jueves 25 de abril de 2024
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Fabio Quetglas: “No se pueden patear más las reformas que hacen falta”

El diputado nacional del radicalismo y de Juntos por el Cambio juzgó que la coalición que integra la UCR está en condiciones de ganar las elecciones del 2023 y llevar adelante las transformaciones que el país requiere.

El diputado nacional del radicalismo, Fabio Quetglas, afirmó que “gobernar es enfrentar los problemas y no ir gambeteándolos”; sostuvo que la Argentina “no puede patear más para adelante aquellas reformas que tiene que llevar adelante”; juzgó que existe en la sociedad una voluntad de “cambio” en el 2023; se declaró “optimista” respecto de las chances de Juntos por el Cambio de cara a las elecciones presidenciales del 2023; aseguró que la coalición que integra la UCR está en condiciones de encarar desde el poder las transformaciones que demanda el país y sostuvo que “el desafío argentino es complejo pero la sociedad argentina tiene los recursos para salir adelante” tanto como “sabe que la salida no es hacer lo mismo” que hasta el presente sino “buscar soluciones y mirando hacia adelante”.

Quetglas, en una entrevista con Nuevos Papeles, profundizó algunas de las reflexiones que están planteadas en su libro ‘Deconstruir el populismo’, de reciente aparición pero, además, ahondó en consideraciones en torno a los desafíos que debe enfrentar la Argentina para superar su actual crítica situación en el plano político, económico y social. Dijo que en la Argentina “la conversación política pública” se ha hecho “muy tensa” y también “muy descalificante” y consideró necesario “enriquecer el debate político” para “intentar transformar las definiciones en propuestas más concretas” dirigidas a dar soluciones a los problemas que atraviesa la sociedad.

Usted manifestó en la presentación de su libro, y de alguna manera, lo refiere también en sus páginas cuando habló de buscar el debate público ‘en el centro’. Podría profundizar esa idea porque se puede inferir que lo que se plantea es que la discusión está entre dos opciones que no son otras que el actual oficialismo y la oposición.

En la Argentina la conversación política pública se ha hecho muy tensa, muy descalificante, de algunos sectores con otros y, también, ha adquirido una perspectiva en la que pareciera haber sólo dos ofertas políticas, simplificando una oferta política populista que es una oferta que tiene mucha confianza en el Estado, en el sector público, una oferta política que está sostenida por una perspectiva hegemónica de las relaciones sociales, que no le da relevancia al posicionamiento global de la Argentina, y hay una respuesta a esa visión que, simplificando, uno podría decir que es del abolicionismo del Estado, que el Estado es el problema en la Argentina y que, como es el problema, lo mejor es limitarlo a sus mínima expresión. Y esta conversación pública, dominada por estos dos ejes, por el populista y por el del abolicionismo del Estado, son voces muy potentes. Nuestra conversación pública parece dominada por esas dos visiones.

Entonces mi propuesta, a través del libro y de mi acción política es reconocer la necesidad, en muchos temas, de enriquecer el debate político. Cuando hablo de la reconstrucción del centro político me refiero a que se incorporen nuevos temas, a que algunas de las críticas cruzadas que se hacen entre el populismo y el abolicionismo del Estado, puedan encontrar una síntesis en una visión, en la que personalmente creo, que es que la que cree que, efectivamente, el Estado predatorio que domina hoy la vida de la Argentina es negativo, pero se le reconoce algún lugar importante a los bienes públicos y mi sensación es que no va a hacer tan fácil la reconstrucción del centro político porque la sociedad está harta, muy irritada, legítimamente, con mucho fundamento, y eso le impide o le dificulta escuchar los matices en todos y cada uno de los temas que se van planteando. Y, entonces, todos los temas se plantean como una descalificación de una parte a otra parte y las visiones más reformistas, más articuladas, van quedando en el vacío. Lo que hago es convocar a un esfuerzo para mejorar la conversación pública y ello tiene muchos aspectos.

Por ejemplo…

Uno de de ellos es incorporar datos a la conversación pública; otro es tratar de evitar las descalificaciones; intentar transformar las definiciones en propuestas más concretas y me parece que ese esfuerzo de parte todos los que somos parte del sistema institucional, gobernadores, diputados, senadores, intendentes, concejales, etc., etc., debe ser hecho en beneficio de una mejor conversación pública, como dije, porque soy de los que creen que una mejor conversación pública es el fundamento de mejores decisiones públicas. Si hablamos muy mal, porque nos descalificamos de una y otra parte, es muy probable que decidamos mal. Si, por el contrario, conversamos mejor, es probable que decidamos mejor.

Podría interpretarse, de la reflexión que usted hace, que Juntos por el Cambio tendría que tener aún mayor protagonismo y definición para plantearse como opción para que sea la gente la que recepte otra visión frente no tan solo a la oferta del oficialismo o la del abolicionismo del Estado.

No creo primero que haya una visión de la gente, de toda la sociedad, que sea más o menos uniforme; vivimos en una sociedad compleja, con intereses, con diferencias. Me parece que, aunque vaya  en contra de mis propios intereses, debo ser honesto con quienes lean lo que estoy señalando en esta charla. Cuando digo que el hartazgo ha erosionado la conversación es que creo que la mayoría de la población va adquiriendo posicionamientos radicalizados. Justamente la gran dificultad en la construcción de un centro es asumir un posicionamiento que, a priori, pareciera ser minoritario. Es necesario y es indispensable pero no soy de los que creen ingenuamente que porque pienso así eso significa que esa manera de pensar es un pensamiento mayoritario. Es nuestra responsabilidad en una democracia, y es  otro tema que no tiene que ver con mayoría o minoría, generar condiciones para que se puedan tomar buenas decisiones. No es una buena condición, para tomar las mejores decisiones la descalificación o la tensión permanente.

En ese instante de la entrevista con Nuevos Papeles Quetglas se aparta por un instante de las reflexiones que viene ofreciendo en la charla. Y dice: “entonces ¿al final del camino qué hay que hacer? Bueno, yo escribí un libro” tras lo cual plantea: “Bueno, yo creo que la toma de decisiones en la Argentina es complicada, que el sistema institucional está complicado y mi pequeño aporte es este”, y, naturalmente, deja una la invitación a la lectura de ‘Deconstruir el populismo’, de reciente aparición, en la que refleja varias propuestas concretas que, precisamente, considera que pueden constituir un aporte al debate político y que, además, tienden a impulsar –como él mismo dice- la necesidad de generar condiciones para la adopción de correctas decisiones desde la gestión en el sector público.

Tras ese comentario, el diputado radical retoma la reflexión en torno a la anterior consulta que se planteó en el diálogo con Nuevos Papeles:

No va a hacer fácil, al menos eso me parece a mí, reinstalar la idea de una conversación pública productiva, eficiente, sincera, rica y esto está pasando, entre otras cosas, porque la sociedad está enojada y, por eso, digo que hay que asumir un posicionamiento anti-indignado porque la indignación no nos va a llevar a ningún lado. Yo no estoy enojado con los indignados; lo que digo es que la indignación es legítima pero no nos va a llevar a ningún lado.

Usted dice en el libro ‘Deconstruir el populismo’ que ‘el  país debe decidir entre el esfuerzo por evitar los desafíos o el esfuerzo por enfrentarlos’ y en esa afirmación hay toda una definición sobre cuál tiene que ser el rumbo que debe adoptar la Argentina. Nos gustaría ahondar en esa definición.

Yo creo que Argentina no puede patear para más adelante aquellas reformas que tienen que implemEntarse. La Argentina tiene que cambiar su educación media porque sus estudiantes terminar el ciclo secundario con baja capacidad de lectoescritura y eso no puede esperar diez años; la Argentina tiene que cambiar el régimen del mercado de trabajo, la legislación laboral.  

¿Por qué?: Porque ni aun cuando crece económicamente genera los suficientes puestos de trabajo que necesitamos para tener una sociedad cohesionada y eso no puede esperar diez años. Cuando digo que Argentina tiene que decidir entre enfrentar los problemas o seguir dilatando el enfrentar los problemas lo digo porque los problemas están y nos corresponde a nosotros decirle a la sociedad que gobernar es enfrentar los problemas y no ir gambeteándolos.

¿Y Juntos por el Cambiando está en condiciones de hacer lo que usted está planteando?

Si. Yo creo que sí por quienes son nuestros candidatos a presidente, por quienes integran nuestros bloques en el Congreso tanto como quienes en la sociedad conforman el electorado que viene acompañando a Juntos por el Cambio. Hay una sumatoria de actores en la sociedad que acumula una expectativa de cambio. La capacidad técnica existe porque en la Argentina hay capacidad técnica, la necesidad existe porque la Argentina no puede seguir dilatando las soluciones y la energía política se está construyendo y creo que va a haber un resultado electoral muy categórico y son muy optimista en eso. Va a haber un mandato de cambio fuerte de la sociedad argentina.

Lo llevo a un tema que es insoslayable en la coyuntura. ¿Se puede estar frente a un escenario de profundización de la tensión en el plano institucional? a partir de los ataques a la Justicia desde Cristina Fernández de Kirchner, el núcleo duro del kirchnerismo y el propio Alberto Fernández después del fallo condenatorio a la Vicepresidente en la causa Vialidad

Creo que la Vicepresidente tiene un estilo ¿no?, y que es el estilo que sostiene frente a lo que ella considera sus votantes y es un estilo muy personal, un estilo histriónico porque efectivamente ella ocupa un lugar en el espacio público y actúa su liderazgo y se comunica con sus votantes y sus seguidores y, me parece, en ese sentido, que en todo el juicio, en las instancias y en todos los momentos en que fue interviniendo ella ha tomado la opción de intentar identificar este juicio como una persecución. El kirchnerismo enfrenta un problema muy severo que es la convergencia temporal de estos procesos judiciales, cuyos resultados son para ellos negativos porque se prueban actos de corrupción, con un momento de la economía declinante y con el agotamiento del discurso público, no sólo en relación a la Justicia sino en general, respecto de un conjunto de problemas que la Argentina tenía hace 20 años cuando empezó el ciclo kirchnerista y los sigue teniendo hoy, mostrando que, efectivamente,  el kirchnerismo no ha sido eficaz para resolver un sinfín de problemas y, por lo tanto, no se trata de una fuerza política que tenga la capacidad de resolver todos los problemas de la agenda pública y todo eso ocurre en el mismo momento; el agotamiento del discurso, el estancamiento econonómico y las sentencias de la Justicia en contra. Eso da una sensación en el oficialismo, supongo, de debilidad, de fragilidad política y no pareciera ser que tengan, en el oficialismo, una perspectiva estratégica sobre cómo salir de esto, de cómo organizarse mejor frente a las próximas elecciones, de cómo enfrentar este momento econonómico en el que empieza a haber atisbos de recesión, con una inflación disparada y todo eso pareciera empujar a ocupar ese liderazgo simplemente señalando a las acciones judiciales como acciones de persecución y ubicando a Cristina Fernández como víctima y se trata de un discurso que es receptado como cierto cada vez por menos gente.

Hay un núcleo que piensa que esa persecución es verdad pero no son la mayoría de los argentinos; la mayoría de los argentinos, más que enojados, están relativamente distantes cada vez más de esa cuestión y esperando el turno electoral para emitir, de alguna manera, un juicio sobre esta circunstancia a través del voto. A mí me parece que el kirchnerismo tendría otras alternativas políticas y ha adoptado por esta: el histrionismo y la victimización.

Usted dice en el libro, y también lo dijo al presentarlo, que ‘la sociedad está ávida de escuchar propuestas políticas’ por lo que en obvio que se puede interpretar que está esperando propuestas concretas de soluciones a los problemas que tiene todos los días y, en ese sentido, usted también expresa en ‘Deconstruir el populismo’ que se requiere un ‘plan de desarrollo que otorgue sentido al esfuerzo prospectivo de la ciudadanía’, por lo que se infiere de ello que se necesita que ese esfuerzo no sea en vano.

Lo digo en el libro y lo dije en su presentación es que la sociedad está ávida de propuestas y  desearía que así sea, Y, si no fuera así y la sociedad estuviera en una situación de apatía, nuestro mecanismo para sacarla de la apatía nuevamente tendría que ser una propuesta, una visión, lo suficientemente seductora. Nosotros no podemos sumar a una conversación pública de gritos y descalificaciones, más descalificaciones. Hay una obligación en cuanto a que tenemos que hacer las cosas lo mejor posible, hacer lo que corresponde. El ‘deber ser’ es un sendero que ha sido muchas veces abandonado en la política argentina porque se hace política midiendo encuestas o porque se hace ‘lo que conviene hacer’ y soy de aquellos que creen que se debe hacer lo que corresponde. Quienes estamos en la lucha política porque nos interesa que nuestras ideas se plasmen en políticas públicas, para que mejore la convivencia política, el funcionamiento de nuestras instituciones, nuestra economía y tengamos un país más justo, innovador, sostenible, amigable, estamos obligados a hacer lo que se debe hacer para sacar a la Argentina de la situación en que se encuentra con propuestas y no sumando ruido.

Hay quienes consideran, como usted dice en el libro, que en la Argentina ‘estamos rascando el tacho’.

Así es.

Si es así, en trazos gruesos de definiciones, cuál sería a su criterio la ruta que debe seguir la Argentina como para plantearse la posibilidad de una salida de la situación que atraviesa ante cuestiones muy complejas como un déficit fiscal que agobia, compromisos externos difíciles de cumplir, un presupuesto para el 2023 que aparece con una lógica de metas de difícil concreción. En definitiva: ¿Por dónde pasa la salida?

Argentina está frente a una enorme oportunidad y por qué. Porque los precios de la energía como derivación del conflicto entre Ucrania y Rusia se van a mantener altos por un tiempo importante y, por lo tanto, Argentina puede atraer inversiones para su sector energético -precisa ahí hacer una reforma institucional razonable- y el año que viene o el otro, cuando se termine el gasoducto ´Néstor Kirchner’, a la Argentina se le va a dar vuelta el déficit energético, va a ser superavitaria en materia de energía, vamos a volver a exportar más energía que la que importamos y de eso estamos hoy a unos quince meses más o menos y, justamente, la transición energética le da una gran oportunidad a nuestra minería metalífera y Argentina debiera ser receptora de cuatro o cinco emprendimientos de minería metalífera y eso significa, para las provincias del noroeste sobre todo, una situación de casi pleno empleo; los precios de los commoditíes y la Argentina es una potencia tradicional y el complejo agro-cerealero va a estar bien por la misma situación que le decía se plantea. Y lo que la Argentina necesita para ordenar el sector publico es un acuerdo entre la sociedad civil y el oficialismo, que por supuesto espero que seamos nosotros, para llevar adelante una reconfiguración del sector público y eso no significa un ajuste sino la condición para lograr la posibilidad de que el país crezca. Si la Argentina no reconfigura el sector público no va a crecer, no va a poder bajar el déficit ni la inflación, no va a tener confianza en su moneda.

Ahora, este cambio de visión de reconfigurar nuestro sector público para hacerlo más sostenible en términos económicos, más profesional, porque precisamos una administración pública con prioridades más claras, requiere de una nueva mayoría política. Si se produce, como naturalmente espero, a partir de un triunfo de Juntos por el Cambio en las elecciones del año que viene, ese triunfo va a venir con un mandato de la sociedad y va a venir con un mandato de cambio y que no tiene por qué ser un mandato kamikaze porque no hay por qué negar la posibilidad de acuerdos en el Parlamento.

Pero lo que no puede hacer ese futuro oficialismo es traicionar ese mandato. La Argentina precisa un respaldo electoral y social hacia el cambio y precisa un oficialismo que tenga la determinación de gestionar ese cambio.

Usted decía al presentar su libro que ese cambio en la Argentina no será posible si la sociedad argentina está dispuesta a tolerar los niveles de corrupción que tuvo que tolerar con el kirchnerismo

Si eso se vincula con que una parte de la sociedad fue muy condescendiente para decirlo de alguna manera. Lo que quiero decir es que precisamos una sociedad que sea más estricta, más exigente, que no le permita al sistema institucional hacer cualquier cosa.

Y a la vez se necesita ejemplaridad

Absolutamente. Cien por ciento. Sin ejemplaridad no tenemos por dónde empezar porque para hacer los esfuerzos que eventualmente haya que hacer, para tener un país mejor y tener energía para llevar adelante ese esfuerzo, la sociedad tiene que ver que sus dirigentes son ejemplares y que no ocurra, como pasa hoy, lamentablemente, que se dice: Nosotros no vamos a hacer un ajuste y, al no hacer un ajuste en el sector público, lo que se hace es transferirle el ajuste a las hogares, a las familias y a las empresas por vía de la inflación. O sea que hoy el ajuste se está haciendo igual y la diferencia es que en vez de hacerlo en los ministerios se hace en los hogares de los argentinos. Lo que tiene que hacer el próximo oficialismo es ser ecuánime, emprender las transformaciones y esa ejemplaridad genera energía para que la gente acompañe el esfuerzo y el proceso político.

Todo un desafío el que está planteando…

El desafío argentino es complejo pero la sociedad argentina tiene los recursos para salir adelante.

Así como en la década del ’80 la mayoría de la ciudadanía emergió decidida a dejar atrás una página oscura con la dictadura ¿usted visualiza que hay esa misma predisposición para en el presente iniciar el camino que permita dejar atrás el proceso que el país ha atravesado en los últimos 20 años?

Sí. Se está conformando una mayoría social que ha entendido que la salida es compleja, que es con esfuerzo, que es con dirigentes ejemplares, que es con buenas decisiones, pero que no es mirando hacia atrás, repitiéndonos y haciendo siempre lo mismo sino buscando soluciones y mirando hacia adelante.

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