sábado 21 de diciembre de 2024
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La naturaleza del despropósito

La dirigencia política ha estado demasiado tiempo ocupada en sus intereses, sin dar respuestas a los problemas acuciantes de la gente. Mientras tanto, los escándalos se suceden y pese a la obscena sucesión que culmina con el yate Bandido navegando en el Mediterráneo, parece que se han incorporado a nuestra realidad cotidiana. Nos acostumbramos. Acontecen. Como el cambo climático: están ahí. ¿Cuál es el escándalo de hoy?

Sorprende acaso descubrir empleados fantasmas de una Legislatura que multiplica los dineros con nóminas truchas para financiar la política y los bolsillos de unos pocos poderosos.

Acaso un intendente dedicado por años a la actividad política puede compensar en un divorcio con 20 millones de dólares a su ex esposa y navegar por el Mediterráneo en lujoso yate rentado mientras la miseria asola su territorio.

Acaso se pueden efectuar compras con sobreprecio en empresas estatales como Aysa sin que haya sanciones o contratar a parientes y amigos por salarios fabulosos en nada menos que el Banco de la Nación Argentina. Los escándalos son muchos, los conocidos sólo son la punta de un iceberg. Una banda de las tantas de bandidos descarados está encaramada en el poder. Por eso el yate tiene un significado extraordinario: Bandidos.

Recordar el “cumpleaños vip” en Olivos durante la pandemia o las tramitacionesde las vacunas rusas, los cuadernos de las coimas, por no mencionar los ya antiguos bolsos en el convento, ametralladora en mano de López, y monjita receptora, o los que contaban cuantiosos fajos de dólares en La Rosadita.

Una seguidilla a la que parecemos acostumbrados, cuando no resignados… ¿Hasta cuándo seguirán abusando de nuestra paciencia y embolsando el dinero de todos mientras la miseria devasta territorios?

La confusión entre lo público y lo privado viene de lejos. Lo cierto es que ha alcanzado niveles inéditos. Como es sabido, la corrupción destruye un principio básico del estado de Derecho, el que afirma que la ley es igual para todos. Acaso los que roban dineros públicos cometen faltas éticas, pero no delitos. Además, destruye un principio clave en toda sociedad: la meritocracia.

En una sociedad corrompida, lo que cuenta son los padrinos. Mientras en la esfera privada no se roba, en la pública suele decirse que “el que no afana es un gil “,como en el tango Cambalache. Lo público es de todos y aparece como si fuera de nadie… Empero, los recursos que maneja el Estado con nuestros impuestos, son de todos.

Sólo un Estado limpio es garantía de una sociedad sana en la que gobierna la ley y funcionan los controles.

Con la economía rota, la inflación desbocada y una pobreza intolerable , este panorama sombrío es inseparable del despilfarro de los recursos públicos. Los que tenemos muchos años conocemos tiempos crueles en los que “ los inmorales nos han igualado”.

Hoy, la desesperanza ha penetrado muy hondo en cada argentino de la mano del desencanto con cuatro décadas de democracia que no han dado respuesta a las demandas insatisfechas, pero que tampoco han sabido fortificar las instituciones y poner diques a la corrupción rampante. La democracia ha resistido y sin embargo, los stándares de su calidad se han ido degradando.

La indignación furibunda opta por la motosierra. Poco importa que desemboquemos en otra vuelta de tuerca a la que nos tiene acostumbrado el peronismo, siempre renacido de sus cenizas.

Acaso esta vez regrese, ofreciendo una nueva variante de la relación corporaciones/Estado de la mano de LLA y con aquéllos que no estaban condenados como en la India a permanecer en ese status ominoso de oligarquía del peronismo. La buena casta. Eso promete Milei reeditando un look con patillas.

La irresponsabilidad de un superministro/ candidato como Massa puede rendirle crédito porque “por cuatro días locos que vamos a vivir”- como cantaba Alberto Castillo en los días de oro del peronismo clásico-vale todo y bienvenidas las migajas.

Poco importa su palabra devaluada o su fama de fullero, según la vicepresidenta. Si Milei encarna la furia demoledora y Massa la irresponsabilidad que hipoteca nuestro futuro, acaso Patricia Bulrich encarne la esperanza en un Estado limpio que termine con la escandalosa privatización de lo público y con esta cleptocracia abonada por el contubernio entre corporaciones y Estado.

Cuando no rige la libre competencia y una empresa es favorecida por un funcionario a cambio de un retorno, el producto se encarece y no hay incentivos para innovar porque se cuenta con una clientela cautiva. El desafío es conducir esa tarea de limpieza sin la cual no habrá cambio.

De eso se trata. No de demoler al Estado, sino de limpiarlo de la suciedad devastadora que lo asola y nos empobrece a todos en beneficio de unos pocos privilegiados. Ése es el rumbo a seguir para llegar a buen puerto. Está en Patricia Bullrich convencer a la mayoría de los votantes del camino para salir del pantano en el que estamos.

Publicado en Clarín el 10 de octubre de 2023.

Link https://www.clarin.com/opinion/naturaleza-desproposito_0_TuJ3lObIwZ.html

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