continente americano.
Realineamiento geopolítico
El caótico retorno de Donald Trump a la Casa Blanca se cierne sobre América Latina. Descrito como “impredecible” y “muy voluble”, sus políticas —incluidos aranceles —que afectan incluso a países ideológicamente cercanos como es la Argentina de Milei— y alusiones a “volver a conquistar” el canal de Panamá— generan inquietud en toda la región. “El canal de Panamá lo quiere volver a conquistar, lo cual sería una catástrofe absoluta”, advirtió uno de los panelistas.
La preocupación por el control del canal de Panamá no es infundada. Recientemente, BlackRock anunció un acuerdo comercial para adquirir la firma china CK Hutchison, con sede en Hong Kong, dueña de decenas de puertos en veintitrés países, incluidas las terminales portuarias de Balboa y Cristóbal, adyacentes al canal de Panamá, en una operación valorada en 19.000 millones de dólares estadounidenses. Esta transacción llega después de que Trump amenazara al Gobierno panameño con recuperar el control del canal que el país centroamericano tiene desde 1999, alegando que está controlado por China. Sin embargo, como señaló uno de los expertos, “BlackRock va a comprar la gestión del puerto, pero, aun así, los chinos van a tener el puerto en sí y la gestión, es decir, van a tener el control efectivo sobre el canal de Panamá”.
Esta incertidumbre favorece una apertura tanto para Europa como para China. Los ponentes distinguieron entre México y América Central, que permanecen estrechamente vinculados a Estados Unidos a través de mercados, seguridad y migración, y Sudamérica, que tiene conexiones europeas más fuertes. España representa por sí sola el 20% de la inversión en Sudamérica.
El momento decisivo de Europa
El vacío estratégico que deja un Estados Unidos trumpista abre una ventana de oportunidad sin precedentes para Europa. Con la culminación del acuerdo UE-Mercosur y los tratados con Chile y México, la Unión Europea tendrá acuerdos comerciales “con el 95% del PIB latinoamericano”, estableciendo un contrapeso efectivo a la influencia china y norteamericana.
Europa —y España en particular— puede capitalizar la incertidumbre geopolítica actual. “Al final lo que existe es una visión común de Europa como un socio natural, y más probable y más eficaz que China en el futuro”, destacó un ponente, mientras otro añadió que con Trump “hay un temor, una falta de previsibilidad, y queda huérfano el modelo” tradicional de relaciones hemisféricas.
En este tablero geopolítico reconfigurado, España tiene la oportunidad de asumir un papel protagonista que históricamente ha sido esquivo. “España será el país protagonista de Europa, como anteriormente lo fue Alemania y Francia”, apuntó Ernesto Talvi. El acuerdo UE-Mercosur propuesta más ambiciosa plantea construir “un espacio económico de más de 1.100 millones, un PIB superior o igual al de Estados Unidos” mediante estándares interoperables que faciliten un flujo comercial sin precedentes.
Esta ventana de oportunidad, sin embargo, podría cerrarse rápidamente si no se actúa con decisión. La fragmentación política en ambos lados del Atlántico constituye uno de los obstáculos más notables. Los expertos señalaron con preocupación que las relaciones entre partidos políticos “ya no existen en la centralidad, sino que se han ido hacia la polarización”. “En España, el Partido Popular y el Partido Socialista no tienen una relación tan profunda con sus pares latinoamericanos”, señaló Granés. En cambio, “las relaciones entre partidos políticos entre España y América Latina son principalmente Vox y Podemos”. Esta polarización dificulta la construcción de relaciones institucionales sólidas, y los ponentes coincidieron en la necesidad de que los partidos centristas españoles retomen la iniciativa en la creación de estas relaciones interpartidistas.
Las profundas desigualdades sociales continúan siendo un obstáculo formidable para el desarrollo latinoamericano. Carlos Salas subrayó este punto al referirse a las ‘bolsas de pobreza’ —desde las favelas brasileñas hasta las barriadas venezolanas— que persisten como recordatorios tangibles de promesas incumplidas. Estas realidades, señaló el periodista venezolano, no solo representan un fracaso de políticas públicas, sino que alimentan constantes flujos migratorios hacia España y Estados Unidos.
La visión de una alianza estratégica Europa-Latinoamérica no puede ignorar esta dimensión: más allá de acuerdos comerciales, se requieren enfoques que aborden las causas estructurales de la migración. Sin resolver estos problemas de bienestar social, las presiones migratorias continuarán intensificándose, creando vulnerabilidades políticas que ya están siendo explotadas por fuerzas populistas.
El encuentro concluyó que el camino a seguir requiere tanto asociaciones económicas pragmáticas como una atención renovada a las desigualdades sociales que siguen afectando a la región. Europa, y especialmente España, puede encontrar en este desafío una oportunidad estratégica en un momento en el que el peligro geopolítico es manifiesto.
Publicado en Agenda Pública el 9 de abril de 2025.
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