"La democracia encuentra alimento en la reivindicación de sustituir el injusto dominio de los «no elegidos» —quienes ejercen el poder por derecho hereditario o conquista— por el mandato de quienes son reconocidos como los mejores, para hacer coincidir el mando con el mérito y la autoridad con la capacidad” Giovanni Sartori1
Un politólogo militante
El maestro Giovanni Sartori (1924-2017) hizo importantes contribuciones para el desarrollo de la ciencia de la política a nivel internacional. Considerado uno de los grandes pilares del pensamiento politológico contemporáneo, en 1946 obtuvo su título en Ciencia Política por la Universidad de Florencia, de la cual fue profesor a partir de 1950. Posteriormente, fundó la Revista Italiana de Ciencia Política, en 1971. Fue “Albert Schweitzer Professor in the Humanities” en la Universidad de Columbia en Nueva York, de la que terminó siendo profesor emérito. También enseñó en el Instituto Universitario Europeo y en la Universidad de Stanford en California. Las traducciones de sus libros a numerosos idiomas representan un testimonio convincente sobre la circulación de sus ideas.
Al estudio científico de la política dedicó notables esfuerzos intelectuales. Algunas temáticas de su reflexión fueron la teoría democrática,2 las tipologías de los partidos y sistemas de partido,3 el estudio de los ámbitos, la metodología y la lógica de la política,4 la sociedad del espectáculo, la videopolítica y el Homo Videns,5 los desafíos que heredó la democracia después de la crisis del comunismo histórico,6 la reflexión sobre la difícil relación entre derechos políticos y derechos sociales,7 así como el problema de la creciente tensión entre homogeneidad y pluralismo en las sociedades multiétnicas.8 Tampoco faltaron entre sus reflexiones diversos aspectos referidos al ambientalismo y la crisis de los sistemas ecológicos.9
Sus contribuciones son fundamentales en materia de desarrollo democrático y teoría política,10 en el análisis de las estructuras organizativas, los sistemas electorales y las reformas institucionales,11 en la ingeniería constitucional comparada,12 e incluso en planteamientos sobre el futuro de la izquierda.13 Consideraba que no se podía hacer ciencia de la política si no se tomaba en cuenta el estudio de las doctrinas y las instituciones políticas, así como la historia de los hechos políticos. Igualmente, sostenía la necesidad de combinar las dimensiones filosóficas e históricas con el análisis político. En paralelo su obra plantea la exigencia de que la ciencia política responda al principio de la realidad. Por ello se le considera, y con razón, el padre de la ciencia política aplicada.
¿Qué cosa es la democracia?
La reflexión en torno a esta pregunta ha representado siempre un debate político y teórico de primer orden. El análisis de Giovanni Sartori sobre los modelos de democracia, sus instituciones, reglas y procedimientos, así como sobre los valores que proyecta, se inscribe en una discusión más amplia relativa al futuro de los sistemas representativos. Sostiene que la democracia liberal representa el perímetro conceptual e ideal en el cual se articulan los distintos sistemas institucionales, parlamentarios o presidencialistas, que poseen sistemas electorales distintamente calibrados entre el modelo mayoritario y el proporcional, en una vuelta o en doble turno, y con formas conflictuales o consensuales. Siempre desconfiado de las lecturas sobre una democracia perfecta, acentuó la importancia de la dimensión empírica para el análisis del sistema democrático.
Cuando publicó Democracia y Definiciones,14 abrió un debate sobre las debilidades del régimen democrático, entre las que identificó la tiranía de la mayoría. Las democracias, afirmaba, evidencian grandes desencantos, disfunciones y defectos. No obstante, ellas representan un sistema ético-político que es deseable porque tutela los derechos y las libertades civiles, y también porque se distingue de la democracia de los antiguos donde la ciudad es libre pero los individuos no. Es categórico cuando sostiene que las democracias no son creaciones delicadas solamente porque son difíciles de construir, sino principalmente porque su estructura es demasiado compleja al fundarse en el consenso. Las democracias se fracturan cuando ese consenso disminuye.
Advierte sobre un problema de tipo conceptual que afecta a la democracia: si un mismo vocablo puede ser usado para describir situaciones e instituciones sumamente distintas, e incluso contrapuestas, es claro que el nombre termina vacío de significado, ya que, al desear significar muchas cosas, termina por no significar nada. Además, considera necesario combatir aquella política que solamente se preocupa por los medios y desprecia los fines. Sostiene que la democracia representa un régimen liberal-constitucional que resalta las libertades fundamentales, mientras que el constitucionalismo es una técnica para que se mantenga como poder democrático sujeto a leyes y no degenere en un poder autoritario.
La “democracia de los modernos” tiene un carácter representativo e indirecto y no pretende la constitución de monopolios políticos. Su definición de democracia coloca en el centro la calidad del liderazgo, la estabilidad y la permanencia del régimen democrático. Para el maestro resulta importante no solamente la existencia de élites que compitan por el poder, sino la calidad de éstas, pues el proceso de selección debe desarrollarse con atención al mérito, es decir: «elegir seleccionando».
En su última obra, La Carrera Hacia Ningún Lugar,15 advierte sobre la crisis de la política, los borrosos límites entre la libertad y la dictadura, así como sobre los riesgos implícitos en las formas emergentes de gobierno populista de carácter unipersonal, clientelar y demagógico.
Teoría competitiva de la democracia
Aunque el politólogo florentino sostiene que la alternancia en el gobierno no es decisiva para la definición de la democracia, su caracterización de la competencia democrática la contiene en su núcleo principal. Existen dos razones en favor de la inclusión de la alternancia en el discurso democrático: una es que la expectativa del cambio periódico permite la circulación entre los líderes políticos, así como comportamientos más responsables, mejor evaluables y más democráticos.16 Otra, que el recambio de la clase política ha sido más amplio y frecuente en las democracias desarrolladas. De manera contraria, el nivel de la corrupción política es mayor donde no se ha conocido la alternancia. Ella es un empuje democrático para el gobierno y las oposiciones, y como tal constitutiva de una definición global de democracia.
La democracia moderna es ante todo un sistema competitivo donde el poder político se distribuye mediante un certamen basado en reglas. Además, diversos partidos y élites políticas compiten por el voto popular y los ciudadanos tienen la libertad de elegir y de alternar a quienes gobiernan. Es así como, inspirado en Joseph Schumpeter, adopta y perfecciona la idea de la democracia como un método competitivo para la selección de los líderes. Por ello, Sartori define la democracia competitiva como una “poliarquía selectiva”, donde los votantes eligen con base en el mérito: “la democracia debe ser un sistema selectivo de minorías elegidas competitivamente”. Incorpora a esta visión la estructura pluralista de los partidos, el sistema de pesos y contrapesos institucionales, así como una opinión pública informada y crítica.
Una democracia competitiva se caracteriza por la presencia de un pluralismo político real donde las fuerzas puedan competir de manera efectiva, y por elecciones libres, limpias y periódicas, pues la competencia requiere de comicios auténticos, así como de libertades civiles y políticas garantizadas. La competencia exige garantías de asociación, expresión e información. Así, la calidad de la democracia depende del tipo de competencia política. En un sistema bipartidista la competencia es estable y previsible. En un sistema pluralista moderado la competencia se mantiene funcional si existe cooperación y moderación. En cambio, en un sistema polarizado o fragmentado la competencia puede volverse destructiva, erosionando la gobernabilidad democrática.
Sartori también rechaza aquellas versiones de la “democracia participativa” que sustituyen la representación por la acción directa del pueblo, así como las concepciones de la democracia como gobierno de todos o como democracia directa que —advierte— produce un “ciudadano total”.17 Afirma que la participación directa es limitada por razones prácticas y de escala, mientras que la representación y la competencia son los mecanismos más eficaces para canalizar el pluralismo moderno. En síntesis, la competencia no es un defecto de la democracia, sino su esencia operativa.
Estudio empírico de la política
Sus análisis científicos sobre los fenómenos políticos parten de la comparación ceteris paribus, que Sartori considera la metodología principal en sus estudios sobre la política.18 La reflexión empírica sobre los fenómenos políticos representa un aspecto fundamental de su pensamiento, hecho que lo sitúa en el corazón de la ciencia política moderna, lejos tanto del normativismo filosófico como del empirismo descriptivo. El primero define la política en términos de valores y se inspira en la tradición clásica, mientras que el segundo representa un empirismo ciego porque acumula datos sin teorías ni rigor conceptual. Por ello, el lema metodológico sartoriano es: “sin conceptos claros no hay hechos claros”. El estudio empírico de la política no significa contar hechos, sino observar la realidad política con categorías conceptuales precisas.
La política puede y debe estudiarse empíricamente porque tiene regularidades observables en comportamientos, instituciones y procesos, porque formula hipótesis verificables y porque permite contrastar teorías y evidencias. Pero este empirismo no se opone a la teoría, sino que la necesita. Sartori insiste en que el trabajo del politólogo es construir indicadores válidos que conecten los conceptos con la realidad observable. Para ello desarrolla una metodología que evite el “estiramiento conceptual”, proponiendo una escala de abstracción donde cada concepto puede moverse entre niveles. Un nivel elevado es más abstracto pero menos preciso, mientras que un nivel bajo es más concreto, aplicable empíricamente y limitado a ciertos casos.
El estudio empírico de la política debe ajustar el nivel de abstracción al nivel de los datos disponibles para que las comparaciones sean válidas. Comparar no es solamente describir diferencias, sino explicar variaciones en términos causales. Sartori desarrolla el método comparado para aplicar el análisis empírico al diseño de las instituciones políticas. El método comparado permite identificar los tipos de sistemas de partidos, los efectos de los sistemas electorales y la relación entre formas de gobierno y estabilidad política. El intercambio continuo entre teoría y evidencia constituye la verdadera “ciencia política empírica”, distinta tanto del dogmatismo como del simple dato estadístico.
Como científico de la política, sostenía que el realismo tiene como objeto no las ideologías, sino los hechos del poder. La experiencia sin la historia es ciega, mientras que la historia sin la experiencia resulta engañosa.19 En esta configuración, el realismo político es una forma de empirismo radical que deriva de los hechos que caracterizan a la política democrática.
El realismo se contrapone a las utopías e ideologías. Mientras que el utopista busca la perfección política en un mundo de abstracciones y el ideólogo transforma la realidad del poder con apariencias que engañan, el realista busca el verdadero rostro de la política detrás de las máscaras que desean legitimarla. Señala que las instituciones y las constituciones no pueden hacer milagros. Por ello, considera que la ingeniería constitucional es fundamental en esta tarea. Las constituciones se parecen a las máquinas, esto es, a mecanismos que “deben funcionar” y producir algo. Las constituciones son estructuras basadas en incentivos con el objetivo de dar vida a democracias por consenso.20
Partidos y sistemas de partido
Sartori concibe los partidos políticos como una proyección representativa de la sociedad civil. Los partidos son las unidades básicas de la competencia democrática, porque donde hay democracia también existen partidos y donde no hay partidos simplemente no hay democracia. En otras palabras, los partidos son las estructuras que articulan la voluntad popular con el poder del Estado, transformando el voto ciudadano en representación política. Es una unidad autónoma que es visible organizativamente, pero también es parte de un sistema o de un ambiente institucional y social con el cual interactúa y sin el cual el partido no podría existir. El partido político es representativo de un grupo social con su historia, memoria e identidad y, al mismo tiempo, un actor que interviene en contextos competitivos y vinculantes, exhibiendo comportamientos, acciones y funciones que son evaluadas electoralmente.
El partido es un grupo con intereses políticos claros que presenta candidatos a elecciones públicas. Son organizaciones estables y se identifican públicamente por nombres, símbolos e ideologías reconocibles. Ellos son instrumentos de la participación electoral y compiten para ejercer el poder. Se distinguen de los movimientos sociales, los grupos de presión y las facciones. Los partidos desempeñan funciones de selección y reclutamiento político, de agregación de los intereses, de comunicación política y de legitimación, así como de gobierno y oposición. La moderna ciencia política nace con el estudio de los partidos, que son considerados el elemento de mayor relevancia en los regímenes democráticos.
Históricamente, los partidos políticos se presentan como asociaciones de interés público que agregan y transmiten las demandas de los ciudadanos, promoviendo su participación en la actividad democrática. Sirven como un medio para que los ciudadanos formen parte de las estructuras de poder público. Son estructuras centralizadas de intermediación entre sociedad y gobierno.
Finalmente, se puede sostener que la metodología del análisis politológico propuesta por Giovanni Sartori es sólo la transposición adaptada a las ciencias sociales de un saber lógico que ya utilizaban muchos filósofos en el pasado, pero el hecho que destaca es que este saber, frecuentemente, es ignorado por muchos politólogos contemporáneos. EP
- Sartori, Giovanni, Democrazia, Treccani, 2023. [↩]
- Sartori, Giovanni, Empirical Democratic Theory, Markham Publishing, 1969. [↩]
- Sartori, Giovanni, Parties & Party Systems, Cambridge University Press, 1976. [↩]
- Sartori, Giovanni, La Política. Lógica y Método en las Ciencias Sociales, FCE, 1984. [↩]
- Sartori, Giovanni, Homo Videns. La Sociedad Teledirigida, Taurus, 1998. [↩]
- Sartori, Giovanni, La Democracia Después del Comunismo, Alianza, 1993. [↩]
- Sartori, Giovanni, Democrazia Cosa É, Rizzoli, 1993. [↩]
- Sartori, Giovanni, La Sociedad Multiétnica, Taurus, 2001. [↩]
- Sartori, Giovanni La Tierra Explota, Taurus, 2003. [↩]
- Sartori, Giovanni, Elementi di Teoria Politica, Il Mulino, 1990. [↩]
- Sartori, Giovanni, Le Riforme Istituzionali tra Buone e Cattive, Il Mulino, 1991. [↩]
- Sartori, Giovanni, Ingeniería Constitucional Comparada, FCE, 1994. [↩]
- Sartori, Giovanni, Sinistra Punto Zero, Donzelli, 1993. [↩]
- Sartori, Giovanni, Democrazia e Definizioni, Il Mulino, 1957. [↩]
- Sartori, Giovanni, La Corsa verso il Nula, Mondadori, 2015. [↩]
- Sartori, Giovanni, Scienza Politica, “Mondoperaio”, 11/1985. [↩]
- Sartori, Giovanni, Il Cittadino Totale, Einaudi, 1977. [↩]
- Sartori, Giovanni, Politica Comparata, “Rivista Italiana di Scienza Politica”, 1/1971. [↩]
- Sartori, Giovanni, La Scienza Politica in Italia, Franco Angeli, 1987. [↩]
- Sartori, Giovanni, Límites de la Ingeniería Constitucional, INE, 2016. [↩]
Publicado en Este País le 28 de octubre de 2025.
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