El presidente de la República de Corea y líder del Partido del Poder Popular, Yoon Suk Yeol, adoptó una estrategia desesperada, pero sobre todo ilegal: la ley marcial. Las opciones para mantener su poder eran muy limitadas en un contexto adverso. Pero no solo apostó por una medida que atacó el sistema democrático, sino que destruyó, en pocas horas, lo poco que quedaba de su poder político.
Si bien la ley otorga al presidente la facultad de tomar una medida de este tipo, debía seguir procedimientos que no fueron respetados. Sobre todo, se requerían circunstancias excepcionales, como una situación de guerra o un estado de conmoción interna. La forma inconsulta fue el primer indicio de que intentó eludir los procedimientos institucionales establecidos. De hecho, resultó sorpresiva incluso para las autoridades del partido y el bloque legislativo oficialista, aunque no para las cúpulas militares.
La Constitución surcoreana establece que, con la ley marcial, se pueden restringir las libertades de expresión, prensa, reunión y asociación. A la vez, la medida permitió la intervención militar en la Asamblea Nacional. Sin embargo, también señala que, cuando el Parlamento solicite el levantamiento de la medida con la mayoría de sus miembros, el presidente deberá acatarlo.
Los legisladores, incluidos los del oficialismo, convocaron una sesión de emergencia a la una de la madrugada, y la ley marcial fue declarada “inválida”. A partir de ese momento, las tropas se retiraron de la Asamblea Nacional, y el presidente dio marcha atrás con la polémica medida.
Razones de una decisión a todo o nada
Yoon es un outsider en la política de los partidos. Su carrera se desarrolló en el ámbito de la Justicia. Se destacó como un fiscal exitoso y mediático que atacó con firmeza a sectores corruptos de la clase política. Desde ese lugar, logró encarcelar a un centenar de figuras públicas, entre ellas expresidentes, grandes empresarios y altos funcionarios.
Esa fama de fiscal implacable e incorruptible le valió enfrentamientos con los gobiernos del Partido Demócrata. Incluso llegó a ser suspendido temporalmente de sus funciones. Como suele ocurrir en este tipo de casos, esa persecución terminó por catapultarlo a la política.
Una vez iniciado su camino hacia la Presidencia, Yoon mantuvo el estilo confrontativo y polémico. Aprovechó la polarización y el descontento social frente a la corrupción para adoptar posturas que desafiaban el statu quo, combinando ideas conservadoras y liberales.
En 2021, Yoon se unió al Partido del Poder Popular. Aunque lo hizo a su manera, distanciándose de muchos de sus líderes. Su popularidad comenzó a disminuir a medida que crecían los conflictos y debido a varias declaraciones desafortunadas.
Una presidencia complicada
Yoon logró ganar las elecciones presidenciales de 2022, pero por un margen muy estrecho en la que fue la elección más reñida en la historia de Corea del Sur. Durante su mandato, mantuvo un estilo personalista. Usó el poder del gobierno para atacar a sus rivales, incluso las relaciones con su propio partido no fueron sencillas.
En términos de gestión, algunas propuestas económicas, como el aumento de la jornada laboral, profundizaron el descontento social. A esto se sumaron comentarios sobre el precio de los alimentos que reforzaron una imagen de desconexión con la realidad.
Inició un cambio en la relación con Japón que generó una fuerte reacción social debido a las heridas aún abiertas por los abusos cometidos durante el período colonial (1910-1945). Sin embargo, lo más dañino para su gobierno fueron las acusaciones de abuso de poder y corrupción relacionadas con su entorno, particularmente sobre su esposa.
En abril de este año, las elecciones legislativas marcaron una importante victoria para el opositor Partido Demócrata. Desde entonces, la imagen de Yoon no ha dejado de caer en las encuestas. Al momento de declarar la ley marcial contaba con menos del 20% de aprobación.
En ese contexto, con las causas legales que involucran a su esposa y otros funcionarios, ganando protagonismo en la agenda política y judicial, la oposición aceleró su estrategia para arrinconar a Yoon, llevando su presidencia al borde de la destitución o renuncia. La ley marcial fue un intento desesperado del presidente por evitar el colapso de su gobierno, pero solo logró precipitarlo.
Futuro
El único funcionario que renunció hasta ahora es el ministro de Defensa, que asumió la responsabilidad de los hechos en un intento por desviar la atención. Con el paso del tiempo, se conocerán más detalles sobre lo que ocurrió y las responsabilidades de cada uno.
Si bien siempre es difícil prever el futuro, podría decirse que el presidente carece de uno, al menos en términos políticos. De hecho, dependiendo del curso de las investigaciones y de las acusaciones formuladas por los parlamentarios y la Justicia, podría enfrentarse a sanciones que van desde la destitución hasta la prisión, o incluso la pena de muerte.
Asimismo, será crucial investigar el rol que desempeñaron las cúpulas militares en este proceso, un tema tan delicado como complejo. Los partidos opositores ya han avanzado en los pedidos de destitución del presidente.
Sin embargo, expulsar a Yoon no será fácil. Para que el Congreso apruebe la destitución, se requiere más de dos tercios de los votos, es decir, 200 parlamentarios de la Asamblea Nacional. Los seis partidos opositores no llegan a ese número. Sólo podrían lograrlo si miembros del oficialismo apoyaran el impeachment. Pero el Partido del Poder Popular, al que pertenece Yoon, ya ha anticipado su rechazo.
Mientras los errores del oficialismo, su cerrazón al diálogo y su autoritarismo en la gestión están claramente expuestos, el Partido Demócrata también deberá reflexionar sobre su propia conducta fuera del Gobierno y la oposición salvaje que ejerció. Lo único cierto en este momento es que la democracia coreana ganó esta partida.
Publicado en Diálogo Político el 5 de diciembre de 2024.
Link https://dialogopolitico.org/agenda/ley-marcial-corea-del-sur/