En su ‘retirada del poder’ y bajo presión de la civilidad política, la última dictadura militar anunciaba el 28 de febrero de 1983 la convocatoria a elecciones para el 30 de octubre de 1983.
Hace 40 años, un día como hoy pero de 1983, comenzó la ‘cuenta regresiva’ hacia el retorno de la democracia en el país con la convocatoria a las elecciones para el domingo 30 de octubre de 1983, lo que constituía el primero y fundamental paso para poner fin a la última dictadura, la más atroz que reconozca la historia argentina, aunque para entonces la civilidad ya transitaba a paso firme el camino hacia la salida institucional en el país.
En la noche del 28 de febrero de 1983, el entonces Presidente de facto, el general Reynaldo Benito Bignone, pronunció un mensaje a través de la Cadena Nacional de Radio y Televisión en el que dio a conocer las fechas fundamentales en la ‘rendición definitiva’ de aquella dictadura que, tras la previsible tragedia en la que desembocaría aquella la aventura bélica de la Guerra de Malvinas en la que los genocidas jerarcas castrenses habían sumergieron a la Nación, iniciaron su ‘huida del poder.
El dictador Bignone, vestido de civil, verborrágico como era habitual, con tono de voz y gestos en su rostro de extrema solemnidad, comenzó su alocución desde la Casa Rosada cerca de las 21 –el mensaje lo había grabado alrededor de las 17 de aquel lunes 28 de febrero- con una suerte de breve ‘prólogo’ para intentar exhibir que el gobierno de facto cumplía con el compromiso que había asumido meses antes de concluir 1982 en cuanto a que en el curso del mes de febrero de 1983, que ya concluía, daría a conocer el cronograma electoral de cara a la salida institucional del país.
El Presidente de facto, Bignone dijo al iniciar aquel mensaje: “Deseo dirigirme esta noche al pueblo todo de la Nación Argentina, con el lenguaje sencillo y directo. Lo hago en cumplimiento del anuncio efectuado poco antes de finalizar 1982, en el sentido de que en el transcurso de este mes de febrero se daría a conocer al país el cronograma electoral. Hace poco más de ocho meses las Fuerzas Armadas decidieron que a más tardar en marzo de 1984 el país estaría con sus instituciones republicanas funcionando. Por las circunstancias vividas entonces el Ejército asumió esta decisión política y quien hoy habla comenzó el 1 de julio de 1982 a ejercer la primera magistratura. Junto con ese acto se produjo automáticamente el levantamiento de la veda política, y asistimos así, desde entonces, a una intensa actividad en el seno de esos instrumentos de la democracia que son los partidos políticos, y en el seno mismo de toda la Nación”.
Y continuó: “Podemos decir hoy que estamos exactamente a mitad del camino para el acto más trascedente que nos conduzca a ese deseada institucionalización, los comicios. Y decimos que estamos a mitad del camino porque a los ocho meses transcurridos les agregamos ocho meses futuros y el domingo 30 de octubre del corriente año 1983 el país, la ciudadanía del país, decidirá con su voto quiénes serán las autoridades que rijan en el futuro su destino. Noventa días más tarde, el 30 de enero de 1984, en cumplimiento de aquel compromiso a que hice referencia –de las Fuerzas Armadas de la Nación- será entregado el poder a quienes resulten de todo ese proceso electoral”, dijo Bignone.
El dictador buscó a lo largo de su extenso discurso mostrar que el cronograma electoral que anunciaba era una derivación del diálogo, al que en ese discurso calificó como “fructífero”, que el gobierno de facto había abierto hacía ya entonces un par de meses con la civilidad política que encarnaba ‘La Multipartidaria’ –espacio en que 1981 convergieron los partidos políticos del arco democrático- que activó la resistencia a la dictadura y batalló sin desmayo para hacer retroceder a los jerarcas militares que habían asaltado el poder constitucional con el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976 y que volviesen sobre sus pasos para restaurar la democracia en el país.
El fracaso de los planes de dictadura y las ‘falacias’ de Bignone
La pretensión de Bignone era evidente: Revestir con ‘halo’ de ‘complicidad’ de parte de aquellos referentes de los partidos políticos un acuerdo para establecer el cronograma que anunciaba la noche del 28 de febrero de 1983, hace 40 años, para efectivizar la convocatoria a elecciones y la entrega del poder al futuro gobierno constitucional con lo que se consumaría el retorno al imperio de la democracia. ‘La Multipartidaria’, lejos de haber acordado las fechas y por lo tanto incurrido en concesiones a la dictadura, actuó en aquellos contactos sin fisuras al momento de exigirle a Bignone y a las Fuerzas Armadas una salida sin dilaciones hacia la institucionalización de la Argentina.
En el primero de los mensajes que pronunció al asumir como Presidente –el 1 de julio de 1982 tras ser ungido para ocupar ese cargo por la última ‘Junta Militar’ del gobierno de facto- Bignone había dicho: “Asumo el gobierno con una misión clara y concreta: institucionalizar el país, a más tardar, en había marzo de 1984”. Con el anuncio del discurso del 28 de febrero de 1983 en el que declaraba que la entrega del poder al futuro gobierno constitucional se haría en enero de 1984 dejaba al desnudo que la dictadura adelantaba sus planes en la ‘retirada’. No obstante, ello no se cumplió ya que cuando el radical Raúl Alfonsín ganó con el voto de una mayoría abrumadora de la ciudadanía las elecciones del 30 de octubre impuso condiciones a la tiranía gobernante y sobre la fecha en que asumiría resolvió que sería el 10 de diciembre en coincidencia con la conmemoración del Día Internacional de los Derechos Humanos que, precisamente, los militares habían violado en el marco de la aberrante represión que desataron tras el golpe de Estado del 24 de marzo de 1976.
Resultaban ‘falaces’ los dichos del dictador Bignone en cuanto a que el levantamiento automático de la veda política se había producido 1 de julio de 1982. Ello se materializó recién el 16 de julio de ese año. El decreto del Poder Ejecutivo, que detentaba el dictador, recién fue publicado en el Boletín Oficial ese día y pocas horas antes de que Raúl Alfonsín encabezara el mítico acto que se realizó en la Federación de Box, en el barrio porteño de Caballito, con el que el líder radical lanzó resueltamente su candidatura presidencial para las elecciones que, para ese momento, aún no tenían fecha de convocatoria. “¿Y?. Hagan el decreto o no lo hagan. Da igual”, fue una de las lacónicas respuestas del otrora referente ‘alfonsinista’ de la Juventud Radical porteña, Marcelo Stubrin, ante un funcionario del Ministerio del Interior que lo imponía, horas antes del mitin, que no existía el instrumento legal que servía para habilitar esa convocatoria. El acto se haría con o sin decreto.
Asimismo, recién el 4 de noviembre y no el 1 de julio de 1982 los partidos políticos pudieron iniciar el período de reorganización interna que incluía, como uno de sus primeros pasos, la afiliación de quienes deseaban formar parte de ellos y quedar inscriptos en los padrones para poder votar en las elecciones internas para elegir autoridades partidarias. Aquel proceso culminaría en marzo de 1983. La automaticidad del levantamiento de la veda política de la que había hablado Bignone era una de las tantas falacias.
Tan sólo dos meses antes de que el dictador Bignone anunciara la fecha de las elecciones del 30 de octubre de 1983, ‘La Multipartidaria’ emplazó a la dictadura a que concretarse la convocatoria. Es que al ‘clima político’, de por sí enrarecido, se había sumado, como un elemento conmocionante y que, naturalmente, agudizaba la situación, la violenta represión ejercida por parte de efectivos de las ‘militarizadas’ fuerzas policiales durante la llamada ‘Marcha de la Civilidad’ hacia Plaza de Mayo del 16 de diciembre de 1982 en la que, un ‘grupo de tareas’ asesinó de un balazo al joven obrero metalúrgico, Dalmiro Flores, quien fue atacado por un sujeto que le disparo tras descender de un automóvil, Ford Falcon, a la altura del histórico Cabildo.
Aquel anuncio por parte del dictador, investido con el cargo de Presidente, de ese cronograma electoral era sólo eso. Una mera comunicación a la sociedad acerca de cuándo se realizarían las elecciones. Aún en la ‘ilegalidad’ que la envolvía la dictadura debía darle un marco institucional a ese llamado a las urnas y, en ese contexto, actuó la ominosa llamada ‘Comisión de Asesoramiento Legislativo’, conocida en la jerga política como ‘La Cal’, de la que poco se conoce y que oficiaba como ‘fantasmal’ Poder Legislativo de la última dictadura y que dictó el 12 de julio de 1983 la ley 22.847 publicada en el Boletín Oficial dos días después, el 14 de julio de 1983 -promulgada con la firma de Bignone y el entonces ministro del Interior, Llamil Reston- que entró a regir a partir de su publicación en el Boletín Oficial dos días después, el 14 de julio de 1983. El texto de aquella norma reflejaba en su artículo 1°: Convócase para el día 30 de octubre de 1983 a comicios generales para la elección de las autoridades de: a) la Nación, b) las Provincias y sus municipios, c) la Capital Federal y d) El Territorio Nacional de la Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sud.
Bignone, el 28 de febrero de 1983, hace 40 años, anunciaba la fecha de las elecciones con las que se iniciaba la ‘cuenta regresiva’ hacia el retorno a la democracia en el país. Pero la civilidad y los partidos políticos ya recorrían el camino hacia las urnas. El también dictador Galtieri, afecto a ‘bravuconadas verbales´, había pronunciado en 1981, durante una ceremonia en el Colegio Militar, una de sus tantas tristemente frases celebres: “….las urnas están bien guardadas y van a seguir bien guardadas…”. Alfonsín habría de responderle: “Que las vayan desempolvando porque las vamos a llenar de votos”. Y así sucedió.