Por Patricio Giusto
Si hay algo que no se puede reprochar a Javier Milei es la coherencia y consecuencia con las ideas libertarias, desde que inició su carrera política. Como era de esperarse, Milei llevó ese ideario también a la política exterior.
Milei entiende el mundo de manera binaria, con una perspectiva ideológica propia de la Guerra Fría. Se trata de un mundo que dejó de existir en 1989, pero que no puede dejar de existir para Milei. Es una necesidad casi existencial para él, dadas sus profundas convicciones ideológicas. En ese sentido, la opción por el alineamiento con EEUU, plagada de sobreactuaciones que nadie nos pide, es una cuestión totalmente lógica desde su rudimentaria y sesgada visión.
China no tiene ni tendrá lugar en el mundo de Milei. Y jamás podría haber un reconocimiento, al menos públicamente, a cuestiones como el éxito económico de esta China superpotencia tecnológica y todo lo que representa como socia estratégica para Argentina. El mundo para Milei sigue dividido entre Occidente y la superioridad moral y estética de sus valores e ideas, por un lado, y del otro, un grupo de comunistas decadentes y asesinos. Así de simple y elemental.
Durante la reciente visita a la Argentina de la generala Laura Richardson, jefa del Comando Sur de EEUU, el presidente expresó junto a ella lo que sería una nueva doctrina de política exterior. En su discurso, Milei asoció defensa de la soberanía e inserción inteligente con alineamiento con EEUU. “Las alianzas estratégicas no pueden estar simplemente basadas en intereses económicos”, dijo el presidente, en clara referencia a la relación con China. Esto significa un abandono expreso del pragmatismo en política exterior.
Compleja perspectiva para la relación con China
Puede decirse que la relación bilateral entre Argentina y China está en su peor momento histórico desde que se establecieron relaciones diplomáticas, en 1972. Incluso durante la década de 1990, la era de las llamadas “relaciones carnales” con EEUU, el presidente Carlos Menem y su canciller Guido Di Tella mantuvieron un enfoque pragmático con China. Menem viajó tres veces a China y supo balancear adecuadamente esa relación. Si bien era otro contexto, por supuesto, China no era tan relevante económicamente a nivel global y tampoco estaba en conflicto con EEUU.
En el caso de la era de Mauricio Macri, la relación también tuvo una etapa inicial muy tensa, pero terminó primando el pragmatismo y las relaciones no sólo que fueron normales, sino que muy florecientes en lo económico. No pareciera que esa historia se vaya a repetir ahora.
Alberto Fernández le dejó una herencia muy pesada a Milei en todo sentido, también en relación con China. Fernández aumentó el endeudamiento de la Argentina con China vía swap, incumplió promesas respecto a proyectos estratégicos de interés de China que finalmente no se hicieron, entró en default en obras clave, como las represas de Santa Cruz y llevó el déficit comercial bilateral al récord histórico de USD 9.500 millones. Un balance muy malo, para ambas partes. China apenas pudo celebrar el ingreso de Argentina a la iniciativa de la Franja y la Ruta, a principios de 2022.
Estaba claro que Milei era el peor escenario posible para China. Y la pesadilla se hizo realidad de la peor manera. Porque China seguramente no imaginaba que Milei podía provocar con cuestiones tan sensibles para el PCCh como Taiwán, ni que se alinearía de esta forma tan radical con EEUU.
China no tiene ni tendrá lugar en el mundo de Milei
En concreto, China deberá asumir que con Milei no habrá ventas de armamento a la Argentina, ni tampoco avances con otros temas sensibles de la agenda estratégica, como la central nuclear Atucha III, el polo logístico de Tierra del Fuego o la participación de empresas chinas en la operación de la hidrovía.
El mayor temor de China ahora es la posibilidad de que Milei tome la decisión de avanzar, por mandato de EEUU, en la revisión de temas como la estación aeroespacial de Neuquén, o incluso la participación de Argentina en la Franja y la Ruta. Y es sumamente incierto el futuro de los grandes proyectos de infraestructura con financiamiento chino, todos paralizados y que están ocasionando despidos masivos en varias provincias.
La posible respuesta de China a Milei
Las represalias a la Argentina por parte de China serían inminentes. Hay que saber leer con atención algunos claros movimientos de la diplomacia china en los últimos meses. Beijing aprobó en tiempo récord durante febrero a 40 nuevos frigoríficos brasileros que ya quedaron habilitados para exportar carne vacuna a China. Recordemos que la carne vacuna es hoy el segundo producto de exportación de Argentina a China. Y que el 80% de nuestra carne vacuna exportada tiene como destino a China. Brasil duplicó sus exportaciones de carne vacuna a China en los últimos cinco años y perfectamente podría reemplazar la oferta argentina en poco tiempo, quizás con algo de ayuda de Uruguay y EEUU.
Hay que tener en cuenta que el fuerte alineamiento entre Brasil y China, no es sólo por Milei, sino ante todo por la geopolítica global que acerca hoy como nunca a ambos países. En ese contexto, por más que Milei sueñe con alternativas, Argentina necesita mucho más de Brasil y de China, que dichos países de nosotros, eso está más que claro. Y ambos, como mercados y fuentes de inversiones, son irremplazables.
La otra herramienta con la que China fácilmente puede retaliar contra Argentina es el swap de monedas, hoy en torno a unos USD18.500 millones, de los cuales Milei estará obligado a renegociar una parte antes de junio. Lo más urgente serían unos USD 1.660 millones en total, que Sergio Massa utilizó físicamente durante su campaña presidencial. Como sea, Milei deberá negociar esto y la postura que podría esbozar China sería: “Sin inversiones, no hay más swap”.
EEUU claramente no está en condiciones ni tampoco tiene interés de reemplazar el vínculo económico con China, pero sí de aprovechar este alineamiento sobreactuado de Milei para desplegar su agenda anti-China, en un país de alta relevancia geoestratégica del hemisferio. Finalmente, a China le preocupa la reciente incorporación de los minerales críticos, especialmente litio, en la agenda de seguridad de EEUU para la región. China considera esto inaceptable y el gobierno de Milei ya ha dado señales favorables a esa nueva agenda de EEUU.
En conclusión, la relación entre Argentina y China está en su peor momento histórico, con clara perspectiva de seguir empeorando. Pero si Milei insiste en esta línea confrontativa, las consecuencias negativas como parte de la respuesta esperable de China serán inevitables y muy difíciles de manejar, dada la enorme relevancia y amplitud de aspectos que involucra la relación con China. Y también por la gran vulnerabilidad política, económica y social de nuestro país.
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