viernes 29 de marzo de 2024
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La democracia merece un festejo

Hoy el calendario no está en rojo, la democracia no merece un feriado, tenemos un calendario que mezcla festividades religiosas con hechos lúgubres, decidimos recordar a cada uno en su peor día: el de su muerte.
Así en vez de celebrar una batalla de José de San Martín, recordamos su muerte, para recordar la educación no celebramos nada memorable de Domingo Sarmiento, sino también su fallecimiento. 
Así eligen el 24 de marzo pero no el 6 de septiembre que es cuando se rompió la
libertad, pero Juan Perón estaba dentro de los que rompían y no dentro de los que protegían las instituciones. 
Con la democracia sin feriado sucede lo mismo: terminamos recordando el inicio de un golpe de Estado y ninguneando el restablecimiento de la democracia, eso solo nos toca festejarlos a los radicales, allí vamos, otros ningunean a la epopeya democrática, es nuestro deber recordarlo, para que ningún iluminado, con o sin uniforme, pretenda ordenarnos algo.
 El 10 de diciembre fue la culminación de un inmenso esfuerzo que hizo la sociedad toda y lideró el radicalismo para que hubiera democracia en la Argentina. Norberto Bobbio explica que hoy el desafío de la democracia no es ya quienes votan sino donde se vota: y es un capítulo pendiente el lograr nuevos ámbitos donde la decisión sea real de la gente y no de los dirigentes.
¿Cuándo celebrar que en la Argentina hay democracia? ¿Deberíamos celebrar la democracia, el día del primer voto a presidente elegido en forma popular? ¿Acaso cuando asumió ese presidente? Ambas fechas son feriados, pero, los valores de la democracia son ajenas a ambos momentos, un dos de abril de 1916 los argentinos votamos por primera vez, en serio, eligiendo a Hipólito Yrigoyen como presidente, que un doce de octubre asumió la presidencia. Tal vez, deberíamos recordarla en aquel momento que la recuperamos: un 10 de diciembre de 1983, pero, prefirieron recordar un golpe militar, una guerra insensata o el descubrimiento de América que la construcción de la democracia: es un calendario que no recuerda las victorias, solo muertes y derrotas. Recordamos cuando caímos, y no celebramos cuando nos levantamos. Ni siquiera le damos un doble significado a esas fechas, porque recordar un hecho no impide recordar el otro.
Hay una combinación fatal: los radicales vemos el calendario como algo permanente y como ajeno, en cambio el peronismo se apropia de los calendarios, de los símbolos, y de las fechas que carecen de simbolismo propio. La lucha por la democracia, por el voto, está demasiado ligada al radicalismo para ser recordado.
Desde 1862 con la asunción de Bartolomé Mitre los mandatos presidenciales duraban seis años y asumen un doce de octubre, en esa serie, aquel doce de octubre de 1916, en la Argentina nace la democracia, que un dos de abril de ese año habíamos gestado en las primeras elecciones de un presidente por voto popular. La lucha del radicalismo por conquistarla había durado nada menos que 26 años, donde miles combatieron, murieron, en sucesivas revoluciones donde lo que se pedía era votar, en vez de tomar el poder simplemente. 
El radicalismo aceptó asumir con un Congreso ampliamente opositor, con fraude en elecciones provinciales (por acuerdos no cumplidos), prefirió eso a tomar el poder en forma revolucionaria, y en ese acuerdo entre Saenz Peña e Yrigoyen nace la democracia, al acordar radicales y conservadores reglas de juego para acceder el poder: la representación popular. Ese día la república oligárquica dió paso a la democracia, y eso lo sintió la gente en las calles de Buenos Aires, que desbordan de entusiasmo. Hipólito Yrigoyen le entregaría el poder a Marcelo T. de Alvear y este de nuevo a Yrigoyen en otro doce de octubre, al terminar sus mandatos.
En la misma fecha pero de 1963, otro radical, Arturo Illia asumió la presidencia. 
Hipólito Yrigoyen gana la presidencia por un margen electoral estrecho: logra seis electores en Santiago del Estero en el escrutinio definitivo y eso lo deja a merced al radicalismo santafecino que era disidente, sin embargo, nunca les pidió su voto, no debía mostrar debilidad aunque esto le costara la presidencia,  tuvo el temple para lograr una difícil victoria en el colegio electoral un 20 de julio. 
Le tocó asumir con un Congreso opositor, solo 4 senadores radicales contra 26 conservadores, 45 diputados radicales y 70 conservadores, once gobernadores eran opositores -en parte como situaciones fraudulentas residuales- entre ellos el bonaerense, pero, se encargó de hacer llegar la democracia a todas las provincias, continuando con la regeneración de un tejido político democrático. Esos gobiernos provinciales controlaban sus legislaturas y le garantizaban a los gobernadores senadores propios.
Raúl Alfonsín recuerda su idea de reparación: “La idea de reparación excluye la idea de un país distinto o de un hombre distinto que nacerán de un día para otro como resultante de una acción mágica emprendida por minorías iluminadas. Hipólito Yrigoyen no se propone construir un nuevo país sino reparar los tejidos que están rotos, para que el país se renueve a sí mismo. La idea de reparar constituye el tenaz sostenimiento de un hilo con el pasado: repasar, corregir, restaurar. La Argentina, en el pensamiento yrigoyeniano, atraviesa por una etapa emancipadora que debe continuarse, pero que se despliega en la segunda etapa, organizativa y constitucional. Ese hilo de Ariadna debía encontrarse para proseguir la gesta emancipadora, la gesta constitucional, por el camino de la reparación.” Raúl Alfonsín cambia la fecha de su asunción -adelantando- al 10 de diciembre, no era un cambio menor desde lo simbólico: asume en el día internacional de los derechos humanos, uno de sus ejes de campaña. Pero, ni una y otra cosa sirvió para celebrar la democracia, los peronistas prefieren olvidar cuando las mayorías son ajenas y los radicales no armamos un calendario basado en denominadores comunes, como ser la democracia.
Tal vez, algún día, decidamos darle algún espacio en nuestro calendario a la democracia, a la libertad recuperada,  a los derechos humanos, decidamos festejar, en alguna fecha, esa democracia que tanto nos costó construir y recordar los hitos de esa victoria, y esos logros del pasado nos permitan vislumbrar una sociedad democrática, plural, con libertad para todos y la aceptemos como un bien para todos, habremos dado un paso más en reparar el tejido social.
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Veinte Manzanas

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